Se perfilaba Javier Jiménez frente al tercero de la tarde, sosteniendo en la espada el buen trazo de su faena. Brillaba el verde manzana en la luz amarillenta tan propia de Zaragoza. La música no había parado porque no llegó a sonar. El silencio de la suerte suprema se quebró en un cristal roto, atravesada la carne, roto el muslo alrededor de la rodilla derecha del sevillano. Echado sobre el lomo había pinchado. El acero dibujó una pértiga clavada en hueso, arqueada como el mástil que congeló Rosenthal en Iwo Jima. El derrote del toro hundió la punta en ese momento.

A la vez que caía Jiménez, un cabezazo le pasó silbando la cara, otro lo sujetó desde la barriga. Sobre el suelo, de nuevo lo cubrió el toro trasteando con las patas el cuerpo, amasijo de seda y capotes, rodeado de animalidad, despeinado el pelo rubio por las mortíferas cerdas de las puntas. Hubo un intento de continuar. Contraída la cara de dolor, entró a la enfermería.

Quedó suspendida la oreja con fuerza, colgando. Esa fue la única vez que mostró celo el toro. Javier Jiménez había amasado la condición del oponente, pasándole la rueda del muletazo templado, armado en la calidad. El inicio por banderas desprendió un trincherazo recortado. Tironcito que envolvió las figuras. En el tercio se puso a torear, la segunda raya. El toro apenas decía algo, consumido.

Javier Jiménez lo trató con suavidad. Los derechazos tuvieron muy buen aire, templados y despacio, manteniendo el ritmo en toda la línea que describe la muleta. Embroque y remate. La velocidad la imponía él. El toro la aceptaba sin más. Al natural, de uno en uno, igual. Se paró el toro y le ganó la distancia. Medio muletazo, la muleta atrás, dejándoselo llegar. Bien Jiménez. La faena no tuvo acompañamiento de música. Callada la gente también. Toreó el chaval, que ya es suficiente. Otra vez en una feria importante, afianzado desde abril. En el tintero queda Bilbao. Qué listos para apartarlo. Ese trazo no lo tienen otros tan cacareados. Ya ha cogido posiciones para 2017. De la espada rebotó directo al hule. Hay que funcionar en ese trance, eso también.

La de Fuente Ymbro fue una corrida de octubre. El final de temporada es la rebaja del campo bravo. Como esas cajas revueltas de El Corte Inglés de oportunidades: que salga el optimista que inventó ese eufemismo de mercadillo. Cada toro tenía un molde diferente, unidos todos por lo horribles, altos, despegados y montados que resultaron. Mención especial el quinto y el segundo, tan feo como la Susana Díaz de Guillermo, el viñetista de este diario.

Así la cabeza pequeña y el gran cuerpo por detrás. Desproporcionado. No daba mucha confianza verlo por la plaza, tan horrible. El trote desprendía una leve cojera, la guinda al despropósito de hechuras. Por dentro tenía buena intención sin cerrar. Alegre y distraído, suelto. La badana le colgaba.

Fandiño es cogido por el sexto de la tarde. Javier Cebollada EFE

Joselito Adame inició la faena sujeto a la barrera con la mano libre. El toro salía del revés, con el gusto por las tablas. Algo decía que se iba a rajar. Adame lo agarró. Se relajó en un trincherazo. Pronto se puso a torear por la derecha entre las cales, ligero, como el trote del bicho. Al natural cuajó tres o cuatro muletazos buenos, llevándolo, en dos series. Ahí estuvo la faena. Luego volvió a la derecha y las manoletinas cerraron el eficaz conjunto. Mató recibiendo, saliendo el toro disparado hacia la muerte. Eso descolocó al mexicano, que metió la espada esperando una arrancada menos explosiva, alcanzando así al final el trofeo.

Después, estuvo a punto de lograr otro. Desperezó las verónicas en una tarde de capotes dormidos o trastabillados. Soltó una mano en el remate. Este toro era otro no-dije. Todo pitones, escurrido, arrugada la culata. En ese armazón sobresalía el morillo como si viniera de África. Fue muy protestado. El presidente acarició el pañuelo verde.

Luego el toro resultó tener transmisión. La manera en la que embestía no era demasiado ortodoxa. Arrancaba derrapando, corría detrás de la franela a saltos. Sin humillar, la cara se elevaba a cada paso. Adame se encontró con eso y lo encauzó. No le tocó la muleta. Hubo momentos mejores, intermitentes. Hasta el fuenteymbro lo notó. Sin entrega de todas formas el bicho. Para el espectáculo, dicen. Ojú.

Joselito (Adame) anduvo listo cuajando el marcador de las dos orejas. Pero falló en la hora de matar, metiendo el hierro en los blandos. Luego un aviso. Un descabello sonó también. Recogió una sonora ovación. Fandiño se topó con tres mulos, incluido el sexto que mató por Jiménez. Iba a decir que olvidaría la tarde pronto, pero el navajazo con el que el último le abrió el muslo como un libro lo tendrá siempre. Ocurrió mientras le andaba para atrás, tensado el hilo por el gazapeo. No llegó a sacar la muleta. En la lidia del cuarto, a la salida de un par, el peón Limón de la cuadrilla del sevillano, vaya día, se encontró bajo los flecos del capote una bomba incendiaria. El torbellino lo alcanzó en la ingle con fuerza succionadora.

FUENTE YMBRO/ Iván Fandiño, Joselito Adame y Javier Jiménez

Plaza de toros de la Misericordia. Lunes, 10 de octubre de 2016. Tercera de feria. Media entrada. Toros de Fuente Ymbro, 1º flojo, mansito sin recorrido el 2º, 3º deslucido como el feo 4º, no humilló el 5º descompuesto, nada el 6º.

Iván Fandiño, de vainilla y oro. Espadazo entero (saludos). En el tercero, sartenazo. En el sexto, pinchazo, pinchazo, estocada casi entera desprendida (silencio).

Joselito Adame, de azul noche y oro. Estocada arriba en la suerte de recibir (oreja). En el quinto, estocada que hace guardia y estocada tendida. Un descabello Aviso (saludos).

Javier Jiménez, de verde manzana y oro. Pinchazo arriba en el único que mató.

Parte médico

Según informa Aplausos.es, Javier Jiménez "sufre una herida por asta de toro con orificio de entrada de 4 cms., a nivel del tercio inferior, cara interna del muslo derecho, con dos trayectorias: una ascendente de 12 cms. que produce desgarros en el músculo vasto interno, y otra externa, de 10 cms. que produce destrozos en los músculos vasto interno y vasto externo que llega hasta la cara externa del muslo sin llegar a perforar la piel, de pronóstico grave, que le impiden continuar la lidia. Se traslada a hospital Quirón de Zaragoza".

El banderillero Rafael Limón "sufre una herida por asta de toro en el triángulo de Scarpa del muslo derecho con orificio de entrada de 12 cms. y dos trayectorias: ascendente que alcanza espina del pubis y descendente que afecta al adductor mediano. Pronóstico menos grave que le impide continuar la lidia. Es trasladado al hospital Quirón de Zaragoza".

Según informa Mundotoro, Iván Fandiño sufre "herida por asta de toro a nivel de la cara antero-interna del tercio superior del muslo derecho con orificio de entrada de 15 cms. de extensión y trayectoria descendente e interna que afecta al músculo abductor mediano, contundiendo el paquete vascular de pronóstico grave que impide continuar la lidia".

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