Contar el mundo desde una redacción de Madrid puede parecer, en un primer momento, un ejercicio de distancia: "Pronto descubrí que se trata, más bien, de una forma intensa de conexión".
Hemos hablado con Carlos Subirá (Madrid, 1982), licenciado en Filología Inglesa y alumno del Máster de EL ESPAÑOL. Desde febrero de este año, se encuentra realizando las prácticas en la sección Mundo.
Lo que ocurre en Washington, en Pyongyang o en Ciudad de México se traduce aquí en decisiones rápidas, contraste de fuentes, construcción de enfoques y, a veces, una respiración contenida mientras se publica un titular con peso.
Así es el día a día en la sección Mundo de EL ESPAÑOL, donde cada jornada puede comenzar con un terremoto diplomático y terminar con un reportaje humano desde las entrañas de una dictadura.
"En estos meses he vivido una especie de aceleración del aprendizaje, entre cables internacionales, resoluciones judiciales, regímenes autoritarios y debates sobre política exterior estadounidense".
"Entré con la pasión -y el respeto- de quien se asoma por primera vez a un periódico nacional. Y pronto entendí que en la sección Mundo no hay tiempo que perder. Las decisiones editoriales se toman en minutos", matiza.
Las piezas, muchas veces, se redactan bajo presión. Y cada palabra importa: "Puede cambiar el sentido de una noticia o hacerla comprensible para quien jamás ha oído hablar del Consejo de Seguridad de la ONU o del Tribunal Supremo de Israel".
Uno de los mayores aprendizajes ha sido la importancia del enfoque. No basta con traducir lo que han dicho The New York Times o The Guardian.
El enfoque fue un término recurrente durante los meses del Máster en el campus, antes de comenzar las prácticas.
En EL ESPAÑOL, el objetivo es "aportar contexto, punto de vista y, si es posible, un giro que permita al lector español entender qué está en juego para él", afirma Carlos Subirá.
Y añade: "Por eso nos centramos en decisiones del gobierno de Trump que afectan a América Latina, en dictaduras que exportan represión a suelo europeo o en temas sensibles como el fentanilo, los migrantes o la inteligencia artificial aplicada a la vigilancia estatal".
La redacción de EL ESPAÑOL.
Una de las piezas que recuerda con más intensidad fue la que escribió sobre la persecución de un desertor norcoreano que cruzó a pie la frontera más vigilada del mundo.
Durante más de veinte horas, las fuerzas surcoreanas lo buscaron sin descanso antes de capturarlo a pocos kilómetros de la línea de demarcación.
La historia exigía precisión narrativa, comprensión geopolítica y sensibilidad humana: "Se trataba tanto de narrar una operación militar como de explicar qué lleva a alguien a arriesgar su vida para escapar del régimen de Kim Jong-un", explica.
Fue una prueba de ritmo, contexto y enfoque humano, "en una pieza que también funcionó muy bien en métricas SEO", señala.
También le tocó seguir de cerca el caso del último ciberataque masivo contra Ucrania, atribuido por las autoridades de Kiev a actores vinculados con la energética estatal rusa Gazprom.
La pieza exigía traducir términos técnicos al lenguaje periodístico, verificar fuentes en varios idiomas y enmarcar el hecho en la creciente tensión entre Rusia y Occidente.
Fue un trabajo de síntesis informativa, donde había que distinguir entre hechos, acusaciones y propaganda, sin perder claridad ni ritmo.
"En todo este tiempo he descubierto el trabajo silencioso pero esencial de verificar hechos, encontrar la foto adecuada, cotejar nombres y evitar errores", puntualiza.
Nada se publica sin un doble control, y cada pieza pasa por los ojos críticos de editores atentos a los matices y a los titulares.
"Trabajar con ellos ha sido un privilegio, no solo por lo que aprendes de estilo o precisión, sino por la visión de conjunto que tienen sobre lo que merece ser contado y cómo hacerlo", sentencia.
La sección Mundo le obliga a estar "despierto antes de que en América amanezca y a seguir escribiendo cuando en Asia se acuestan", pondera.
Pero lo mejor de todo es que, en medio del vértigo informativo, hay espacio para la reflexión: "Aquí he aprendido a buscar la historia en los pliegues de la geopolítica, a entender que las decisiones de un gobierno extranjero como el de Trump pueden cambiar el rumbo de una familia aquí".
