La gestión de los veranos en Las Ventas es tristísima. Plaza 1 escurre el bulto, el hipódromo de Rafael García Garrido está definitivamente poco concurrido. ¿Quién está a los mandos de esta revolución? A las empresas se las mide en los meses duros, sobre todo si llegan pregonando un cambio.

En la capital siguen preguntando por Joserra, a ver esas campañas. A esto hay que darle una vuelta porque es una ruina para todos. Y las ideas las deben tener ellos, a poder ser con un poco de urgencia. Está comprobado que en Madrid hay gente. Las verbenas de los barrios están llenas. Las Ventas, mientras tanto, es un páramo castigada por el ferragosto mortal que cocía a un puñado de miles en la vitrocerámica de la piedra.

Sobre el Sáhara a Juan Ortega le salieron bien las cosas. Al segundo toro lo protestaron. Digo yo que por el perfil. No era un mastodonte, claro, más bien armónico. Antes, Ortega hizo un quite acotado a dos chicuelinas. La media, envolviéndose en el capote, fue pinturera de verdad. Todo ocurrió eficaz con la muleta: el inicio tuvo intensidad, doblado el matador para surfearle las embestidas interiores, al menos por el izquierdo. No se abría el toro. Juan Ortega deslizó un trincherazo con eco. Luego, fueron tres tandas, dos con la derecha con prestancia y una actitud de moneda al aire. No terminó de ligar. Al natural hubo temple, calidad, cosas sueltas, el trazo, la suavidad al ponérsela. Perfilado muy en corto, la estocada fue definitiva. Paseó la oreja agarrándola como una bengala en la oscuridad.

La fluidez se perdió en el quinto. Muy hecho el valdefresno, hondo, con los rizos, derribó al caballo y eso fue su perdición. La venganza del picador acabó con él. El puyazo fue largo y duro, Pelotito salió exhausto. Un manto espeso se echó sobre la tarde. Es verdad que el toro esperaba. Juan Ortega también.

Espada y el sexto se contagiaron las revoluciones. El joven madrileño alargó la faena con un final de circulares, dentro de los terrenos del toro, con suficiencia. Las dos estocadas fueron buenas. Y a sus dos toros los toreó en los medios. La reunión con el tercero coronó en un cambio de mano largo y templado. El cambiado por la espalda encendió los tendidos. El ay fue un suspiro de alivio. Fue otra faena a partir de ahí. Espada mantuvo el pulso hasta rozar el trofeo que se llevó una buena estocada sin muerte. No tuvo suerte Pepe Moral. Qué lote más infame.

FICHA DEL FESTEJO

Monumental de las Ventas. Miércoles, 15 de agosto de 2018. Tradicional corrida de la Paloma. Un tercio de entrada. Toros de Valdefresno, frágil 1º, se movió el 2º, y dos, el 3º que no humilló y 4º acabado de Hnos. Fraile Mazas, 5º sangrado en el caballo.

Pepe Moral, de tabaco y oro. Estocada caída y trasera (silencio). El cuarto se echó y fue apuntillado (silencio).

Juan Ortega, de blanco hueso y azabache. Buena estocada (oreja). En el quinto, estocada perpendicular y casi entera. Dos avisos. Un descabello (ovación).

Francisco José Espada, de coral y oro. Espadazo caído. Dos descabellos. Aviso (aplausos). En el sexto, estocada arriba (aplausos).