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¿Es el futuro de la jubilación en España un camino de ida y vuelta? Todo apunta a que sí.

El Gobierno está planteando una medida que podría cambiar por completo el concepto de retiro: permitir que las personas ya jubiladas puedan reincorporarse legalmente al mercado laboral.

Se trata de una especie de 'jubilación reversible' que ha reabierto el debate sobre la sostenibilidad del sistema público de pensiones y sobre si las pensiones actuales son realmente suficientes para garantizar una vejez digna.

Incentivos para volver a trabajar

La propuesta no es del todo nueva. Desde 2002 existe una ley que permite compatibilizar el cobro de la pensión con un empleo, pero el Ejecutivo plantea ahora reformar esa norma para facilitar aún más el regreso al trabajo una vez jubilado.

El secretario de Estado de la Seguridad Social, Borja Suárez, ha defendido la necesidad de introducir "incentivos reales" que lo hagan atractivo.

Y no es un gesto simbólico. Las estadísticas reflejan que cada vez más ciudadanos están retrasando su retiro.

Desde que se implementaron medidas para incentivar la jubilación demorada, el número de personas que optan por trabajar más allá de la edad habitual ha crecido notablemente.

Actualmente, este grupo representa ya el 11,4% del total de nuevos jubilados, una cifra claramente representativa.

Además, la edad media de jubilación también ha aumentado: ha pasado de 64,4 a 65,2 años en los últimos años.

A ello se suma el auge de la llamada 'jubilación activa', un modelo que permite trabajar y cobrar parte de la pensión al mismo tiempo.

En este caso, el 75% de quienes se acogen son trabajadores autónomos.

Por su parte, la nueva medida ha levantado expectación entre expertos y economistas. La divulgadora conocida como @enterateconalba en TikTok ha analizado su verdadero trasfondo en un vídeo.

"¿Te imaginas jubilarte y luego volver a trabajar? Pues el Gobierno está diseñando una jubilación reversible", señala al principio de su vídeo.

Su advertencia apunta al riesgo de que esta 'reversibilidad' no sea una opción voluntaria, sino una necesidad impuesta por las circunstancias económicas.

"Lo que quieren es mejorar la ley actual, que desde 2002 permite esto", explica Alba, y plantea una duda clave: si tantas personas jubiladas se ven obligadas a regresar al empleo, ¿no será que las pensiones no son suficientes para vivir?

Esta reflexión abre una brecha crítica en la discusión. El supuesto incentivo podría estar encubriendo una precariedad estructural.

"¿Y de verdad esto es una opción o es una necesidad? Porque si mucha gente vuelve a trabajar después de jubilarse, igual el problema es que no les llega la pensión", expone.

El problema de fondo no es menor. El sistema público de pensiones afronta una presión creciente: la esperanza de vida aumenta, la natalidad desciende y el número de cotizantes por pensionista se reduce.

En este contexto, permitir (o incluso fomentar) que los jubilados vuelvan al trabajo puede verse como una estrategia para aligerar el peso del gasto público en pensiones, sin tocar directamente los recortes.

Para Alba, está claro: esta reforma es "un apaño para un sistema que no da para más". Su crítica no se dirige únicamente al diseño de la medida, sino también al contexto que la hace necesaria.