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Además de oposiciones para Educación, Seguridad Social o el sector sanitario, son muchos que también se aventuran a convertirse en funcionario de prisiones.

Son puestos de trabajo que en muchas ocasiones tienen hasta cuatro días libres a la semana. Sin embargo, la vida dentro de una prisión es muy diferente a lo que se ve en las películas o series como Prison Break, Cadena perpetua o La milla verde.

Así, para conocer la realidad de primera mano, Óscar, un funcionario de prisiones, ha compartido su experiencia en su día a día.

La vida de un funcionario

Un funcionario de prisiones es un encargado de mantener el orden y la seguridad dentro de los centros penitenciarios. Su labor principal es supervisar a los internos y garantizar que cumplan las normas establecidas por la ley.

Además de la vigilancia, su trabajo puede incluir controlar movimientos dentro del centro, mediar en conflictos o colaborar en programas de rehabilitación. Debe estar preparado para situaciones de riesgo y suponer una figura de autoridad para cumplir su tarea.

De tal manera, con sus 16 años de experiencia, Óscar contó cómo era su experiencia como funcionario de prisiones.

"Un funcionario de prisiones que está en los módulos de alta seguridad —que es donde tienes a reincidentes— está en alerta 24/7, incluso cuando está en casa", confesaba el trabajador.

De hecho, Óscar contó cómo le había afectado su puesto: "Yo hace tres años que me fui de los módulos para trabajar en otra parte de la prisión y, a día de hoy, todavía me cuesta dormir. Hay días en los que me levanto en alerta cuando escucho un ruido que no es habitual".

En el caso de la manera que afectaba a los otros trabajadores, el hombre hacía especial énfasis en cómo gente que no tiene experiencia previa se ve superada por el cargo. "Casi el 100% de las personas que entran en prisión como funcionarios son gente con sus carreras, personas normales con sus familias, historias y demás. No han visto nunca una cárcel ni han vivido en barrios conflictivos. Es otro mundo", indicaba.

Lo cierto es que dentro de una prisión se pueden encontrar cuatro tipos de puestos de trabajo: "Están los de oficina, que no tienen relación con los reclusos; la gente que está en área mixta, que se dedica a llevar a los de mantenimiento, suministros y que sí tiene relación con los presos".

"Los de vigilancia interior 2, que se ocupan de la parte de los presos que tiene que ver con el exterior, es decir, las comunicaciones; y luego está el servicio de vigilancia interior 1", señalaba. Este último se encarga de tener un contacto directo y diario con los internos en las zonas de la prisión.

Óscar declaró: "El turno más extendido en V2 son dos días de trabajo —de 8 de la mañana a 22 de la noche— y cuatro días libres. Y los que están dentro, es decir, en V1, trabajan 14 horas el primer día (de 8 a 22), el segundo día igual y el tercer día de 9 de la noche a 8 de la mañana. Luego tienen cinco días libres".

Con puestos con tanto desgaste físico y mental como puede ser el de vigilancia, resulta curioso saber si los funcionarios tienen algún plus sobre su sueldo que justifique exponerse a estos riesgos. Sin embargo, está lejos de significar una fortuna para los trabajadores.

"En los módulos de aislamiento sí que se cobra un plus de peligrosidad, que es una ridiculez: 86 euros. A finales de los 80 pagaban ese plus en 15.000 pesetas y en 2023 pagan 86 euros, que serían unas 14.000 pesetas de las antiguas. No ha ido a más, ha ido a menos. Para que veas un poco el nivel de abandono", confesaba Óscar.