Jean tiene 21 años y vive en Barcelona con su pareja y sus tres hijos pequeños, de 1, 5 y 7 años. La familia sobrevive gracias a trabajos mal pagados y sin estabilidad, lo que hace que el dinero nunca alcance para sus necesidades.
Nunca han podido alquilar una vivienda digna y vivían en Badalona, junto a unos familiares suyos en su misma situación.
Cansado de tanta precariedad, Jean tomó una decisión desesperada. Quería darle una casa digna a sus hijos, donde tuvieran un "cuarto para ellos" y no dudó en hacerlo okupando. "Sí, soy okupa, pero no porque quiera, sino porque no tengo otra salida", dice con firmeza.
Tal y como cuenta en pleno directo en Espejo Público, con los pocos ahorros que tenía, pagó 1.500 euros a unos jóvenes que le dieron las llaves de una caseta situada al lado de un colegio.
Un pago con el que pensó que, al fin, tendría un lugar digno para su familia. Sin embargo, poco después descubrió que el inmueble era propiedad del Ayuntamiento.
Desde entonces, vive bajo constante tensión con las autoridades. Primero le cortaron el agua. Y ahí empezaron las amenazas: si no tenía agua corriente, podían quitarle a sus hijos.
Poco después, los servicios de protección de menores aparecieron en su puerta.
Ante esta situación, su mujer decidió volver a Badalona hasta que se solucione el asunto. Y es que aunque intentan poner punto y final a su situación, mientras tanto, los padres no quieren quedarse sin sus hijos.
Jean insiste en que no se niega a marcharse, pero pide una alternativa. "Me voy encantado, pero que me den una opción para mis hijos", repite.
El problema es que, al no estar empadronado, no puede acceder a ayudas sociales, ni optar a vivienda pública, ni matricular fácilmente a sus hijos en colegios cercanos. "Sin padrón no tengo nada. Solo presiones", lamenta.
En apenas tres semanas, calcula que más de 70 patrullas han pasado frente a su puerta. "Se gasta más en vigilarme que en ayudarme", critica.
Sin embargo, confiesa que no encuentra la solución, que la zona "está más limpia y cuidada desde que están ahí" y que lo único que quieren es "que mis hijos duerman tranquilos y estudien como cualquier niño".
Él trabaja de vez en cuando como operario de la construcción o repartiendo paquetes con su patinete, mientras su pareja trabaja limpiando casas. Aun así, entre ambos, apenas logran lo básico para poder mantener a la familia.
El joven aclara que no pretende quedarse con algo que no le pertenece, ya que incluso él "no está a favor de la okupación", solo quiere empezar de nuevo con un mínimo de dignidad.
Por ello, hace hincapié en que incluso estaría dispuesto a mudarse a un pueblo donde haya muchas casas cerradas, siempre que le dieran esa oportunidad.
