
Plato de caldo.
Esta es la cena perfecta para nazarenos y costaleros que hayan realizado su estación de penitencia en Sevilla con lluvia
Aunque muchas cofradías han decidido salir a la calle asumiendo el riesgo, las procesiones no han escapado a las consecuencias de las precipitaciones.
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La Semana Santa de 2025 en Sevilla está viéndose marcada por la inestabilidad del tiempo. Aunque muchas cofradías han decidido salir a la calle asumiendo el riesgo, las procesiones no han escapado a las consecuencias de las lluvias intermitentes que han empañado buena parte de los recorridos.
Aun así, tanto nazarenos como costaleros han demostrado un compromiso absoluto con sus hermandades. Este año, al esfuerzo habitual de caminar largas distancias con cirios encendidos o soportar el peso de los pasos durante horas, se suma la dureza de las bajas temperaturas y las precipitaciones, que han puesto a prueba la resistencia física de los participantes.
En Sevilla, es habitual que muchos penitentes recurran al ibuprofeno tras completar su estación de penitencia para aliviar la inflamación y el dolor en pies, brazos o hombros. Sin embargo, este año una simple pastilla puede quedarse corta.
El esfuerzo se multiplica para quienes hacen el recorrido descalzos, obligados a caminar directamente sobre charcos por la lluvia persistente.
Al regresar a casa, el cuerpo llega completamente entumecido por el frío y el cansancio. Para recuperar algo de calor y energía, solo hay dos remedios eficaces: una buena ducha caliente y un plato reconfortante que devuelva la fuerza perdida.
Caldo de puchero
La tradición sevillana ofrece un remedio infalible: un buen plato de caldo de puchero. Esta receta clásica, presente en tantos hogares de Sevilla y Andalucía, no solo reconforta el ánimo: tiene efectos reales sobre el bienestar físico tras una estación de penitencia.
El caldo de puchero es rico en colágeno, minerales y proteínas de fácil absorción, lo que ayuda a rehidratar el organismo, reducir la fatiga muscular y combatir la inflamación. Tras el esfuerzo continuado y las horas de exposición al frío y la humedad, sus beneficios son inmediatos.
El puchero tradicional, elaborado con huesos de jamón, carne, garbanzos y verduras, aporta además un equilibrio perfecto entre energía y nutrientes esenciales. El caldo caliente estimula la circulación y ayuda a elevar la temperatura corporal, algo fundamental cuando se ha permanecido horas con los pies mojados o soportando temperaturas bajas.
Además, su digestión es ligera, por lo que el cuerpo puede asimilar rápidamente los aportes nutritivos sin sentirse pesado.
Hay también un componente emocional. El puchero es un plato asociado al hogar, al cuidado de los mayores y al calor familiar. En ese regreso a casa tras la estación de penitencia, con el cuerpo agotado y la ropa mojada, reencontrarse con ese sabor tan arraigado a la memoria afectiva es, también, una forma de reparación emocional.
Para los más hambrientos, las sobras de la preparación del puchero tradicional da como resultado otro de los platos más contundentes de la gastronomía sevillana: la pringá.
Si bien es cierto que la pringá es más pesada para tomar por la noche, ya que está elaborada con carne de ternera, muslo de pollo, tocino, jamón, garbanzos y patata y zanahoria cocida, no deja de ser una opción perfecta para paliar el hambre que una estación de penitencia de más de ocho horas suele dejar en el cuerpo.