Este lunes se hizo público el nacimiento de Alianza Rural, una organización “agraria” formada por los representantes de los cazadores (Real Federación Española de Caza), los agricultores (Asaja), los pescadores (Federación Española de Pesca y Casting), los ganaderos de bravo (UCTL) e incluso de los circos (Circos Reunidos), así como de la mujer rural (AMFAR), como si todos los estamentos amenazados por la posmodernidad se hubieran levantado a la vez para enfrentarse a lo que ellos llaman “urbanitas”. O al menos Carlos Núñez, ganadero y presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, asociación que ha participado en la construcción de esta asociación.

¿Por qué era necesario crearla?

Por las agresiones y el olvido que sufrimos todos el mundo del campo. Cada uno de nosotros vio que era más urgente formar conjuntamente un gran lobby agrario que refuerce las exigencias comunes ante la Administración en el futuro. Alianza Rural parte de un principio de suma positiva. En los últimos tiempos hemos podido contrastar la influencia que otros factores sociales, indebidamente, han tenido en decisiones administrativas relevantes para el campo. Con este lobby agrario, que llevamos años queriendo crear, podemos contrarrestar esas acciones. Por el alto número de asociaciones que lo componemos no ha sido nada fácil. Han tenido que pasar tres años y es mejorable absolutamente, de hecho está abierto a todo aquel que quiera participar, pero ya supone dar un golpe en la mesa de la sociedad urbanita. Los urbanitas desconocen el papel fundamental del hombre y la mujer sobre el medio ambiente, amenazado por la despoblación. Las previsiones no son buenas y es fundamental que el hombre permanezca en determinados lugares para garantizar su conservación.

¿Cuál es la estrategia a seguir?

A partir de mañana [este miércoles] vamos a empezar a mostrarla. Se va a ir haciendo pública poco a poco. Imaginarás que de todo lo que te he dicho cuál es el espíritu. Y en qué época electoral llegamos, una casualidad. Vamos a mostrar quiénes somos y serán los políticos los que tendrán que contarnos qué van a a ofrecer.

¿Qué un partido como Vox haya defendido el campo os perjudica?

Una entidad de este tipo debe ser apolítica: está al otro lado del mostrador frente a las administraciones. Obviamente, valoramos más o menos positivamente los gestos y las propuestas de los diferentes grupos políticos. Nuestra demanda es a todos. Y a la sociedad urbanita que se ha olvidado de que existimos. Alianza Rural no tiene ningún matiz político, hay gente de todas las ideologías. Estamos hablando de la supervivencia del tejido rural. Tendrán que retratarse todos los partidos.

Un 'lobby', además de ser discreto, debe contar con un buen soporte económico. ¿Cuál es el plan de financiación?

Hemos diseñado algunas fórmulas financieras para ir creciendo poco a poco. Depende de la responsabilidad de todos nosotros para darle a Alianza Rural la vida que necesita. Ahora, ya hemos dados un impulso fundamental en la constitución jurídica, en el pulso inicial. Estamos amenazados por la locura animalista y antitaurina. Todos los que se sientan amenazados por esto deben formar parte de nosotros. Depende de las ganas que haya de contribuir con recursos económicos. Hay establecido un sistema de financiación: cuantos más socios, mejor. El devenir de las cosas nos dará un rumbo. Por ahora, ya está constituida, y eso es lo más importante, porque era absolutamente necesaria esta unión. Es una apuesta de futuro por un lobby que ordena todas las inquietudes.  

¿Qué papel tiene el campo bravo en el mundo rural?

Tiene un papel relevante como guardián de raza autóctona, por ejemplo. Que estemos aquí se debe a la consideración que tienen de nosotros otros medios agrarios, es conocida nuestra tenacidad. Llevamos muchos años, hay otros sectores que también están acribillados, como la pesca y la caza. La vida en el campo está absolutamente intervenida y muchas veces en contra del sentido común. Por supuesto, somos necesarios todos. Damos equilibrio a nuestra fauna salvaje, hay biodiversidad botánica. Ese equilibrio es sagrado y lo provoca el hombre. Sin embargo, los urbanistas creen que el campo está lejos y que la naturaleza fluye sola y que los panes integrales y los filetes se producen en una fábrica. Eso conlleva al desprecio y al olvido. Hay una manía demencial por intervenir sobre el medio ambiente con gente que no tiene experiencia, sólo técnica.

Tras la fuerza que ha cogido la Fundación Toro de Lidia, y viendo el resto de asociaciones que componen Alianza Rural, ¿no sería más lógico que el toro estuviera representado por esta entidad?

Ya sabes que la Fundación fue diseñada y creada por nosotros en la oficina de la Unión, y ya navega sola y la defenderemos a muerte siempre. Lo que pasa es que hablamos del mundo rural, no de la tauromaquia en general. Más bien del ganadero y el toro, de la acción del hombre y el toro en el mundo rural. La Fundación, a la que apoyaremos siempre, se dedica a defender jurídicamente a la tauromaquia como cultura, como compendio de la gran familia que somos, que tenemos demasiados problemas. Esto, sin embargo, es una perspectiva exclusivamente agraria, donde existe sólo el hombre y el toro. Los ganaderos ya defendemos en Bruselas los ataques que sufrimos con las políticas agrarias comunes mirando por el interés colectivo. Los temas exclusivamente sectoriales no los puede gestionar la Fundación. La Unión lleva muchos años defendiendo a los ganaderos y hemos sido además la génesis de la FTL y Alianza Rural.

Algunas veces da la sensación de que la representación de los taurinos está duplicada.

No, porque la Fundación no está llamada a resolver los problemas sectoriales. La Alianza Rural es muchísimo más amplia, cabe cualquiera que tenga interés en lo agrario, con intereses en la industria. Es ambicioso, había mucha gente y poco orden. Vamos, que nadie daba un paso para poner un dinerito e ir a la notaría. Ahora la abrimos y la donamos a la gran familia rural. Ahí entraría cualquier entidad para la defensa del toro, ojo. La idea es puramente lobbística. Si estamos todos juntos, representamos a 10 millones de personas.

¿Hay autocrítica por haber llegado a esta situación?

La culpa no sólo la tiene el Pacma, somos culpables nosotros también. No hemos sabido reaccionar antes. Desde hace mucho tiempo, se han incorporado filosofías alejadas de la cultura occidental, en cuanto a la relación del hombre con los animales y el medio ambiente, y han influido mucho. Equivocadas. Ese falso animalismo ha influido en la ciudad. No estábamos para transmitir nuestras cosas, que es el objetivo de este proyecto. Lo que consiga dependerá de todos.