El bullying en España es una triste realidad desde hace años. Sólo en 2016 la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) registró 1.207 casos de acoso escolar reales, lo que supone un aumento del 87,7% en el último año y un 240% desde 2015.

Estas cifras muestran un dato revelador: el bullying en España cada vez es más visible, tiene una mayor respuesta y una mayor sensibilización social. El hecho de que las víctimas del acoso escolar cada vez pidan más ayuda es sinónimo de que la labor de concienciación que se ha desarrollado en los últimos años da sus frutos. Pero no todo está hecho. A la par que las víctimas cada vez denuncian más las agresiones, estas cada vez son más fuertes. Del mismo modo se ha notificado un aumento de las amenazas en el acoso presencial. Además, la edad de los acosadores cada vez es más baja y el ciberbullying es una realidad cada día más contundente, donde el teléfono móvil y el Whatssapp son los protagonistas.

La Fundación ANAR y la Fundación Mutua Madrileña han presentado este jueves el II Estudio sobre acoso escolar y ciberbullying según los afectados, donde a través de las llamadas que las víctimas y sus familias realizan al teléfono de la Fundación ANAR (más de 50.000 llamadas en 2016) han podido realizar una radiografía completa del acoso escolar.

Las víctimas y sus amigos se rebelan

Si el primer paso para solucionar un problema es reconocerlo, según el director general de la Fundación Mutua Madrileña, Lorenzo Cooklin, la sociedad española ya está en camino, puesto que "estamos viendo el reconocimiento del problema por parte de todas las partes implicadas en él". 

En los casos de acoso escolar cada vez son más las víctimas que denuncian. Sin embargo, el tiempo que transcurre entre que comienza el acoso y que se produce la llamada sigue siendo de 13 meses, una cifra que los expertos todavía consideran alta. El ambiente de los menores agredidos es fundamental para detectar este tipo de situaciones, tanto en las familias como en los centros escolares. En este sentido, los compañeros de clase de las víctimas cada vez se rebelan más contra el acoso, más de la mitad de los testigos de las agresiones se enfrentan actualmente a quien acosa, frente al 22,2% que lo hacían en 2015. Además, el conjunto del entorno de las personas que sufren bullying cada vez es más consciente de la situación (un 95,2% frente al 40,3%), lo que significa que el menor agredido se "siente menos solo".

El conocimiento de los padres y de los profesores también ha aumentado en los últimos años, pero sigue habiendo un gran debate en torno a cómo los docentes deben actuar en los casos de acoso escolar. Muchas familias están "descontentas" por "la falta de implicación y comunicación de los centros escolares que, aun llevando a cabo algunas medidas, los padres consideran que son insuficientes", afirma el director de Programas de ANAR. A su vez, los profesores "se quejan de que apena tienen tiempo o espacio en el currículo, ni recursos para dedicarle al bullying", afirma Cooklin. Esta problemática "se debe afrontar con un Pacto de Estado contra el acoso escolar, al igual que se está haciendo con la violencia de género", reclaman desde ambas fundaciones.

El perfil del acoso

La edad de las víctimas cada vez es menor, en 2016 se ha reducido la edad media del acosado, actualmente es de 10,9 años frente a los 11,6 años de media que se registró entre 2013 y 2015. Además, han aumentado muy notablemente los casos de acoso en edades tempranas ya que las agresiones a niños de menos de siete años representan ya más del 14% de los casos.

Por su parte, la media de edad de los acosadores es de 11 años -también se ha reducido desde el año pasado en casi un año-. Más de la mitad de los agresores en el acoso presencial son varones, frente al ciberbullying donde el perfil es femenino, esta diferencia de género entre las agresiones se debe según las fundaciones a "la violencia física de los varones frente a las otras vías que buscan las chicas para hacer daño". En el caso del ciberacoso, desde ambas fundaciones destacan la problemática que genera que el bullying se pueda producir fuera del ámbito escolar y de manera continuada, ya que así las víctimas pierden su espacio de intimidad, su casa, donde se sienten protegidos. 

Los problemas psicológicos derivados del acoso son los mismos aunque este sea presencial o virtual. La tristeza, la ansiedad y el miedo siguen siendo secuelas que perduran en las víctimas durante más tiempo del que dura el acoso. Además, en el 8,4% de los casos, prácticamente uno de cada diez, la víctima se ha autolesionado e incluso ha llegado a pensar o intentar suicidarse en su desesperación.