Como un elemento para mejorar su prestigio y en un momento de ciertas dificultades empresariales, Juan-Miguel Villar Mir, presidente de la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, ha convocado para este lunes una reunión del patronato que tiene por objeto tomar el control absoluto de la institución cultural.

El propietario del grupo Villar Mir se garantizó la presidencia gracias a un compromiso de aportar cinco millones de euros (todavía no materializado), en un momento en que la fundación atravesaba serios problemas económicos. Ahora su pretensión es alcanzar el máximo poder en la entidad.

Entre las cuestiones que pretende abordar en la reunión figura la reducción del patronato de 40 a 20 miembros, así como limitar los derechos fundacionales de los herederos del filósofo. “Con esos movimientos, que no han superado los trámites legales que se requieren, Villar Mir controlará la entidad con un pequeño grupo de patronos afines”, asegura un integrante contrario al movimiento del empresario. Algunos de los que abandonarían la fundación en virtud de esta maniobra son miembros del patronato, compuesto por muchas figuras ilustres de la política, la economía y el mundo académico español, y les queda menos de un año de continuidad en el cargo. “Lo que barrunta es un golpe de estado en toda regla”, asegura uno de los patronos. 

Indemnizar la lealtad de la directora general

El presidente se ha cultivado la colaboración del equipo directivo actual, al frente del cual se sitúa Lucia Sala Silvera. La directora general tiene contestación interna por su condición de bióloga, que sus detractores consideran una formación que debiera impedirle estar al frente de una institución especializada en las ciencias sociales.

El presidente y la directora general son acusados por algunos miembros del patronato de blindar el eventual despido de Sala con 250.000 euros de indemnización. “Es una fundación al borde de la quiebra y el presidente ha comprado también la salida de su aliada para garantizar su lealtad ante estas maniobras de control”, añaden fuentes críticas internas.

Lucia Sala es directora general desde comienzos de 2015 y, de acuerdo con colaboradores de Villar Mir consultados, se ha convertido en su principal aliada. En 2008, el Tribunal Supremo le impuso una sanción por una actuación que llevó a cabo cuatro años antes, al remitir propaganda electoral del PSOE para las elecciones a la Eurocámara desde el Consejo de la Juventud, del que fue presidenta. Formando bloque con ella en la cúpula de la Fundación Ortega-Marañón también se situaría el vicepresidente ejecutivo, Julio Iglesias de Ussel, otro de los apoyos del empresario.

Operación inmobiliaria en el horizonte

El enfrentamiento entre el presidente y los sucesores de quienes fundaron la institución radica en cómo se produjo la llegada de Villar Mir al cargo. “Cree que ha comprado la entidad, pero con sus cinco millones sólo compró la presidencia”, señalan desde ese ámbito. Se da la circunstancia de que Villar Mir ha salido incluso de la presidencia de su histórica constructora OHL.

Otra de las cuestiones que enfrenta al empresario y actual presidente de la fundación con los descendientes de los que le dan nombre es una eventual operación inmobiliaria. Fuentes internas señalan que el empresario intentaría reducir el compromiso de su aportación de cinco millones de euros mediante la venta de una finca que los Ortega cedieron a la fundación. El inmueble debía ser destinado a levantar un centro de arquitectura y paisaje y se halla en un idílico paraje de Castilla y León.

“Las actitudes de Villar Mir –explican sus críticos– han sumido a la institución en la irrelevancia académica y social y en la más dura ruina económica, como nunca antes se había visto desde que en 1978 la creará doña Soledad Ortega, hija del filósofo”. Entre otras acusaciones que recibe el empresario destaca el haber cerrado toda relación con México y otros países donde la fundación tenía el principal caladero de alumnos de postgrado.

Marcha atrás lenta

La Fundación Ortega-Marañón tuvo gran prestigio y relevancia en Latinoamérica. “Hoy es inexistente”, sostienen los patronos críticos. Incluso en Argentina le han formulado una reclamación de 1,6 millones de dólares por diversos incumplimientos. En los últimos tiempos ha pasado de ofrecer 30 máster a 3 y, lo peor, sin alumnos, señalan desde el círculo crítico del órgano de gobierno.

El patronato de la Ortega-Marañón tiene como presidente de honor al rey emérito, Juan Carlos de Borbón. Entre otros patronos figuran nombres como Luis Maria Anson, Enrique Bacigalupo, Fernando Becker, Josep Borrell, Shlomo Ben Ami, Tom Burns Marañón, José Luis Feito, Antonio Garrigues Walker o José María Sancho Rof.