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Siete millones de personas suelen pasar cada año por la mayor fiesta de la cerveza del mundo: el Oktoberfest de Múnich. Y, como suele suceder en aquellos sitios donde hay mucha aglomeración de personas, no faltan los carteristas.

“Aquí no soltamos a los carteristas el mismo día como en España”, afirmó a EL ESPAÑOL Christian Drexler, portavoz de la comisaría que está ubicada en este recinto ferial y de la policía de Múnich.

Y añadió: “Este año han venido muchos carteristas de Barcelona. Contamos con el apoyo de policías de Barcelona, que los reconocieron y los detuvieron. En España, pagan 200 euros y a la calle. Aquí no”.

Fachada de la comisaría de policía ubicada en el Oktoberfest. Valentín Bustos

¿Cuál es el modo de proceder en Alemania respecto a los carteristas que lo diferencia del de España?

“Aquí una vez se detienen pasan a arresto preventivo. Suele durar quince días y, después, pasan a un tribunal que es el que decide la pena a aplicar”, relata el portavoz policial de Oktoberfest.

Más de 600 policías

El dispositivo policial es grande en el Oktoberfest. De hecho, estamos ante una de las comisarías más grandes de Baviera, con unas 42 hectáreas. En total, trabajan unas 600 personas durante los 16 días que dura el evento.

“Son todos policías voluntarios de Múnich. Hay más voluntarios que personas podemos aceptar”, indicó Drexler. Además, cuentan con el apoyo de otros cuerpos policiales de otros países, como ya ha quedado reseñado.

También de los Carabinieri italianos. Estos se hacen notar más en el fin de semana que se conoce como ‘de los italianos’, por la gran afluencia de personas de esta nacionalidad.

Volviendo a los 600 policías de Múnich, estos se reparten en 20 grupos diferentes. Y cada grupo lo conforman seis policías. Además, hay cinco unidades que están en reserva.

Detención en directo

Dentro del complejo policial (que, por cierto, es el único que no se desmonta cada año, algo que sí sucede con las carpas donde se celebra la fiesta), asistimos a una detención de un ‘camello’ en directo.

Dentro del recinto, en una de las salas existe una gran pantalla que controla los diferentes rincones del recinto. En total, 54 cámaras. Y, en una de ellas, se puede ver cómo un ‘camello’ está pasando papelinas y cobrando a sus clientes.

Pasan entre uno y dos minutos cuando policías de paisano lo rodean. El delincuente levanta las manos, a modo de rezo. No ha pasado ni un minuto cuando otros seis policías hacen acto de presencia en el lugar.

El recinto cuenta, asimismo, con una celda individual, además de otra con capacidad para unas 10 personas. Y los policías cuentan con el apoyo de siete perros ‘anti bomba’ que, junto a los policías, recorren las carpas todos los días antes de abrir.

Este año, una amenaza de bomba hizo que el dispositivo aumentase con 40 perros más. Y unos 300 agentes rastrearon la zona hasta que el recinto volvió a abrir a las 5 de la tarde (el horario de apertura arranca a las 20 de la mañana).

“Este año el número de detenciones estará en torno a las 750 personas en 16 días. Es decir, entre 50 y 60 arrestos diarios”, recopila Christian Drexler. Cantidad que, como matiza el portavoz, incluye también a borrachos, “no todos son delincuentes”.

Por último, los detenidos no suelen estar mucho tiempo en la cárcel del recinto. Como mucho, unos 45 minutos. Los trasladan rápidamente al cuartel policial central, fuera del recinto, que es el que se encarga del papeleo. De esta manera, los policías se centran en su labor y no pierden el tiempo con la burocracia.