En muchos hogares de España, madres como Carmen enfrentan situaciones que nadie debería vivir. Elegir entre pagar las facturas o dar de comer a sus hijos es una decisión desgarradora que nadie quisiera tener que tomar.
"Cuando tienes que decidir si pagas o comen los niños, evidentemente comen los niños", dice Carmen en El Programa de Ana Rosa, resumiendo en pocas palabras la lucha diaria de su familia.
Y es que su día a día es un constante esfuerzo. "Es maniobrar a duras penas, la verdad. A duras penas", explica. Su sueldo apenas llega a los mil euros y, aunque a veces trabaja en dos empleos y su marido también aporta con su nómina, nunca les alcanza para vivir con tranquilidad.
Aun así, Carmen se conforma con lo básico. "Si el sueldo me dura un par de días en el banco, porque aún quedan cosas por pagar, yo ya estoy contenta", confiesa. Y es que tal y como explica, ella no quiere gastar en lujos, el dinero desaparece en lo esencial, "en comer y en pagar".
Cuando todos sus hijos vivían en casa, la situación era aún más complicada. "Teníamos que decidir prioridades, y la prioridad era que los niños comieran".
Eso la llevó a pedir préstamos que aún está pagando. Ahora, con su hijo mayor ya independizado con su mujer y sus hijos, trata de ponerse al día, aunque sabe que será un proceso largo.
Y es que lo que para muchos es algo habitual en el día a día, para Carmen resulta un lujo. Incluso algo tan simple como hacerse las uñas ha sido posible solo gracias a un regalo: "Mi cuñada me las regaló, porque tenemos una boda y me las pago ella", recuerda entre risas.
Esta madre confiesa que no puede ni comprar ropa, algo que muchos consideran de primera necesidad. Sin embargo, Carmen recurre a lo que encuentra en su barrio, siempre buscando precios bajos: "Las niñas que venden ropillas, es lo único que puedo".
Lo que más le frustra es ver cómo todo sube menos los sueldos y es que "ya no es solo comer y vestirse, también hay que pagar agua, luz… y todo sigue subiendo, mientras los sueldos no".
No obstante, a pesar de todo por lo que está pasando, se siente afortunada por tener trabajo y porque su marido también lo tenga. Pero no deja de pensar en quienes lo tienen peor.
"Millones de personas que cuentan, quizás, solo con una simple ayuda familiar, o no tienen nada...¿qué harán esos?", reflexiona con tristeza.
Unas palabras que reflejan la historia de miles de familias en España que luchan cada día contra la precariedad. Sin embargo, Carmen lo hace con fuerza, con amor y con una prioridad clara: que a sus hijos nunca les falte un plato en la mesa.
