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Comprar una vivienda es uno de los pasos más importantes en la vida de cualquier persona, pero también una de las operaciones financieras más complejas. Aunque muchos miran directamente el precio del inmueble y el tipo de interés del préstamo, la clave no está ahí. Lo que realmente marca la diferencia es el perfil económico de quien solicita la hipoteca.

Los bancos no se fijan solo en los números del euríbor o en las ofertas de tipos fijos y variables. El análisis comienza mucho antes, con un estudio exhaustivo de la estabilidad laboral, los ingresos y la capacidad de endeudamiento del cliente. Estos factores son determinantes para decidir no solo si se concede el préstamo, sino en qué condiciones y con qué intereses.

La obsesión por el euríbor ha eclipsado otros criterios igual o más importantes para las entidades. Según explica el experto hipotecario José Paino, los bancos valoran sobre todo la seguridad que transmite el solicitante. Tener un contrato indefinido, especialmente en una empresa sólida o en la administración pública, es uno de los elementos más valorados.

Otro factor esencial es la ausencia de deudas. Cuantas más cargas aparezcan en el historial crediticio —préstamos personales, tarjetas de crédito o financiaciones pendientes—, menor será la confianza del banco. En cambio, una persona con las cuentas saneadas y un nivel bajo de endeudamiento transmite solvencia y responsabilidad financiera.

Los ingresos mensuales son otro de los pilares básicos. Aunque no existe una cifra única, los bancos coinciden en que la cuota hipotecaria no debe superar el 35 % de los ingresos netos. Este margen garantiza que el cliente pueda hacer frente al préstamo sin comprometer su estabilidad económica.

Además, aportar una entrada superior al 20 % del precio de la vivienda es muy positivo. No solo reduce el riesgo para la entidad, sino que demuestra capacidad de ahorro y disciplina financiera, dos cualidades muy valoradas en este tipo de operaciones.

La importancia de la previsión

José Paino lo resume de manera clara: "Cuanto mejor preparado esté el perfil, más fácil será negociar con el banco". Esa preparación comienza mucho antes de sentarse a firmar en la notaría. Implica organizar las finanzas, liquidar deudas menores y mantener una trayectoria laboral estable.

Los solicitantes que llegan al banco con este trabajo previo suelen acceder a mejores condiciones, intereses más bajos e incluso a hipotecas sin productos vinculados obligatorios. En cambio, quienes acuden con un perfil débil suelen encontrarse con exigencias mayores, cuotas más elevadas y, en algunos casos, con una negativa rotunda.

El mercado hipotecario actual es muy competitivo y las entidades buscan clientes solventes que les ofrezcan garantías. Por eso, anticiparse a las exigencias y entender cómo evalúan los bancos es fundamental.

El sueldo que abre las puertas

Tener un salario alto no lo garantiza todo, pero ayuda. Según Paino, el perfil ideal para el banco es el de una persona con contrato indefinido, sin deudas pendientes y con ingresos netos estables.

"Un sueldo superior a 2.500 euros al mes por titular es lo que las entidades consideran un perfil excelente", asegura. Aunque se trata de un porcentaje reducido de la población, también se valoran positivamente los hogares con rentas conjuntas de entre 40.000 y 60.000 euros al año.

Lo fundamental es que el nivel de endeudamiento no supere el 35 % de los ingresos. Superar ese umbral puede endurecer notablemente las condiciones o incluso provocar el rechazo de la solicitud.

Cada entidad financiera tiene sus propios filtros y baremos internos, pero todas coinciden en que los ingresos y la estabilidad laboral son el corazón de la decisión.

Qué miran los bancos antes de aprobar

Al solicitar una hipoteca, conviene saber qué elementos concretos evalúa el banco:

  • Ahorro previo: disponer de al menos el 20 % del precio de la vivienda más los gastos.
  • Historial de pagos: no figurar en ficheros de morosos como ASNEF o RAI.
  • Edad: la hipoteca debe estar amortizada antes de los 75 años.
  • Plazo: se recomienda no superar los 30 años, aunque algunos bancos lo extienden más.
  • Ingresos estables: nóminas regulares o pensión fija. Los autónomos deben aportar declaraciones fiscales sólidas.

Claves para elegir bien la hipoteca

El importe de la cuota no debe ser el único criterio a valorar. Según Paino, la elección del préstamo hipotecario marcará la economía personal durante décadas, por lo que es necesario analizar varios aspectos.

El primero es el tipo de interés. El fijo garantiza estabilidad, el variable permite aprovechar las bajadas del euríbor pero asume el riesgo de subidas, y el mixto combina ambas opciones.

También hay que considerar las vinculaciones. Muchos bancos ofrecen mejores condiciones a cambio de contratar seguros, tarjetas o planes de pensiones. Sin embargo, el ahorro en intereses no siempre compensa el coste de esos productos adicionales.

Las comisiones son otro punto clave: apertura, amortización anticipada o subrogación. Algunas entidades presumen de hipotecas sin comisiones, pero conviene leer la letra pequeña.

Finalmente, es recomendable comparar varias ofertas y solicitar simulaciones reales con todos los gastos incluidos. Esto evita sorpresas y permite elegir la opción más adecuada a largo plazo.

La conclusión de José Paino es clara: "Una hipoteca no debe convertirse en una carga, sino en una herramienta para avanzar con seguridad". Preparar el perfil con antelación, mantener las cuentas saneadas y contar con un sueldo suficiente son los pasos más seguros para que el banco apruebe la operación.

En un contexto económico cambiante, en el que la inflación y la evolución del euríbor generan incertidumbre, la mejor estrategia es la previsión. Saber cómo piensan las entidades financieras y adelantarse a sus criterios es la clave para lograr una hipoteca en buenas condiciones y sin comprometer el futuro económico.