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Las claves

En los últimos años, muchos han sido los jóvenes españoles que han empezado a mirar hacia otras capitales europeas en busca de oportunidades que sienten que su propio país ya no les ofrece.

La falta de estabilidad laboral, los salarios bajos y la sensación de estancamiento empujan a una generación preparada a buscar alternativas fuera. Y Bruselas, con su carácter internacional, se ha convertido en uno de esos destinos elegidos.

Entre quienes han tomado esta decisión está Roger Gutiérrez, un periodista de 25 años que tal y como reconoce a EL ESPAÑOL, se marchó principalmente por estar decepcionado con España. "Siento que allí, la cosa está muy difícil para los jóvenes… la gran mayoría de mis amigos con carreras universitarias están un poco frustrados por la falta de trabajo y oportunidades", afirma.

Tras meses de preparación, decidió dar el salto. Y es que "previamente ya había vivido en Buenos Aires y Toronto, y me apetecía volver a salir fuera 'a buscarme la vida' y seguir construyendo mi camino", explica.

Roger llegó a Bruselas "el pasado 1 de octubre" y comenzó a trabajar "como autónomo, colaborando como periodista y como creador de contenido para distintos medios digitales".

Sin embargo, esa independencia trajo consigo nuevos ingresos, pero algo inestables. "Honestamente, el sueldo como freelance es muy variable", reconoce Roger, explicando que sus colaboraciones no proceden de medios belgas, sino que "son con medios españoles y las piezas pueden ir desde 65 euros a 150".

Unas cifras que no casan con el alto coste de vida de la capital, pero que a Roger no le queda otra que asumir debido a la falta de oportunidades en su país natal.

Sin embargo, explica que "vive en un coliving, una opción muy habitual en la ciudad. Casas de 10 personas -hay incluso de hasta 30-, llenas de gente internacional con precios alrededor de 800 euros la habitación".

Aunque admite que "en mi caso tengo baño privado, si buscas bien, puedes encontrar mejores opciones por 600 o 700 euros".

Y es que si se puede recortar en algo para ahorrar, todo será bienvenido, ya que, según explica el joven, el día a día en esta ciudad tampoco resulta más económico.

"En general es todo un poco más caro. El café no baja de los 4 euros. Una cerveza pequeña tampoco baja de los 3 o 4, y si ya pides una grande te puedes ir hasta los 7 u 8", detalla, haciendo hincapié en que "yo que he vivido en Barcelona, todo me parece un 20% más caro".

Comer fuera, asegura, rara vez baja de 20 euros por persona. Incluso las necesidades básicas pesan en el presupuesto: "Ir a cortarte el pelo aquí oscila los 30 euros, el bono mensual de transporte son 55… el billete sencillo cuesta 2,30".

Aun así, Roger intenta mantener la motivación. Pues, aunque ahora mismo, ni Bruselas es fácil, siente que al menos allí puede construir un camino que en España, por ahora, no ve posible.