Las claves
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De acuerdo con el Observatorio Industrial de la Construcción, las mujeres constituyen apenas el 11,2% de la fuerza laboral en este sector, lo que deja claro que la construcción sigue siendo un ámbito mayoritariamente masculino.
Por ello, cada historia de una mujer que se dedica a la albañilería resulta especialmente llamativa, pues no solo rompe estereotipos, sino que también allana el camino para que otras puedan seguir sus pasos y avanzar hacia una mayor igualdad en el sector.
Un ejemplo de esto es Nerea, una española dedicada a la albañilería, quien ha compartido cómo fue su primer día trabajando en esta profesión.
Primer día de albañila
El sector de la construcción vive una época en crisis. Se trata de una profesión bastante envejecida, en España el 55% de los profesionales obreros tienen más de 45 años.
Por tanto, frente a los jóvenes que se distancian de este oficio, las mujeres ven abrirse un camino para poder dedicarse a la albañilería.
Precisamente Nerea ha vivido en persona ese caso. La joven española ha contado en redes sociales, más específicamente en su cuenta de TikTok @Nereaexplora, su experiencia como obrera en Australia, contando cómo vivió su primer día en la profesión.
"Soy obrera. Estoy reventada, pero tan contenta con mi primer día como albañil. Llego a las 7 de la mañana, estaban el jefe de obra y el supervisor. Me dicen: 'Hola, ¿qué quieres? y yo le digo que quiero trabajar", afirmaba en su vídeo.
A continuación, la albañila explicó cómo acabó convenciendo a sus jefes para que le dejasen trabajar. "Me dice: 'Pero es que hoy no nos hacen falta traffic controllers.'
De traffic nada, yo soy obrera albañila. Estaba viendo ya que me iban a mandar a casa. No sé en ese momento qué se apoderó de mí, que voy y le suelto: 'Mira, esto es lo que vamos a hacer. Por haberme hecho venir hasta aquí, ya me vas a tener que pagar 4 horas'", señaló Nerea.
La joven explicó que en Australia funciona así, cuando vas a trabajar a alguna obra siempre que no guardes responsabilidad, "te tienen que pagar cuatro horas aunque no las trabajes".
Así, la obrera consiguió que le permitiesen trabajar, solo que con una condición: tenía que usar un jackhammer o martillo mecánico.
"Les dije que por supuesto sabía usar uno, aunque no sabía ni lo que era eso. Pues yo ahí con el jackhammer. Cinco horas me han tenido con el jackhammer de arriba a abajo. Digo, se me caen los brazos, se me desarman los hombros", declaraba la joven.
Por último, la profesional de la construcción explicó cómo, pese al esfuerzo, pudo aguantar con el trabajo: "Si no podía hacer el trabajo iba a quedar, aparte de inútil y de floja, de boca chancla. Y yo, ahí estaba: aguanta, aguanta, aguanta. Luego me pidieron reordenar la basura. Al final viene el jefe de obra y me dice, 'Nerea, ¿puedes venir mañana?' Le dije que podía venir toda la semana".
