Publicada
Actualizada

"En el hospital todo el mundo gana, y nosotras somos las que menos ganamos, y la que más esfuerzo físico tenemos", afirma sin rodeos una trabajadora del servicio de limpieza de un hospital.

Esa es la denuncia que ha hecho pública una trabajadora del Hospital Parc Taulí de Sabadell a través del perfil de TikTok Talent Match, especializado en visibilizar empleos esenciales y dar voz a trabajadores y trabajadoras invisibilizados.

En dicho vídeo, que no tardó en viralizarse hace unas semanas, la limpiadora explicaba con claridad y sinceridad la precariedad que vive junto a sus compañeras.

Precariedad en el sector

En cada hospital, el servicio de limpieza no es un simple apoyo logístico: es un pilar esencial. Su labor garantiza la higiene, evita contagios y hace posible que el resto del personal sanitario trabaje en condiciones seguras.

Sin el trabajo, aparentemente invisible, pero esencial del personal de limpieza, el engranaje hospitalario simplemente se detendría. Y, sin embargo, siguen siendo las grandes olvidadas del sistema.

La voz de la limpiadora, que representa a muchas otras compañeras invisibilizadas, rompe el silencio sobre una realidad muchas veces ignorada en el debate sanitario: las condiciones laborales del personal no asistencial.

Esta empleada de los servicios de limpieza trabaja en uno de los espacios más exigentes del hospital. "Hay un movimiento espectacular el que hay allí", asegura.

Cada día, su labor garantiza que las instalaciones estén en condiciones óptimas para que médicos, enfermeros y pacientes puedan actuar con seguridad. "Sin nuestro trabajo, ni los médicos ni las enfermeras pueden trabajar", subraya.

Con un esfuerzo físico constante, turnos exigentes y una responsabilidad directa en la prevención de infecciones, el salario no parece proporcional a la carga de trabajo. "Somos mileuristas", dice, visiblemente molesta.

El término "mileurista", acuñado hace casi dos décadas para describir los sueldos bajos entre jóvenes titulados, sigue vigente —y ahora se extiende también a quienes sostienen las bases del sistema sanitario.

Preguntada sobre si se siente mal pagada, la respuesta es clara: "Para la labor que ejercemos, sí". A su juicio, un sueldo justo debería estar entre los 1.600 y 1.700 euros netos mensuales, una cifra que, según explica, permitiría "cubrir gastos y comer" dignamente.

La situación no es exclusiva del Hospital Taulí. A nivel estatal, múltiples informes han alertado sobre la precarización del personal de limpieza en hospitales públicos y concertados.

De hecho, algunas ofertas de empleo específicas indican un salario anual de aproximadamente 17.000 euros brutos al año, lo que equivale a unos 1.451 euros brutos al mes.

El testimonio de esta limpiadora pone sobre la mesa una brecha que no solo es económica, sino también de reconocimiento. Mientras el aplauso colectivo durante la pandemia visibilizó temporalmente su rol, el retorno a la "normalidad" ha devuelto a muchas de estas trabajadoras a la sombra.

"Depende mucha gente de nosotras", insiste. No se queja, dice, por el trabajo en sí, sino por la falta de justicia retributiva y social.

Su denuncia no es aislada: es la voz de muchas que, como ella, sostienen los cimientos del sistema sanitario sin que apenas se las vea.