Como muchos otros niños, mi sueño de infancia siempre fue ser deportista de élite. De pequeña era una enamorada de muchas disciplinas, sobre todo de la natación sincronizada. Sin embargo, pronto me di cuenta de que mi camino no seguiría estos pasos, sino otros muy cercanos.
Fue en ese momento cuando apareció el periodismo en mi vida, una forma diferente de estar en esos sitios en los que siempre había soñado ser protagonista. Contar todo tipo de historias y sucesos era otra de mis grandes pasiones. Estar en los lugares donde suceden los hechos y poder comunicárselos al mundo es una manera también de ser parte de ellos.
Soy Claudia Estévez, tengo 28 años y estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde comencé mi aventura en el trepidante mundo de la información y la comunicación. Después decidí dar el salto a Madrid para seguir formándome, donde cursé el Máster de Comunicación y Periodismo de la Universidad Europea.
Pero mis ganas de aprender no se detuvieron y es que uno de los aspectos que más me definen como persona y como periodista es que siempre quiero más. Por ello, para seguir mejorando mis aptitudes, busqué el mejor lugar para seguir creciendo.
Ahora, soy alumna del Máster de EL ESPAÑOL y la Universidad Camilo José Cela y estoy haciendo las prácticas en este diario en la sección de Reportajes. Aunque siempre me había apasionado el mundo del deporte, gracias a estas prácticas he descubierto nuevos horizontes que me han cautivado.
Claudia Estévez en la redacción de EL ESPAÑOL.
A través de este emocionante periplo en la sección de Reportajes he podido confirmar otras inquietudes que siempre había tenido, pero a las que nunca me hubiera imaginado que podía dedicarme. Es muy importante tener siempre la mente abierta a cambios y nuevas experiencias.
Una de ellas ha sido convertirme en periodista de sucesos. Algo que hacía unos meses no estaba en mis planes y que ahora se ha convertido en mi día a día en la redacción. Aunque es cierto que esta es una pasión que no es nueva para mí, ya que siempre fui fiel seguidora de series como El caso: crónica de sucesos.
De ella recibí emociones que ahora pongo en práctica en EL ESPAÑOL, ya que me generó una curiosidad que hasta entonces no había tenido. Y lo que es más importante, me despertó el interés por escribir sobre este tipo de situaciones que narran cómo es la vida en su máxima expresión, sin edulcorarla y dando la importancia que merece cada suceso, incluso a los más impactantes.
Aunque en mis apasionantes horas de trabajo en el periódico he podido acercarme desde la redacción hasta muchos de los rincones de España a través de estos sucesos, lo que más me ha impresionado de EL ESPAÑOL es la magnitud que tiene estar en uno de los medios más grandes del país.
Esta no es mi primera experiencia en una gran redacción. Sin embargo, nunca había trabajado en un medio generalista, formando parte de su día a día con decenas y decenas de compañeros que tratan la información desde diferentes ámbitos. Algo que me ha hecho experimentar desde dentro la gran versatilidad que tiene esta profesión.
Aunque si hay profesionales que saben adaptarse a todos los entornos posibles de una noticia son los que forman parte de las secciones de Reportajes. Mi función como miembro de este equipo se basa en cubrir los sucesos que acontecen incluso en los pueblos y municipios más pequeños de España.
Por ello, una parte de mi trabajo diario es rastrear medios locales en busca de esas pequeñas historias que también merecen su espacio en los grandes medios. Y encontrar esa forma diferente de contarlas, llegando hasta sus protagonistas y ahondando hasta el fondo del asunto para sacar a la luz toda la verdad por dura que sea.
Y así es como he podido crear algunas historias que ya forman parte de mi porfolio y de mi trayectoria profesional y que me han permitido realizarme tanto personal como laboralmente. Uno de esos casos que he podido investigar y que me impactó enormemente fue el caso de Sol, una madre que prostituyó a su hija de 9 años con dos octogenarios, uno de ellos exguardia civil, en el municipio de Monforte de Lemos (Lugo).
Gracias a mi labor de investigación, pude dar con el abogado de la acusación popular Amigos de Galicia, Francisco José Calvo, quien me permitió explorar el caso en profundidad para transmitir a los lectores de este periódico lo que sucedió desde 2016 hasta 2022 en el citado municipio de Lugo.
A través de casos como este, he podido aprender cómo trabaja una periodista de sucesos y cómo funciona la sección de Reportajes de EL ESPAÑOL. Y ahora, puedo decir que me siento preparada para afrontar el reto de formar parte de este gran equipo y de una redacción tan exigente como la de un medio referente nacional como este.
Sin embargo, durante este tiempo no solo he aprendido a estar encima de la actualidad y a cubrir sucesos de todo tipo, sino que también he podido desarrollar una vena periodística más social y cercana. Una serie de historias que me ha gustado mucho contar a lo largo de este verano han sido mis aventuras con varias familias numerosas.
Desde los Buendía hasta los Pérez-Mosso Bravo. Familias de hasta 10 hijos que se ven obligados a hacer malabares para llegar a final de mes o para poder planificar sus vacaciones ofreciendo a todos sus miembros las mismas oportunidades. Una manera diferente de ver la vida y de acercar una realidad muchas veces ignorada.
Durante todos estos meses, he formado parte de una dinámica activa en la que no he parado de crecer y en la que he descubierto de verdad lo que es ser periodista: buscar temas cada día, participar en reuniones semanales con los jefes de sección y directores del periódico, conseguir fuentes sea cual sea la situación y hacer propia cada historia, aportando un valor diferencial para ir siempre un paso por delante de la competencia. Y es que, tal y como he podido aprender y comprobar, ese es el gran sello de calidad de EL ESPAÑOL.
