Estampas de la Feria de Sevilla del siglo XIX / © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

Estampas de la Feria de Sevilla del siglo XIX / © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza

Vivir

Así es como nació la Feria de Abril de Sevilla y se convirtió en la celebración más querida de Andalucía

Descubre cómo la Feria de Abril pasó de ser un mercado de ganado en el siglo XIX a convertirse en una de las fiestas más representativas y multitudinarias de Andalucía.

Más información: De Juan Belmonte a Joselito El Gallo: así se nombran las calles del Real en la Feria de Abril

Publicada

Cada primavera, Sevilla se transforma en un estallido de color, alegría y tradición. La Feria de Abril, con su Real lleno de casetas, farolillos, caballos y flamencas, es uno de los eventos más reconocidos y celebrados no solo en Andalucía, sino en toda España. Pero lo que pocos recuerdan es que esta fiesta tan ligada al folclore andaluz nació como un modesto mercado de ganado, con un objetivo muy diferente al que hoy representa.

La historia de la Feria de Abril comienza en el año 1846, cuando dos concejales del Ayuntamiento de Sevilla, José María Ybarra (vasco) y Narciso Bonaplata (catalán), propusieron la creación de una feria anual que ayudara a dinamizar el comercio ganadero de la ciudad. La idea fue aprobada por la reina Isabel II, y así, en abril de 1847, se celebró la primera edición.

Se instalaron tres días de mercado en el Prado de San Sebastián, y aquel evento reunió a cientos de ganaderos, agricultores, comerciantes y visitantes de la región. Desde entonces, la cita se convirtió en tradición anual, creciendo poco a poco en asistencia e importancia. Aunque al principio el foco era claramente económico, ya empezaban a notarse algunos ingredientes del espíritu festivo actual: música, bebida, comida y encuentros sociales.

A medida que pasaban los años, la Feria fue dejando a un lado su carácter puramente comercial. Las familias sevillanas comenzaron a montar casetas para reunirse, los caballos adornados tomaron las calles y la vestimenta tradicional empezó a definir el ambiente. La mujer vestida de flamenca, los trajes de corto, el cante y el baile empezaron a ser protagonistas en un evento que, aunque seguía albergando alguna actividad ganadera, ya se sentía más como una fiesta popular que como un mercado.

A principios del siglo XX, la Feria se consolidó como uno de los acontecimientos sociales más importantes de Sevilla. El Real fue cambiando de ubicación hasta establecerse definitivamente en el barrio de Los Remedios, donde hoy se construye una auténtica ciudad efímera cada abril, con más de mil casetas, calles decoradas y una monumental portada que cambia de diseño cada año.

Lo que hace única a la Feria de Abril es su capacidad para fusionar tradición, arte, folclore y vida social en un solo espacio. No se trata solo de música y baile: es una forma de vivir y celebrar la identidad sevillana. La Feria se ha convertido en un lugar donde se mantienen costumbres que han pasado de generación en generación.

Durante una semana (o más, según el calendario), Sevilla se entrega por completo a esta celebración. Las casetas se llenan de familiares, amigos y visitantes; se sirven tapas, manzanilla, rebujito y jamón ibérico; se escuchan sevillanas desde el mediodía hasta la madrugada, y el ambiente se tiñe de luces, volantes y albero.

Hoy, la Feria de Abril no es solo un evento local. Cada año atrae a miles de turistas de todo el mundo, convirtiéndose en un referente del turismo cultural español. Figuras de la política, la música, el cine y el arte acuden a Sevilla para vivir la experiencia. Y aunque muchas casetas son privadas, existen espacios abiertos para que cualquiera pueda sumarse a la fiesta, bailar sevillanas o probar el mejor pescaíto frito.

La Feria también es motor económico: genera empleo, impulsa el sector servicios y pone a Sevilla en el mapa internacional durante una semana clave para su economía y proyección exterior.

Lejos de anclarse en el pasado, la Feria ha sabido adaptarse al presente sin perder su esencia. Con medidas para mejorar la sostenibilidad, la accesibilidad o la seguridad, sigue evolucionando sin renunciar a su alma: una fiesta nacida de un mercado, convertida en símbolo de identidad y orgullo cultural para toda Andalucía.