María -prefiere utilizar un nombre ficticio- sale a la calle porque le acompaña Wanda, un alano español. El perro compartirá nombre con el nuevo estadio del Atlético de Madrid. Paseará a su orilla casi todos los días, su dueña vive a unos minutos: “De verdad, yo no tuve que ver. Me lo entregaron siendo un cachorro de tres meses y ya era Wanda, ¡vaya casualidad!”.

Wanda es un Pepo, así se conoce a las mascotas adiestradas para defender a las víctimas de la violencia machista de sus maltratadores. “Gracias a mi perra he vuelto a salir a la calle”. El agresor de María lleva una pulsera con GPS que avisa a la Policía cuando se acerca a su expareja: “En febrero me quedo sin esta tecnología, ¿qué hago? Si no es por Wanda, hubiera tenido que ir al mercado negro a por una pistola, pero eso me abocaría a la cárcel”.

El hombre que maltrataba a María fue detenido, a pesar de la orden de alejamiento, a las puertas de su casa. “No tenía un solo motivo para estar tranquila. La ley y la Administración no nos protegen. Cuando se saltan la barrera, tienden a archivar las denuncias, dicen que no pueden probar que haya ido a esa zona por ti”.

El "ángel" Mariscal

Una abogada le puso en contacto con la academia canina Ángel Mariscal, su “ángel”. “De una manera totalmente altruista, nos regala estos perros y nos entrena para adiestrarlos”. María entrena allí cada domingo: “Ya no sólo es el perro. Volví a socializarme con gente, también con hombres, imagínate lo difícil que era eso para mí”.

Wanda lleva un arnés y un bozal de impacto. Los perros de su raza cazan jabalís y conviven con toros bravos. “Si mi expareja se acerca, toco el asa de la correa, entra en modo trabajo y se pone a defenderme. Es capaz de derribar a cualquiera, luego se pondría encima, me daría el tiempo suficiente hasta que viniera la Policía”.

"Defienden, no atacan"

María quiere recalcar dos cosas: la labor desinteresada de Mariscal, que les entrena y les surte de lo necesario a cambio de nada; y que Wanda y el resto de Pepos están entrenados para disuadir, nunca para atacar. De hecho, “se trabaja muchísimo el carácter social de estas mascotas, juegan con niños, les gusta estar con la gente...”. Los perros como Wanda tienen un precio de mercado que ronda los 9.000 euros.

Este es el modo en que un perro defendería a su dueña. Cedida

Antes de que llegara Wanda, María tenía otro perro. Le mandaba a hacer pis a la terraza porque no se atrevía a pasearlo. Es el miedo que paraliza y luego las cuatro paredes. “Imagínate lo que me ha cambiado la vida”. Pero María y el resto de mujeres que entrenan con ella se topan con una incomodidad mayúscula. “No podemos entrar con el perro en casi ningún sitio, no entienden que es parte fundamental de nuestra protección”.

Piden que la ley les ampare

Tras escuchar testimonios como este, José Caballero se puso a recopilar firmas para instar a la Comunidad de Madrid. “Deberían darles el mismo estatus que a los perros guía de los ciegos, que pudieran pasar a los bares y a los centros comerciales”, relata en conversación con este periódico. La petición, registrada en Change.org, ya roza los 50.000 apoyos.

José se enamoró de estos perros durante un curso de adiestramiento en el que coincidió con María. Cuenta que los futuribles dueños pasan un test psicotécnico y deben presentar una denuncia firme o una orden de alejamiento. “El bozal que llevan es de una mezcla de acero y cuero. Cuando se activan, golpean y derriban, pero no muerden. No son perros de ataque, sino de defensa”, remarca.

“¿Qué pasa si entran en un Alcampo y está allí su expareja? Debemos conseguir que la ley les ampare para que los perros sean un remedio completo”, explica José. Vinculado al mundo de la seguridad, recoge el artículo que protege a los canes guía de los ciegos: “El derecho del usuario de acceder, permanecer y deambular con su perro guía en cualquier espacio, lugar, establecimiento o transporte de uso público, con independencia de su titularidad pública o privada”.

La Comunidad de Madrid baraja pros y contras

José, apasionado de los perros y la labor de protección que pueden desempeñar, narra que los Pepos “han pegado fuerte desde hace un par de años, aunque siguen siendo una novedad en España”. De ahí que haya tan poca regulación al respecto.

La Comunidad de Madrid, en conversación con EL ESPAÑOL, explica su postura: “Es un proyecto interesante. Nos reuniremos con técnicos y expertos para llegar a una conclusión”. En cuanto a los pros y los contras que barajan, sintetizan estas fuentes: “La gran ventaja es la seguridad que da a las víctimas, pero el inconveniente es que estos perros puedan no actuar como deben y dañar a alguna otra persona”.

María concluye: “Ojalá esto sirva para algo. No sabes cuánto nos ayudan los perros. Wanda ha dado un giro a mi día a día”.