Es una realidad que el sector agrícola vive una época complicada en España. La burocracia y restricciones que tienen los trabajadores del campo sumado a la competencia desleal por parte de otros países acaba por complicar su negocio.
De hecho, para muchos esta competencia puede significar un pago tan bajo que les supone un nivel de pérdidas con el que optan por tirar sus productos a la basura.
Así, Clara, una agricultora influencer ha contado cómo es su experiencia en el campo y cómo le afecta que los clientes opten por comprar frutas y verduras de otros países.
Producto nacional
España tiene un sector agrícola lleno de historia y vital para la economía, pero que hoy atraviesa tiempos difíciles. La competencia desleal y los precios de importación presionan constantemente a los productores. Muchos agricultores ven cómo su trabajo y sus productos de calidad pierden valor frente a alternativas más baratas.
A esto se suma una burocracia europea cada vez más pesada. Los trámites, controles y normativas consumen tiempo y recursos que los agricultores necesitarían para producir y vender. La gestión de estas obligaciones administrativas limita la capacidad de reacción y frena la innovación en el campo.
El resultado es un panorama lleno de incertidumbre. Los productores deben decidir entre ajustar precios a niveles mínimos o arriesgarse a perder mercado. Garantizar la sostenibilidad de la agricultura española requiere cambios urgentes, tanto en política nacional como europea.
De tal manera, en muchos casos lo que se acaban viendo en los supermercados son productos de países como Marruecos, Egipto, Costa Rica o Sudáfrica.
Al final en estos países, debido al bajo valor de su moneda, acaba siendo más barato producir las frutas y verduras, y en comparación con lo que les cuesta a los agricultores españoles, estos se ven obligados a vender sus productos por debajo de su valor.
Por esa razón, en el canal de Youtube de Jaime Gumiel, la agricultora Clara (agricultora.riojana) decidió compartir su experiencia.
"No se puede competir porque, con esos precios, es imposible. La gente dice que valora el producto nacional, pero al final valora a veces más su bolsillo, porque tiene que ajustarse para poder comer, y al final compra de fuera", afirmaba la trabajadora.
Asimismo, también contaba cómo usan los precios de otros países para pagarles menos por sus productos, aunque uno pueda ser de mejor calidad que el otro, una situación que le perjudica constantemente.
"Ya no es solo eso, es que a veces vas a vender tu producto y te dicen que ellos lo pueden comprar por otro precio, y aunque no fuera real, ya te lo van a bajar. Y al final no tiene nada que ver un producto con otro", indicaba Clara.
Esto supone una situación de desesperación para los agricultores, que ven cómo no se valora su profesión y en muchos casos optan por deshacerse de sus productos antes de venderlos tan por debajo de su coste de producción.
"El año pasado, al intentar venderla, tenías muchos kilos y querían pagar la mitad del precio del año anterior, y es que me daba rabia, así que preferí tirarla", rememoraba la agricultora. "Si todos vamos a pasar por el aro, al final lo que conseguiremos es ir en nuestra contra. Somos nosotros mismos los que bajamos el precio de las cosas, así que no deberíamos permitirlo".
Ante esta situación y la manera que influye la cadena de distribución en sus precios, muchos agricultores como Clara optan por vender directamente al público. De tal manera, los clientes acceden a un precio más justo y los agricultores pueden rentabilizar su producción.
