Olivia y Raul, solos en el resort de Maldivas.

Olivia y Raul, solos en el resort de Maldivas. Instagram

Sociedad

Los recién casados 'atrapados' en un resort de Maldivas: así viven con todo el staff a su servicio

Olivia y Raul se encontraban disfrutando de su luna de miel cuando su país, Sudáfrica, cerró los aeropuertos. Se han quedado confinados en el paraíso.

6 abril, 2020 17:03

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Una isla paradisíaca para cumplir el confinamiento, un resort de lujo con toda su plantilla a tu entera disposición, vacío, sin más huéspedes que tu pareja, atendido como si fueses un rey... Es la imagen soñada por millones de personas de todo el mundo que viven la incierta cuarentena desatada por la crisis del coronavirus en pisos sin un mísero balcón al que poder salir para estirar las piernas y airearse. La escena imposible, inverosímil, que les ha tocado vivir a Olivia y Raul De Freitas, un joven matrimonio de sudafricanos que prolonga obligadamente su luna de miel en Maldivas.

La pareja, una profesora de 27 años y un carnicero de 28, llegó a una de esas islas de agua cristalina en el Océano Índico el pasado 22 de marzo. Se habían casado hacía nada, y planeaban celebrarlo con una estancia de seis días en el hotel de lujo Cinnamon Velifushi Maldives. Atemorizados por las restricciones de tráfico aéreo que se levantaban en todo el planeta, se decidieron a embarcarse en su periplo amoroso al asegurarles su agente de viajes que, pasara lo que pasara, se permitiría a todos los ciudadanos de Sudáfrica regresar al país. De momento, siguen encerrados en Malvidas.

Mientras Olivia y Raúl han presenciado a lo largo de estos días cómo los otros turistas hacías las maletas para regresar a sus respectivos hogares, ellos se han tenido que quedar literalmente solos en el hotel de lujo. Sudáfrica cerró los aeropuertos el pasado miércoles, como también lo ha hecho Maldivas, prohibiendo la llegada de nuevos extranjeros. Barajaron desplazarse en barco hasta la isla principal y probar fortuna a ver si había posibilidad de conseguir un avión, pero les dijeron que si abandonaban el resort no podrían volver. 

Así que optaron por quedarse; al fin y al cabo, qué mejor que estar encerrados en el paraíso cuando un contagioso virus se desliza por todo el mundo. Según recoge The New York Times, este fin de semana eran los únicos anfitriones del hotel -hay cabida para cerca de dos centenares-, donde el precio medio de una noche asciende a los 750 dólares. El complejo abarca una isla en su totalidad, no se pude ir a ningún otro sitio: sólo dormir, tomar el sol en la piscina o la playa, hacer snorkel, jugar al billar o al pin-pong; y todo ello con la totalidad del personal a su servicio. ¡Qué confinamiento tan duro!

El "chico de las habitaciones" les visita cinco veces al día para comprobar que están bien, que no les falta de nada. Para el desayuna cuentan con la atención de nueve camareros; y por la noche les preparan una cena romántica, con la mesa iluminada por las velas, en la playa inmensa. Antes de que consuman el vaso de vino, ya hay alguien que se lo está rellenando. También los músicos y el resto de artistas contratados por el resort siguen actuando de forma exclusiva para ellos dos.

Los turistas 'encerrados', después de hacer snorkel.

Los turistas 'encerrados', después de hacer snorkel. Instagram

¿Pero por qué sigue todo el staff trabajando? El Gobierno de Maldivas ha prohibido a todo trabajador de este tipo de complejos abandonar las instalaciones hasta que se sometan al periodo de cuarentena correspondiente después de la salida del último huésped. El objetivo es evitar que un posible turista infectado por de COVID-19 contagie a los trabajadores del hotel y estos, a su vez, lo propaguen por el territorio de las Maldivas, donde apenas se han constatado una docena de casos. Acostumbrados al bullicio diario, ahora no les queda más que pelearse por llevar uno de los dos únicos platos a la mesa.

El problema de Olivia y Raul es que la cuenta de gastos no frena a pesar de anómala situación. Eso sí, desde la dirección del hotel han tenido un detalle con ellos y les han realizado una sustancial rebaja de la cuota diaria. En ese sentido, el diagnóstico que hace la pareja no es tan alentador como nos imaginamos los demás: "Todo el mundo dice que quiere quedarse atrapado en una isla tropical hasta que realmente es así", ha señalado la pareja al periódico estadounidense. "Solo suena bien porque sabes que puedes irte".

Tras varios días poniéndose en contacto con la embajada de Sudáfrica más cercana, que está en Sri Lanka, las autoridades les han comunicado que hagan sus maletas, que van a ser trasladados a otro resort cinco estrellas donde se están reuniendo a los compatriotas que se han quedado varados en las islas del Índico -al principio les habían dicho que la única manera de salir era pagando un vuelo charter de su bolsillo: 100.004 dólares, una cantidad desorbitada-. El gobierno local también les ha asegurado que se harán cargo de buena parte del coste de su estancia.

Ahora, los que tienen que aguantar dos semanas más en el complejo, en la paradisíaca isla, y en una situación totalmente desconocida -sin trabajar, sin atender a turistas- son los trabajadores. Además, siguen cobrando.