Las claves
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Hay quien se levanta temprano para coger el metro o el autobús. María, en cambio, se levanta antes de las cinco de la mañana para volar más de 800 kilómetros.
Vive en Sevilla, pero su trabajo está en Barcelona. Y aunque su historia parece una exageración, es cada vez más real en una España donde el alquiler se ha convertido en un lujo.
"No siempre es fácil, pero sé que lo que hago me acercan a los objetivos que quiero cumplir", dice al comenzar su jornada. Con 28 años y un 75% de discapacidad visual, su rutina arranca cuando aún no ha amanecido.
"Empiezo el día volando, despertándome a las 05:00 de la mañana y diciendo adiós a mi querida Sevilla para ir a Barcelona, que es donde trabajo", explica.
María comparte en sus redes sociales escenas de su día a día. Aunque este proceso lo hace una vez a la semana, confiesa que no es nada fácil. "Solo viajo los fines de semana a Sevilla para estar con la familia", confiesa.
Cuando tiene que hacer estos viajes, después de aterrizar, pide asistencia en el aeropuerto, un servicio gratuito para personas con discapacidad.
"Voy 'modo guay' en el cochecito hasta la parada del autobús, que es lo siguiente que necesito coger para poder llegar a mi trabajo", relata.
Desayuna deprisa, siempre lo mismo: un bocadillo de tortilla con mayonesa "para tener energía para lo que me queda de día".
Después trabaja toda la tarde, atiende llamadas y cierra operaciones... y es que su empleo está relacionado con el sector inmobiliario.
Todo esto, antes de coger otro vuelo o tren de regreso a su casa. "Me voy para casa reventada, con las maletas a cuestas todavía, deseando coger la cama", explica exhausta.
Viviendo entre dos ciudades
María forma parte de un fenómeno que va en aumento: el de quienes viven en una ciudad y trabajan en otra, a cientos de kilómetros.
Según el Observatorio de Movilidad de Renfe, los desplazamientos interurbanos diarios por motivos laborales, crecieron un 18% en dos años, en parte por el encarecimiento del alquiler.
El precio medio del alquiler en Barcelona supera ya los 1.100 euros mensuales, según el portal del Ministerio de Vivienda, más del doble de la media andaluza.
Y es que, la historia de María ilustra el extremo al que llega la precariedad habitacional: hogares encogidos, jóvenes y mayores de 40 años que comparten piso con varias personas o jóvenes que pasan el día en tren para poder trabajar donde hay empleo.
Las llamadas, 'ciudades dormitorio' están dejando paso a otro fenómeno: aquellos profesionales que se desplazan por aire cada semana para poder sobrevivir a la brecha inmobiliaria.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), refleja que el 73% de los jóvenes españoles considera que el precio de la vivienda es su principal preocupación.
