El sector sociosanitario ha necesitado de una profunda transformación para adaptarse a la evolución de la crisis del coronavirus en nuestro país, adoptando medidas de seguridad muy estrictas que lo acerquen a la máxima normalidad posible. El ámbito de los cuidados, en particular, sufre cambios en los protocolos y modos de trabajo, siendo el más evidente el del uso de mascarillas, pantallas de protección o guantes a la hora de atender a las personas en las residencias de mayores o a los usuarios de ayuda a domicilio. 

Estos últimos, en su mayoría personas mayores pero también dependientes, reciben en sus hogares un servicio para llevar a cabo las tareas domésticas o ayudarles en el aseo personal. Clece, filial de ACS, ofrece el servicio de ayuda a domicilio (SAD) en más de 90 municipios y diputaciones de toda España y atiende a cerca de 120.000 personas. 

Este trabajo supone una gran ayuda para las personas que viven solas, en especial en zonas rurales. Se desarrollan fuertes vínculos entre los usuarios y sus auxiliares, relaciones de amistad que se retoman ahora que el servicio se ha restablecido en toda España, pero con algunas diferencias en lo que antes era el día a día, evitando, por ejemplo, besos y abrazos, ya que la distancia de seguridad es una de las precauciones que se han de seguir en la vuelta al trabajo de las profesionales de Clece.

Preparados para seguir trabajando

El confinamiento durante el estado de alarma ha sido muy duro para las personas mayores, sobre todo por lo que supone ser población de riesgo en este contexto de emergencia sanitaria. En esos meses Clece ofrecía servicios mínimos, pero “poco a poco los usuarios han vuelto a pedir el alta, el miedo se ha ido quitando y ahora estamos trabajando igual que antes del confinamiento”, señala Elena Antón, auxiliar de servicio de ayuda a domicilio en Valladolid. 

 El ver cómo vamos desarrollando el servicio y la protección con la que cuentan las trabajadoras, les ha dado mucha tranquilidad.

La primera ‘ola’ ha servido para que la compañía pusiera a prueba las líneas de trabajo que deben seguir para prestar la ayuda de forma segura. Esto ha permitido que, una vez restablecidos con normalidad los servicios, se pueda dar cobertura a todas las personas usuarias, “independientemente de su situación, incluso si están en aislamiento”, explica Enriqueta Quiró, coordinadora del SAD en Jaén. Allí, Clece presta servicio en 67 municipios, a unas 4.500 personas, “aunque son muy pocas ahora mismo las que han dado positivo, solo 3 o 4 personas”. 

Cuando se detecta un posible caso de Covid, se ponen en marcha los protocolos y un ‘equipo Covid' analiza la situación del domicilio, “se indica qué EPI se necesita para poder seguir trabajando, se entrega el material y se da formación a la trabajadora para poder seguir prestando el servicio. Es esencial para muchas familias”. 

La ayuda es esencial en un país en el que más de dos millones de personas mayores de 65 años viven solas y 850.000 tienen más de 80 años, según la Encuesta Continua de Hogares que elabora el Instituto Nacional de Estadística. La mayoría, más del 71%, son mujeres. Un retrato cada vez más envejecido de los hogares españoles, que muestra la necesidad de estas prestaciones de cuidados en el domicilio. 

Elena Antón, que además fue auxiliar voluntaria en un equipo formado específicamente para atender a los usuarios positivos en Covid durante el estado de alarma, subraya que “muchos necesitan seguir teniendo ese servicio, porque hay usuarios que no tienen familia o que no tienen a los hijos cerca, y aunque tengan miedo de que alguien vaya a su domicilio, es que si no va nadie no pueden levantarse de la cama o hacer la comida”. 

“Que todo se desarrolle como siempre”

Muchos usuarios, por temor al virus, dieron de baja los servicios durante los primeros meses del estado de alarma, sin embargo, ahora, destaca la coordinadora del SAD en Jaén, “el ver cómo vamos desarrollando el servicio y la protección con la que cuentan las trabajadoras, les ha dado mucha tranquilidad. Y esa confianza nos ha permitido seguir prestando el servicio dentro de la normalidad posible”. 

Lo que se detecta es, sobre todo, incertidumbre por la situación. Muchos de los lugares donde se presta el servicio de ayuda a domicilio son municipios pequeños, “donde se conocen entre todos y una sospecha de Covid es lo que más les puede alarmar”, advierte Quiró. Tanto a los usuarios como a las trabajadoras, por lo que los esfuerzos de la compañía se centran en que “por nuestra parte se vean protegidas y atendidas. Se les da formación y nuestra labor ahora mismo también es la de tranquilizar e intentar que todo se desarrolle como se ha desarrollado siempre”.

Lo hemos pasado mal, pero no se nos puede notar, porque tienes que darles confianza en cada momento.

Ante el miedo, se opone la alegría de muchos usuarios al ver que el servicio de ayuda a domicilio se restablece con normalidad. Pese a los rebrotes y el aumento de la incidencia del virus en algunos lugares, existe otro ánimo en las personas, que han recibido con entusiasmo la vuelta a sus hogares de sus auxiliares de ayuda a domicilio

“Tienes que transmitirles tranquilidad”

Con la vuelta a la rutina, las trabajadoras ponen su empeño en hacer esta situación lo más normal posible. “No es lo mismo porque ahora, cuando tú vas a las casas de la gente quieren que les cojas, te quieren abrazar… Una persona con Alzhéimer, que se acerque a ti y tener que decirle ‘ay no, que tengo la gripe…’. Es triste. Lo hemos pasado mal, pero no se nos puede notar, porque tienes que darles confianza en cada momento. Tienes que transmitirles tranquilidad”, cuenta Dolores Montesinos, auxiliar del SAD en Murcia.

Las personas a las que atienden, coinciden las auxiliares, están más confiados y la reanudación de los servicios ha levantado los ánimos. También los mayores hacen lo posible por recuperar su rutina, “hacen vida normal, con cuidado cuando salen a la calle o cuando estamos en sus domicilios. Higiene de manos, mucho gel desinfectante, su mascarilla… Todo lo han visto bien porque es por su seguridad y por la nuestra”, afirma Antón. También recuerda que “hay personas que puedan tener miedo, pero no tanto como en el confinamiento. Están intentando volver a la vida normal, como todo el país”.