Un vídeo difundido en TikTok ha provocado una oleada de indignación al mostrar a un joven marroquí jactándose abiertamente de recibir una subvención pública en España.
La polémica no solo radica en la controversia sobre las ayudas sociales, sino en el tono provocador y ofensivo con el que el protagonista se expresa.
El vídeo comienza con un comentario que sirve de detonante: "Que tengas que aguantar esto cuando hay españoles con 480 pavos".
Ante esta queja, el joven responde con desdén: "Os aguantáis, os jodéis, os pegáis la cabeza contra la pared o lo que queráis".
Sin ningún tipo de vergüenza, el protagonista presume: "Pero aquí estoy, cada diez de cada mes cobro, por la puta cara, 1.100 pavos. Os jodéis un montón".
Estas declaraciones, cargadas de un evidente desprecio hacia quienes critican su situación, han encendido los ánimos en las redes sociales, donde el vídeo se ha compartido miles de veces y ha recibido una avalancha de críticas.
Pero el joven no se detiene ahí. La provocación aumenta cuando dice: "Aquí está el moro, tocándome los cojones, haciéndome unas cuantas pajas al día, mientras me llega la nómina gratuita al mes".
Estas palabras, que combinan insultos con una actitud altanera, han contribuido a que el vídeo se viralice rápidamente, generando un debate intenso sobre las ayudas sociales y la gestión de las mismas.
Más adelante, el protagonista remata su mensaje con otra frase polémica: "Cómo me encanta hacer esto, que os joda tanto a los fachas...".
Con esta afirmación, deja claro que no busca diálogo ni entendimiento, sino confrontación directa con aquellos a los que califica como ideológicamente opuestos.
Este tipo de contenidos, que mezclan la ironía con insultos y mensajes incendiarios, no son raros en TikTok, una plataforma donde el formato breve y viral facilita enfrentamientos verbales y discursos polarizados.
El vídeo ha vuelto a colocar en el centro del debate público las ayudas sociales y los mecanismos de control que las administraciones públicas aplican (o dejan de aplicar) para evitar fraudes.
Muchos usuarios han expresado su frustración, asegurando que mientras personas trabajadoras apenas llegan a fin de mes, otros cobran sin esfuerzo ni justificación clara.
También hay quienes piden que se revisen los criterios de acceso a estas subvenciones y que se endurezcan los controles para evitar que se conviertan en un incentivo al absentismo o en una fuente de ingresos sin contraprestación.
La polémica se suma a otras similares que han surgido en los últimos meses, siempre alrededor del uso de fondos públicos destinados a ayudas sociales.
Este nuevo caso ha vuelto a encender a un país donde las desigualdades económicas son cada vez más visibles.
La palabra 'paguita' se ha cargado de connotaciones negativas y se asocia, para muchos, con abuso y agravio.
En un contexto de salarios bajos, precios disparados y alquileres inasumibles, ver a alguien presumir de cobrar sin trabajar no solo indigna, sino que alimenta la sensación de que el sistema premia al que menos aporta y castiga al que se esfuerza.
