Hace 25 años, el mapa de España comenzó a cambiar. Y no, no es que las ciudades se movieran. Pero la puesta en funcionamiento del AVE en 1992 comenzó a hacer las distancias más pequeñas. Eso fue así entre las grandes capitales pero, al mismo tiempo, también se beneficiaron las urbes de tamaño medio, que articularon a través de las nuevas infraestructuras un sistema que las hizo más cercanas que nunca.

Renfe conmemora el 18 de este mes de octubre la puesta en funcionamiento de su servicio de Alta Velocidad de Media Distancia, los trenes denominados Lanzadera. Aquella primera ruta enlazaba Madrid y Puertollano, con parada en Ciudad Real. Hoy, y ya bajo la denominación Avant, existen otros ocho trayectos: Madrid-Toledo, Barcelona-Girona-Figueres, Barcelona-Camp de Tarragona-Lleida, Málaga-Córdoba-Sevilla, Madrid-Segovia-Valladolid, A Coruña-Ourense-Santiago, Calatayud-Zaragoza y Requena-Valencia.

Estos viajes han cambiado la forma de vida de las comarcas que atraviesan. La calidad del servicio, el confort y la rapidez han atraído y fidelizado a millones de pasajeros y, de paso, ha revitalizado ciudades y ha conseguido descongestionar parte del tráfico rodado entre ellas. De hecho, cada circulación es capaz de mover a entre 230 y 280 personas, lo que se traduce en más de medio centenar de vehículos. Más eficiencia, mayor comodidad y, de paso, más ecología.

Un cuarto de siglo después de su puesta en funcionamiento las cifras de usuarios hablan de la buena salud del servicio. El año pasado utilizaron el servicio público que ofrecen los trenes Avant 7,4 millones de pasajeros; en el primer semestre de 2017 se registró un incremento del 6,7%, alcanzándose los 3,9 millones. Y además con un notable grado de aceptación, como refleja la última encuesta al respecto, en la que el 90% se muestra "muy" o "bastante" satisfecho con un servicio del que valoran especialmente la puntualidad y la duración del viaje.

Que los pasajeros señalen estos conceptos no es algo casual porque parte del mérito de Avant es facilitar también la movilidad en el entorno laboral, donde el tiempo es oro. El 60% de viajeros suben a los trenes en días laborables y por motivos de trabajo, mientras que más de la mitad (el 54,7%) utilizan el servicio al menos una vez a la semana. Esto parece coincidir con el perfil medio del usuario, que corresponde a una mujer de más de 35 años, asalariada y con estudios universitarios. De este modo el viaje, por corto que sea, no es tiempo perdido y casi se puede decir que es un recurso más para alcanzar la máximo eficiencia en lo profesional.

Interior de un convoy Avant. Renfe

Otro motivo para optar por la alta velocidad en estos desplazamientos son los precios. Si bien el billete de ida y vuelta es el más utilizado, el 28,1% ya se benefician de los descuentos que proporcionan las distintas modalidades de abono (Tarjeta Plus, Tarjeta Plus 10 y Tarjeta Plus 10 Estudiante), que les reportan ventajas por ser clientes habituales. En paralelo, y gracias al programa de fidelización +Renfe es posible acumular puntos con cada viaje, que pueden canjearse posteriormente por otros servicios de la compañía o de las empresas colaboradoras del programa.

Si hace años la única manera de moverse entre ciudades era a través de la carretera, llegar ahora al puesto de trabajo es un proceso cómodo, rápido y respetuoso con el medio ambiente. Para los viajes, Renfe utiliza tres modelos de tren diseñados específicamente para estos trayectos cortos por línea de alta velocidad. Se trata de las series S-121, S-114 y S-104. Todas ellas ofrecen la comodidad de los convoyes de larga distancia pero con soluciones más próximas al transporte urbano, como la toma de corriente en todos los asientos o el espacio para el transporte de bicicletas.

'Renfe Avant, un recurso más en la jornada laboral' es un contenido elaborado con la colaboración de Renfe.

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