Hay quienes sufren cómo les hacen fotos en clase para luego subirlas a las redes sociales para burlarse:

“Se meten con él, le insultan, le esperan a la salida para reírse de él, suben fotos a las redes sociales como Instagram o las mandan por Whatsapp, le echan fotos sin que se dé cuenta en clase y luego escriben comentarios como gilipollas (...) y amenaza con subir más fotos burlándose de él”.

Hay quienes son amenazadas e insultadas a través de Whatsapp:

“Me amenazan por Whatsapp, con mensajes como: no te vamos a hacer nada bizco...pero te vas a enterar”.

Hay quienes que ante el acoso sufren ansiedad, tristeza y miedo:  

“Comenzó a bajar en las notas, e incluso comenzó a caérsele el pelo, hacerse pis en la cama y tener dermatitis”.

Y hay quienes después de meses -incluso años- tienen intenciones suicidas:

“Seguro que si desaparezco sería un alivio para todos”.

Son testimonios reales de acoso escolar a través de las nuevas tecnologías y redes sociales atendidos por la Fundación ANAR, que han servido para trazar el perfil de acosado y acosador en las aulas españolas.

Así son los acosados

El 70% de las víctimas del ciberbullying son chicas. El ciberacoso afecta de manera muy desproporcionada a chicos y chicas a tenor de los datos ofrecidos por ANAR: el 70,2% son mujeres frente al 29,8%. Este dato adquiere mayor importancia si se tiene en cuenta que otros tipos de acoso escolar la diferencia es prácticamente nula: 53% de hombres y 47% de mujeres.

Acosados en el paso al instituto. “La edad de acceso a las nueva tecnologías es uno de lo determinantes de que la edad media de las víctimas de ciberbullying sea superior a la de otros tipos de acoso escolar”, explican los autores del informe. La diferencia entre ambos: 13,6 años en ciberbullying frente a 11,6 años).

Cuenta tarde el infierno que vive. El origen del problema se sitúa en los 12,9 años, analiza Anar, lo que revela que la media de tiempo que el adolescente tarda en contar su problema, y por tanto lo está padeciendo, es de 9 meses, siendo algo inferior a la de otros tipos de acoso, que es de 14 meses de media. “Debemos tener en cuenta que los adolescentes tienen una baja percepción de riesgo y cuando se atreven a contar lo que les está sucediendo suelen estar en una situación límite en la que se encuentran indefensos o incapaces de resolver”, añaden.

Españoles seguidos de latinoamericanos. El acoso escolar a través de las redes sociales y nueva tecnologías en nuestro territorio sigue siendo cosa de españoles. Es la principal nacionalidad de los casos consultados de víctimas (97%), seguido de latinoamericanos (2,1%) y tan sólo el 0,9% corresponde a otras nacionalidades.

Rendimiento y satisfacción escolar. Tal y como informa la Fundación, sufrir “acoso escolar en cualquiera de sus formas no afecta inicialmente el rendimiento escolar, pero sí afecta a la percepción y motivación que tiene la víctima sobre su centro escolar”. Y es que sólo uno de cada cinco víctimas de ciberbullying muestra satisfacción con los resultados obtenidos. “Debido a que la satisfacción incide de forma decisiva en el rendimiento, podemos concluir que a largo plazo el rendimiento escolar se verá afectado por el ciberbullying”, sostienen.

Así son los acosadores

Chicos agredidos por chicos; chicas por chicas. Si bien los agresores pueden ser tanto chicos como chicas o grupos mixtos, el perfil más frecuente es de un varón (40,6%). Además, existen “diferencias importantes” dependiendo del sexo de la víctima: Si la víctima es mujer, lo más habitual es que sea acosada por compañeras del mismo sexo (40% de los casos) y si la víctima es hombre, será agredido en su gran mayoría por otro hombre (73,3%).

Compañeros de pupitre. El acosador o acosadores son compañeros de clase de la víctima en un 82,9% de los casos, por tanto, la edad del agresor suele ser similar a la de la víctima: 13,6 años en ciberbullying y 11,6 años en otros tipos.

Los acosadores actúan en grupo. En tres de cada cuatro ocasiones el acosador actúa en grupo y  la mayoría de las veces en grupos de entre dos y cinco personas. Relevante es que en el ciberbullying, el 47,1% de los casos eran amigos de la víctima. Fenómeno contrario en el caso de otros tipos de acoso escolar en el que siete de cada diez casos no eran amigos previamente.

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