Las claves
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Hace un año, la vida de Juan Ángel dio un vuelco. La dana que azotó la Comunidad Valenciana en 2024 no solo arrasó su vivienda en Catarroja, sino también su estabilidad.
"Me quedan 10 años de hipoteca de una casa que ya no tengo", resume con amargura en el programa Y Ahora Sonsoles, un año después del desastre.
Juan Ángel recuerda perfectamente aquella noche. El agua subió un metro y medio y, tras limpiar durante días con la ayuda de voluntarios, llegó el derrumbe.
El adiós a toda una vida
"Empezamos a oír cómo caían azulejos, ladrillos... A la mañana siguiente, cuando nos levantamos, había grietas que cabía el puño dentro de los muros. Los bomberos nos sacaron de casa con lo puesto porque los muros de carga cedieron", relata.
Desde que ocurrieron los acontecimientos, su familia ha vivido en cuatro casas distintas. "Desde entonces, nos hemos movido ya en cuatro casas: de amigos, de familiares, de gente que nos ha acogido...", explica.
Actualmente, Juan Ángel y su familia viven en una vivienda cedida por un compañero de trabajo, aunque la situación vuelve a ser incierta.
"Nos cedieron una casa hace nueve meses. Hemos estado allí hasta ahora, pero por circunstancias debemos dejarla dentro de un mes", relata.
A la tragedia material se suman las dificultades burocráticas. El seguro, el consorcio y las ayudas estatales no han sido suficientes para levantar una nueva vivienda.
"El seguro nos pagó 130.000 euros. Derribar las cinco casas costó 168.000 euros, que tuvimos que asumir nosotros. Hacer el estudio del arquitecto para levantar las casas nos ha costado 60.000 euros. No salen las cuentas", lamenta.
Y por si fuera poco, el Ministerio del Interior le denegó recientemente una ayuda de 60.000 euros: "Nos la han denegado porque hemos cobrado el 100% del consorcio y dicen que no nos hace falta ayuda".
Con la voz resignada, Juan Ángel admite que no ve un horizonte claro sobre recuperar su vivienda. "Ahora mismo, a corto o medio plazo, no lo veo", concluye.
Juan Ángel, como tantos otros afectados, enfrenta ahora la incertidumbre y la pérdida, recordándonos la magnitud del impacto que la dana ha dejado en sus vidas.
