Ahora trabaja como mozo de almacén para una marca de productos para el hogar.
Jorge (48 años), autónomo: "He tenido que abandonar mi sueño porque no puedo pagar 300 euros de más todos los meses"
El sanitario denuncia que, en Sevilla, los centros de fisioterapia no suelen contratar a sus fisioterapeutas, sino que les cobran el uso de la consulta.
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Por las mañanas carga cajas en un almacén del polígono El Pino y por las noches repasa con nostalgia los apuntes de anatomía que aún guarda de cuando estudiaba Fisioterapia.
Jorge Sevilla, de 48 años, es uno de los muchos profesionales sanitarios que han tenido que renunciar a ejercer su vocación porque ser autónomo en España "es un lujo". "He tenido que abandonar mi sueño porque no puedo pagar 300 euros de más todos los meses", lamenta.
Natural de Sevilla y titulado en Fisioterapia desde hace más de una década, Jorge intentó abrirse paso en su profesión con ilusión y esfuerzo. Sin embargo, pronto se topó con una realidad que, según denuncia, "hace imposible vivir dignamente del trabajo propio".
Según explica este sevillano, la mayoría de los centros de fisioterapia de la ciudad no contratan a los fisioterapeutas, sino que les ceden las consultas a cambio de un porcentaje del precio de cada sesión.
"Tú trabajas por tu cuenta, pero tienes que pagarle al dueño del centro un 30 o 40 por ciento de lo que has cobrado por la consulta. Luego vienen la cuota de autónomos, el IVA trimestral, el IRPF... Cuando haces cuentas, ves que trabajas para pagar", resume.
Durante un tiempo, trató de mantenerse. Atendía a sus pacientes por las tardes en una clínica de Los Remedios y colaboraba con otro centro en Nervión.
Pero, entre alquileres de consulta y cuotas, apenas le quedaban unos cientos de euros al mes. "No me llegaba ni para cubrir los gastos básicos. Y si un mes enfermaba o no tenía pacientes, era un drama. Nadie piensa que los autónomos no tenemos red de seguridad", lamenta.
Finalmente, agotado y sin margen para seguir, decidió dejar la fisioterapia y entrar en una Empresa de Trabajo Temporal (ETT). Ahora trabaja como mozo de almacén para una marca de productos para el hogar. "No es lo que quiero, pero al menos tengo un salario fijo y cotizo como cualquier empleado. No puedo permitirme seguir perdiendo dinero por ser autónomo", reconoce.
Su caso, aunque personal, refleja una problemática extendida entre muchos jóvenes profesionales. La precariedad del modelo de trabajo autónomo, las altas cuotas y la falta de apoyo al emprendimiento hacen que cada vez más personas abandonen sus vocaciones.
"Conozco a compañeros que están igual, fisioterapeutas, psicólogos, nutricionistas… todos intentando sobrevivir en un sistema que no te deja empezar", cuenta.
Aun así, Jorge no pierde la esperanza de volver algún día a su profesión. "Sigo formándome, sigo leyendo. Si cambian las condiciones, me encantaría volver. Pero mientras tanto, tengo que vivir. Y vivir, ahora mismo, pasa por trabajar donde haya trabajo".