Publicada

Las claves

La conocida crisis de la vivienda ha traído consigo una impactante consecuencia: La generación de los inquilinos compuesta por adultos de entre 30 y 65 años.

La realidad es que los jóvenes ya no son los únicos afectados por los altos precios de la vivienda, sino que dicha cruda realidad ya ha alcanzado a cada vez más personas que deben mudarse constantemente en búsqueda de precios asequibles.

Este es el caso de Marcelo, que a sus 60 años todavía no es propietario de una vivienda y ha tenido que mudarse en numerosas ocasiones buscando una vivienda que "pueda pagar", según contó a la Cadena SER.

"No tenemos nada fijo"

Marcelo es jubilado y vive en Madrid, a sus 60 años confiesa que ve imposible dejar de ser inquilino aunque destina el 70% de su alquiler. "En los últimos diez años he tenido seis viviendas, ya no busco una casa que me guste, sino una que me pueda pagar", expresó.

Con ello, añadió que el sentimiento general es que "no tenemos nada fijo y eso nos hace vivir en incertidumbre".

La generación de inquilinos vive con un horizonte bastante nublado ya que hasta el 75% asegura que no espera heredar ningún piso y al menos siete de cada diez inquilinos confiesa no poder comprar una vivienda.

Según un informe publicado por el Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (IDRA), el problema no son solo los altos precios de la vivienda, sino que muchas veces estos inquilinos deben enfrentarse a grandes inversores para acceder a un piso.

Además de esto, según el informe de IDRA, al menos seis de cada diez inquilinos lleva menos de cinco años en su vivienda actual y al menos un tercio de los que se han mudado lo han hecho de manera involuntaria.

El problema principal, además de la incesante subida de precios, es que también cada vez son más los propietarios que optan por alquilar sus viviendas temporalmente, es decir, alquiler vacacional o con una fecha de finalización del contrato.

El motivo detrás de esta tendencia es el constante miedo de que un inquilino entre a la vivienda y acabe convirtiéndose en un okupa. Lo cual no solo generaría importantes pérdidas económicas para el propietario, sino que sería un proceso legal considerablemente largo.

Por otro lado, la población joven ve complicado dar el paso a la independencia. La edad media de emancipación en la Unión Europea es de 26 años; en España es de 30 años.

De esta manera, el problema de la vivienda ha llegado a un punto tal que ha creado una importante brecha de desigualdad entre inquilinos y propietarios, que, además, con la escasez de oferta y el estancamiento de los salarios no parece dar tregua.