Marcos Méndez es campeón de España de Turismos, un título que le dio reconocimiento pero no la estabilidad económica que muchos imaginan. Y es que contrario a lo que la mayoría imagina respecto a la vida de un piloto, su historia muestra el contraste entre el sueño de convertirse en un profesional en este campo y los enormes sacrificios financieros que implica dedicarse al automovilismo.
El salto de Marcos a nuevas categorías
En una plática con el influencer Eric Ponce, Marcos conquistó el Campeonato de España de Turismos, el año anterior, conduciendo un Peugeot 308, un coche de calle transformado en máquina de competición. Sin embargo, ganar no significó vivir del automovilismo.
Según cuenta, el título aporta prestigio y palmarés, pero no ingresos suficientes para sostener una carrera. Por eso, su objetivo actual es dar un salto a una categoría superior: el Campeonato de España de Gran Turismo.
En Montmeló tuvo la oportunidad de probar un Porsche GT3 Cup 992, un coche radical con 510 caballos de potencia y sin ayudas electrónicas como ABS o control de tracción. El test fue un examen crucial: si convencía al equipo, podría formar parte de la nueva temporada en una categoría más competitiva, aunque el riesgo era alto, ya que cualquier accidente debía pagarlo de su propio bolsillo.
Los costes ocultos de ser piloto
Marcos fue claro: este no es un mundo solo de talento, también de dinero. Una carrera puede costar alrededor de 200.000 euros, y un simple test como el que realizó alcanza los 15.000 euros, incluyendo el alquiler del coche, mecánicos, neumáticos y combustible.
Incluso un golpe en pista puede suponer decenas de miles de euros, con seguros que tienen franquicias mínimas de 25.000 euros.
El apoyo de patrocinadores es escaso y no basta con aportaciones pequeñas: 5.000 euros apenas cubren unas pastillas de freno. Para competir se necesitan aportaciones de 50.000 o 100.000 euros, algo que muy pocos logran. “Aquí eres un cliente”, admite Marcos, explicando que los equipos priorizan mantener pilotos que paguen antes que promover talentos sin respaldo económico.
Entre el sueño y la realidad
Aunque sueña con competir algún día en las 24 Horas de Le Mans, Marcos es consciente de que la vía más realista puede ser financiar sus propias carreras con los ingresos de su otra profesión: la arquitectura. A pesar de ello, mantiene la disciplina de entrenar en simuladores, estudiar telemetría y prepararse físicamente, demostrando que la pasión sigue intacta.
Su historia refleja el lado menos visible del automovilismo: detrás de cada vuelta hay sacrificios, deudas y decisiones difíciles. Convertirse en piloto profesional en España no depende solo de la habilidad al volante, sino también de la capacidad de sostener económicamente un sueño que, como dice Marcos, es “un hobby muy caro”.
