El Crimen de la Guardia Urbana, la historia macabra en la que se inspira la serie que hoy lidera las reproducciones de Netflix, arranca con Joel. Fue Joel, pero podría haber sido cualquiera. Es un ciclista de Calafell (Tarragona) quien pedalea por las vías que bordean el pantano de Foix. Joel deja de darle a los pedales porque en su ruta se encuentra un coche quemado. No es habitual, no estaba allí la última vez que cogió la bicicleta. Es un Golf GTI. Y Joel avisa al 112. Una pareja de Mossos d’Esquadra se acerca al vehículo y aprecia lo que parecen unos restos humanos, irreconocibles. Totalmente carbonizados. Ocurrió en mayo de 2017.

A partir de ahí se desencadena una investigación que revela un triángulo amoroso y un pavoroso crimen, el de Pedro Rodríguez, un guardia urbana de Barcelona, a manos de su pareja, Rosa Peral, y del amante y exnovio de ésta, Albert López. Los tres, guardias urbanas

Quizá el requerimiento judicial lanzado a finales de agosto por Rosa Peral contra Netflix ha generado un efecto Streisand: ha logrado justo lo contrario de lo que pretendía. Desde la cárcel, donde cumple 25 años de condena por el asesinato de Pedro Rodríguez Peral requirió a la plataforma a través de su abogada, el visionado previo de la serie 'El cuerpo en llamas'. De no acceder, solicitarían ante el juez su paralización. Netflix declinó su suspensión. Desde su estreno el pasado 8 de septiembre, la serie es la más vista de la plataforma.

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'El cuerpo en llamas' es ficción y la protagoniza Úrsula Corberó, conocida a nivel mundial por darle vida a Tokio en ‘La Casa de Papel’. La sinopsis de la serie detalla que 'cuando un policía es asesinado y prendido fuego, todas las miradas se centran en otros dos agentes: su novia y su amante. Inspirado en hechos reales'.

Lo cierto es que los actores tienen los mismos nombres que los tres implicados en el crimen: víctima y asesinos: Pedro, Albert y Rosa.

Pedro Rodríguez

Está separado, tiene 38 años y conoce a Rosa en la Unidad de Motos de la Guardia Urbana, donde coinciden. Poco después se convierten en pareja. Comenzaron a salir en el verano de 2016 y poco después iniciaron la convivencia en común.

Vive con sus dos hijas, dos niñas menores de edad fruto del matrimonio anterior de ella, en Vilanova i la Geltrú, a escasos 10 kilómetros del pantano de Foix donde fue hallado su cuerpo calcinado. La relación, corta pero intensa, en poco tiempo se vuelve tormentosa, a juzgar por los correos electrónicos y mensajes que se cruzó la pareja meses antes del asesinato de Pedro.

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Éste había descubierto que Rosa había mantenido relaciones sexuales con Albert, un exnovio y compañero de la Guardia Urbana. A partir de aquí se cruzan mensajes en los que Rosa intenta recuperarle y Pedro le indica que ella lo acabará dejando y que "es cuestión de tiempo" que acabe haciéndole "polvo". Durante la investigación del crimen se descubrirá que ella había borrado los mensajes y correos conciliadores de él, dejando solo los amenazantes.

Rosa Peral y Albert López en una imagen de archivo.

Pedro Rodríguez es asesinado el 1 de mayo de 2017 en el domicilio de Rosa: encontraron rastros de su sangre en una bombilla. Su cuerpo carbonizado fue hallado por Joel el 4 de mayo. Sus restos fueron identificados gracias a una prótesis de titanio, numerada, que llevaba en la columna tras una operación, y que no quedó destruida por el fuego.

Rosa Peral

Antes de entrar en la Guardia Urbana trabajaba como camarera en una discoteca. Con 23 años se casó con Rubén Carbo, agente de la Guardia Urbana, con quien tuvo a sus dos hijas. El matrimonio se rompe en 2012, al descubrirse que Rosa engaña a su marido con Óscar, un subinspector del mismo cuerpo policial de su marido. Poco después fue víctima de una porno venganza: alguien difundió una foto suya haciendo una felación a un hombre. 

Los forenses del caso la describen como una persona egoísta y con poca tolerancia a la frustración. Su dureza emocional y la falta de empatía también formaban parte de su personalidad. En Fin de Año de 2016, su nuevo novio y posterior víctima, Pedro paso la noche del 1 de enero en su casa. Manuel G.R., que residía en la finca más próxima a la de Rosa, reveló durante el juicio que había mantenido algún encuentro sexual con ella, y que de vez en cuando se enviaban fotos de carácter sexual. Las últimas se las envió Rosa un día después de asesinar a Pedro.

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Fue condenada en 2020 a 25 años de prisión por planear y ejecutar el asesinato, en connivencia con su amante, Albert. Posteriormente puso su vivienda a nombre de su padre para declararse insolvente y evitar hacer frente con ella a la indemnización a los familiares de Pedro porsu asesinato.

Rosa Peral frente a la vivienda que presuntamente cedió a su padre para declararse insolvente Europa Press

Albert López

Condenado a 20 años de cárcel, este guardia urbano de Barcelona era compañero de Pedro y de Rosa, además de su amante. Ya habían mantenido una relación, que se paró unos meses durante el escaso año en el que Rosa estuvo con Pedro. Luego, redobló sus acercamientos hacia ella.

Durante el juicio las testificales de Rosa y él fueron acusaciones cruzadas. "Yo estoy aquí, ni más ni menos que por tontoelbote. Mi única culpa fue ser eso, un tontoelbote", hizo en su alegato final durante el juicio en el que acabó, como Rosa, condenado por asesinato. 

López declaró también que al llegar a la casa de Rosa la encontró llorando, "muy ida", y ésta le pidió que la acompañara al coche de Pedro, un Golf GTI. Abrió al maletero y, según su testimonio, "tenía el cuerpo dentro". Con dos bidones de gasolina, Rosa cogió el coche con el cuerpo "y yo fui detrás", relató el hombre en una versión contradictoria a la de Peral, quien aseguró que fue justo al contrario.