Las claves
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Es algo así como una verdad incómoda conocida por todos: ahora los electrodomésticos no duran como los de antes. Y es que la lavadora o el frigorífico, cuanto más moderno es, menos dura si se compara con otros similares de otras épocas.
Y es que términos como ‘lo compré cuando me casé’, o ‘lleva con nosotros un porrón de años’ parecen haberse quedado olvidados en el baúl de los recuerdos. ¿Por qué ya no duran tanto los electrodomésticos?
Paul Charmbury, un británico con más de 40 años de experiencia reparando electrodomésticos, lo tiene claro: “El enemigo al que nos enfrentamos es la obsolescencia programada”. Así lo ha afirmado en un vídeo de YouTube.
¿Qué es la obsolescencia programada?
Se conoce como obsolescencia programada a la estrategia utilizada por algunos fabricantes para diseñar productos, entre ellos, los electrodomésticos, para que tengan una vida útil limitada de manera intencionada.
Es decir, que una vez ese aparato ha pasado un determinado número de años, empieza a fallar. Y eso obliga a los consumidores a tener que reemplazarlo. Porque repararlo no sale a cuenta.
“Estoy harto de tener que comprar una lavadora nueva cada 5 o 7 años porque no es rentable repararlas”, confiesa Paul.
En el vídeo, pone el ejemplo de un tambor sellado de las series 4 y 6 de Bosch y Siemens: “Las piezas que antes eran asequibles y fáciles de sustituir, como los cojinetes y la junta del tambor o la araña que sujeta el tambor, ya no son accesibles en estos nuevos tambores sellados”.
Y continúa: “Esto significa que las dos mitades del tambor están soldadas entre sí, en lugar de tener clips o tornillos que permitan separar el tambor y sustituir los componentes si se desea”.
Por eso, y siguiendo sus palabras, con esta táctica los fabricantes lo que hacen es asegurar que “el público en general tenga que comprar una máquina nueva cada tantos años”.
Un proceso en el que, además, “pueden acabar con la mayor parte del sector de las reparaciones en lo que respecta a las pequeñas empresas o a los aficionados al bricolaje que quieren reparar sus máquinas”.
Por eso, defiende que las máquinas deberían poder repararse durante un periodo indefinido si el consumidor desea hacerlo. “No deberían acabar en el vertedero porque un fabricante haya incorporado deliberadamente la obsolescencia a la máquina”, reclama.
Volviendo al ejemplo de la marca Bosch, pone precio a la sustitución del tambor antes indicado. “El tambor de esta máquina cuesta más de 360 libras (409 euros). La única diferencia entre el tambor antiguo y el nuevo eran, aproximadamente, 10 tornillos que unían las dos mitades del tambor, lo que permitía acceder a los cojinetes y a la araña si se deseaba sustituirlos”.
Y añade: “Ahora los fabricantes no utilizan tornillos sino que utilizan pegamentos y sueldan el plástico. Por lo tanto, las dos mitades del tambor son inseparables. Hay que comprar un tambor nuevo”.
Porque, tal y como explica, y en el momento en el que grabó el vídeo, la lavadora costaba poco menos de 500 libras (568 euros). “Y si hay que pagar 360 libras (409 euros) por un tambor nuevo, no lo vamos a hacer. Vas a salir a comprar una lavadora nueva, que es lo que quieren que hagas”, concluye Paul.
