Lisboa

El tren 420, que ha descarrilado esta mañana en la ciudad gallega de Porriño, pertenece a la línea Celta de la empresa estatal lusa Comboios de Portugal (CP), conectando Vigo con Oporto a través de las ciudades portuguesas de Valença do Minho y Viana do Castelo. Hay al menos cuatro víctimas mortales –entre ellas, el maquinista, un portugués de 45 años–, además de siete heridos graves, y una cuarentena de personas con heridas ligeras.

El siniestro supone un nuevo capítulo negro en el historial de accidentes mortales de la empresa estatal lusa, que desde el año 2000 ha registrado casi una veintena de siniestros. Las causas son diversas. En muchos casos, se tratan de descarrilamientos en vías inadecuadamente mantenidas, o afectadas por condiciones meteorológicas, como fue el caso del descarrilamiento de Ermida en diciembre del año 2000, en la que murió el maquinista, o el desastre de la Línea del Tua, en el que murieron tres personas al descarrilar el tren y caer al río tras una tormenta.

En otras ocasiones son el resultado de errores humanos, como es el caso en casi cada instancia de colisión de automotores; el accidente más llamativo de estas características tuvo lugar en 2001, cuando el choque de dos trenes cerca de Lousã tuvo cinco víctimas mortales como resultado.

La red ferroviaria lusa es objeto de crítica frecuente en Portugal debido a su significante degradación, acrecentada por los recortes efectuados en la empresa como consecuencia de la crisis económica de los últimos años. Técnicos de CP anuncian tanto el desgaste de los trenes como el mal estado de las propias vías. Sin embargo, Infraestructuras de Portugal, la empresa estatal que gestiona la las líneas ferroviarias del país, sostiene que no se trata de un problema de la manutención, sino de modernización: no es cuestión de arreglar la infraestructura existente, sino de reemplazar un sistema completamente obsoleto. Algo imposible en un país que sigue lidiando con una economía extremadamente delicada.

Por el momento se desconocen las causas del accidente de Porriño, aunque ingenieros técnicos consultados por la prensa lusa indican que podría tratarse de un fallo en el aparato de cambio de vía, o que la misma hubiese estado movida para conducir al tren hacia una línea distinta. En este caso, un exceso de velocidad podría haber provocado el siniestro mortal.

CP indica a EL ESPAÑOL que el Gabinete de Seguridad y Accidentes Ferroviarios lusos asistirá a las autoridades españolas en la investigación del siniestro. La empresa pública también informa que su presidente, Manuel Queiró, viaja a Porriño para reunirse con su homólogo español, Pablo Vázquez Vega, para evaluar las consecuencias de lo ocurrido.

Un servicio ‘rescatado’ de la extinción en dos ocasiones

La línea Celta es de las más antiguas de Portugal, y actualmente la única que conecta el norte del país vecino con España.

Aunque oficialmente es operado en conjunto con Renfe, a nivel práctico es una operación lusa, con la mayoría del trayecto teniendo lugar en suelo portugués. Fuentes de CP indican que gran parte del tiempo los maquinistas a cargo de los trenes son portugueses que hacen el trayecto cubriendo el servicio de tarde, pernoctan en Galicia, y conducen el tren de vuelta a Oporto por la mañana.

El servicio se desarrolla con antiguas automotoras españolas de la serie 592 –denominados camellos– que Renfe cedió en alquiler a Portugal tras modernizar su línea de Media Distancia. Los trenes fueron fabricados a principios de la década de los ochenta y son objeto de burlas por parte de los usuarios por ser tan anticuados.

Tanto en 2005 como en 2011 se anunció la extinción del servicio Celta debido a la caída en la demanda –que hace cinco años contaba con una media de apenas 11 pasajeros por trayecto–, la mala calidad de los trenes y la duración del viaje; los pasajeros podían ahorrarse una hora de viaje recorriendo la misma distancia en autobús.

Las protestas de políticos españoles y lusos –entre  ellos, el actual alcalde socialista de Vigo, Abel Caballero– lograron ‘rescatar’ el Celta y hacer que CP diera marcha atrás en ambas ocasiones. En 2011 se habló de aportar nueva potencia al servicio, e incluso se anunció que se harían nuevas inversiones para modernizar la línea y conectar Vigo con al Aeropuerto de Oporto. El impacto de la crisis económica tanto en España como en Portugal, sin embargo, dejó el ambicioso plan en papel mojado.

Noticias relacionadas