El bailaor y coreógrafo Manuel Liñán en uno de sus espectáculos.
Manuel Liñán presenta en Lebrija 'Muerta de Amor', el flamenco sin fronteras: "Mi vida no tendría sentido si no bailara"
El Festival Flamenco 'Duende', impulsado por la Diputación de Sevilla, continúa su recorrido por la provincia con una programación que reivindica la diversidad.
Más información: Farruquito, bailaor flamenco: "Si no fuera por el cariño de la gente, no aguantaría esta profesión tan dura"
El Festival Flamenco 'Duende', impulsado por la Diputación de Sevilla, continúa su recorrido por la provincia con una programación que reivindica la vitalidad y diversidad del arte jondo. En esta edición, el certamen reúne sobre los escenarios a figuras de primer nivel, entre ellos Manuel Liñán.
El bailaor granadino, Premio Nacional de Danza 2017, presenta en el Teatro Juan Bernabé de Lebrija Muerta de Amor, una propuesta de gran formato que explora los territorios del deseo, la fantasía y la provocación. Acompañado por una docena de artistas y con Mara Rey como invitada, Liñán invita al espectador a adentrarse en un universo donde el cuerpo se convierte en espacio de emoción, libertad y resistencia.
Antes de su paso por Lebrija, el artista conversa con este medio sobre la raíz y la experimentación en su obra, los cambios que atraviesa el flamenco contemporáneo y la necesidad de seguir derribando fronteras entre lo masculino y lo femenino sobre el escenario.
Muerta de Amor, el espectáculo que va a representar en Sevilla, habla de deseos, fantasía y provocación. ¿De dónde nace este espectáculo y qué quería contar con él?
Nace de la importancia que han tenido para mí las relaciones o las distintas formas en las que la gente se relaciona y qué consecuencias tienen estas relaciones en nuestra vida, en nuestro cuerpo. Lo que pretende el espectáculo es abrir una diversidad de emociones o de campos emocionales en los que se ve reflejado cómo, según la manera en que tú te relaciones con la gente en general, afecta a tu baile o no.
Es usted un artista profundamente arraigado a la tradición, pero también uno de los grandes renovadores del género. ¿Cómo consigue mantener ese equilibrio entre pureza y vanguardia sin traicionar ninguna de las dos partes?
Bueno, es que para mí siempre han ido unidas. O sea, yo he aprendido desde pequeño lo que es el flamenco clásico, popular y tradicional, pero siempre, ya desde muy chico, tenía también mis propias inquietudes. Es cuestión de estructurar algunas cosas, de investigar.
Para mí es algo que siempre ha convivido junto y creo que es algo que también es muy importante para que se mantenga el flamenco vivo. O sea, creo realmente en un flamenco que no tenga una sola cara, sino que sea también diverso.
Habla con mucha pasión del flamenco, ¿siempre ha tenido claro que quería bailar?
Sí, siempre. Al principio lo hacía como un juego, pero era algo que me atraía desde pequeño. Empecé por una cierta atracción, porque me sentía atraído por una mujer bailadora, y luego, poco a poco, ya en mi adolescencia fue cuando me di cuenta que el baile no era un juego sino que para mí servía como una herramienta para poder expresarme. Entonces elegí, o mi cuerpo por naturaleza eligió, que fuera una herramienta de expresión para poder comunicarme, para poder manifestarme en general.
¿Es difícil hacer carreras en este mundo?
Pues yo creo que sí, que es difícil sobre todo por la inquietud del artista, o sea, no podemos hacer planes en un futuro porque no sabemos qué trabajo vamos a tener en dos años. Yo realmente me considero muy afortunado y una persona realizada, pero es cierto que vivimos un futuro incierto: no sabemos si el espectáculo que estamos haciendo va a tener salida o no, si el mercado va a cambiar... Todo va cambiando muy deprisa.
Si no fuera bailaor, ¿qué cree que sería?
Uf, no lo sé. Nada. Es decir, podría ser de todo, pero mi vida no tendría sentido.
Volviendo a Muerta de Amor, el espectáculo llega al Teatro Juan Bernabé de Lebrija con una docena de artistas en escena. ¿Qué papel juega el colectivo, el grupo, dentro de esta propuesta?
Pues es muy importante. Compartí el proyecto con todos desde el principio. Soy una persona que también me gusta saber qué opinan a la gente que hay alrededor, qué sienten, qué es lo que aportan, qué tienen que contar.
Es un trabajo en el que he estado muy pendiente de todos mis compañeros, de la energía, de su energía, de sus emociones. He compartido el proyecto desde el principio. Los bailarines han sido también elegidos muy específicamente y, bueno, la verdad es que ha sido un trabajo muy honesto y que realmente se sostiene porque todos los bailarines tienen una personalidad muy diferente, muy diversa, pero cada bailarín tiene la virtud de poder embaucarte en su mundo; te seducen.
Ha recorrido escenarios muy importantes a lo largo del mundo, pero sigue muy vinculado a Andalucía. ¿Le dice algo especial bailar en la provincia de Sevilla?
Yo siempre llevo a Andalucía en mi corazón, yo soy de Granada y lo llevo con muchísimo orgullo. Y Sevilla es una ciudad a la que le tengo muchísimo respeto, mucha admiración. También he vivido algún tiempo en Sevilla, concretamente Lebrija, y he bailado algunas veces allí. Es una tierra llena de arte, llena de profesionales que a nosotros también nos causa muchísimo respeto y muchísimas ganas de compartir este espectáculo con gente de la afición y a la que admiramos.
En sus obras hay una constante investigación sobre la identidad, la libertad, el cuerpo. ¿Siente que el flamenco como lenguaje se ha abierto a esos discursos contemporáneos?
Sí, creo que el flamenco se ha abierto a esos discursos contemporáneos. Pienso que la frontera entre lo masculino y lo femenino se está empezando a difuminar. Lo experimental siempre ha estado presente en el flamenco, forma parte de su esencia, pero ahora se está avanzando en ese sentido y se empieza a naturalizar. Hoy, por ejemplo, un hombre puede bailar con bata de cola sin necesidad de adoptar un personaje o una dramaturgia concreta.
Además, sé que en algunos conservatorios, donde antes no se permitía a los hombres estudiar con bata de cola, ahora no solo está permitido, sino que incluso es una asignatura obligatoria. Me parece una buena señal de que el flamenco avanza y de que esas fronteras tradicionales se van desdibujando poco a poco.
Coreografía para otros artistas, dirige, baila, hace giras por el mundo. ¿Dónde encuentra hoy el descanso y la inspiración?
Ya he reflexionado algunas veces sobre esto porque es verdad que me considero una persona muy inquieta y muy activa, y es que para mí bailar no supone ningún esfuerzo. O sea, para mí la creación y bailar es un regalo. Últimamente lo vivo así, y es cierto que a veces yo digo, joder, es que no paro, pero porque es que yo también no quiero parar; a mí bailar no me cansa.
Es verdad que hay otros apartados, como el tema de los viajes, el estrés y demás, y eso sí me cansa, pero lo que es bailar y lo que es crear, es que me siento muy afortunado de poder hacerlo.