Las claves
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Montar una cafetería desde cero no es una tarea sencilla. Los trámites, la inversión inicial y la incertidumbre del mercado pueden hacer que muchos emprendedores se lo piensen dos veces antes de lanzarse.
Lorena, propietaria de la cafetería 'Bristol Koffee', conoce bien ese camino. Ella decidió apostar por un traspaso en lugar de abrir un local completamente nuevo, una decisión que, según cuenta, le permitió ahorrar tiempo y dinero.
"Yo estuve mirando para abrir otro local de cero, que no era cafetería, y se me iban mucho de números. Entonces, lo que hicimos fue coger un traspaso", explica.
Un camino complicado
El proceso no estuvo exento de complicaciones. Al poco tiempo de hacerse con el negocio, descubrió que la licencia del establecimiento no correspondía a la actividad que deseaba desarrollar.
"Cuando cogimos el traspaso, que era una cafetería, al mes de abrir hubo cambios y la licencia de cafetería pasó a ser de panadería", recuerda.
Ese contratiempo la obligó a realizar una modificación administrativa que, en un principio, parecía más costosa de lo esperado. "Al principio me dijeron que había que hacerlo todo de nuevo. Asustó un poquito", admite.
Finalmente, pudo resolverlo gracias al apoyo técnico: "Contacté con el ingeniero que hizo esto al principio y me dijo: 'Bueno, como conozco al ingeniero del ayuntamiento, le comento el caso'".
Aunque el proceso fue más sencillo de lo previsto, la experiencia la marcó. "Se solucionó pagando la migración a la cafetería, pero asustó", reconoce.
En total, la inversión inicial ascendió a 105.000 euros, una cifra que incluye el coste del traspaso, la pequeña reforma que realizó y, sobre todo, la maquinaria. “Fue lo que más subió”, comenta Lorena, consciente de que en la hostelería los equipos pueden suponer una parte importante del presupuesto.
El esfuerzo, sin embargo, parece haber dado sus frutos. Su cafetería factura una media mensual estable. "La media está entre los 11.500 y los 12.000 euros, más o menos", asegura.
Pese a ello, se trata de un negocio con altibajos a lo largo del año. "Siempre va a entrar gente, pero la facturación es diferente", explica.
El consumo, según apunta, varía según la temporada: "En verano viene menos gente, pero el ticket medio sube un poco", dice.
En cambio, cuando llega el frío, la tendencia se invierte: "De una limonada de 4 euros pasan a un café de 1,80, pero están los que les apetece acompañar el cafelito con algo".
Con una facturación sólida y una clientela fiel, Lorena demuestra que, aunque abrir una cafetería requiere una inversión considerable y no está exento de imprevistos, con planificación y constancia el negocio puede ser rentable.
