Jerónimo tiene un huerto a las faldas de una pequeña colina. Arriba hay un restaurante, con terraza, carpa y un castillo hinchable para niños. Eran las cuatro y cuarto del domingo, día de la madre, cuando oyó una pequeña detonación. Levantó la mirada y vio el castillo elevándose por los aires y a un montón de niños volando con él. “¿Me estaré volviendo loco?” pensó. Pero no. Lo que parecía un espejismo era una tragedia que ha conmocionado el pequeño pueblo gerundense de Caldes de Malavella.

El castillo hinchable, un Bob Esponja siniestro, se había descontrolado. Aún no se sabe si fue por estar mal sujeto al suelo, por un reventón o por otras causas que todavía se investigan. La cuestión es que el castillo perdió presión y salió por los aires, como sale un globo hinchado y sin atar cuando se le suelta la boquilla. Sin control. 15 metros de altura y 40 de distancia dicen los testigos presenciales que alcanzó. Con el castillo, varios niños menores de diez años que saltaban en esos momentos, salían propulsados por los aires. Una de ellas, Arán, de 6 años, falleció esa misma tarde a causa del brutal impacto contra el suelo. Otros seis resultaron heridos de diversa consideración y trasladados a varios hospitales catalanes.

Fue la peor pesadilla para el Día de la Madre: un apacible restaurante, con un espacio infantil para que los niños se diviertan. Los padres los dejan jugar con toda tranquilidad, pero no esperan que el artefacto falle. Y mientras apuran sus cafés, ven la tragedia en directo.

EL IDÍLICO PUEBLO DEL VICHY CATALÁN

El restaurante Mas Oller es el lugar es ideal para disfrutar de los días de sol. Está en Caldes de Malavella, el pueblo donde se produce el Vichy Catalán. Un municipio famoso por su balneario, sus aguas termales, su tranquilidad y su calidad de vida. Chalets de dos plantas rodean el área en el que se ubica el restaurante. Mas Oller está sobre una colina a las afueras, en una zona sin urbanizar y se llega a través de una pista de tierra sin asfaltar. La terraza es un gran balcón con preciosas vistas al pueblo y una enorme explanada donde comer mientras se toma el sol.

El accidente tuvo lugar en el restaurante Mas Oller, de Caldes de Malavella

No hacía ni un mes que los propietarios habían instalado el castillo hinchable, en previsión de las oleadas de clientes que se esperan para verano. Se trata de un lugar muy frecuentado por familias con niños, y el tiburón se había convertido en un reclamo fenomenal para los más pequeños. El propietario, Jaume Matas, lo había adquirido de segunda mano a un feriante. No lo comunicó al Ayuntamiento ni pidió permiso alguno. Pensó que no era necesario.

En el momento del siniestro, la terraza estaba abarrotada. Familias con hijos, grupos pasando el domingo, dos enfermeras que disfrutaban de su día de asueto, un padre viudo con su pequeño hijo Álex, de 4 años, que siempre reclama su atención... Apuraban los postres y empezaban con los cafés y las copas, después de haber disfrutado un menú de carnes a la brasa.

DE REPENTE, UNA EXPLOSIÓN

Eran las cuatro y cuarto de la tarde cuando todos oyeron un ruido. Una detonación. Una pequeña explosión que les hizo girar sus cabezas en dirección al castillo hinchable. Allí ya no había castillo. El amasijo de plástico se elevaba por encima de las cabezas de todos los presentes que, horrorizados, veían como despegaba y salía disparado 40 metros. Pegados a él, varios niños que no pudieron evitar el fatal viaje.

Tras el gesto de incredulidad, los gritos de horror. Los niños aterrizaban con violencia en décimas de segundo. Todos los presentes abandonaron sus mesas a la carrera en dirección a los heridos. Familiares, amigos, todos los comensales y el personal del restaurante. El golpe había sido brutal.

“LA ESTAMOS PERDIENDO”

A partir de ahí, el caos. Mientras las enfermeras atendían a los pequeños malheridos, algunos de los presentes avisaban por teléfono a las ambulancias. El estado de los heridos era grave. Sobre todo el de la pequeña Arán, que venía de un pueblo próximo llamado Tordera. “Que venga pronto la ambulancia porque la estamos perdiendo. La niña se nos va”, gritaba una de las personas que estaba atendiendo, según explica La Vanguardia.

A los pies de la carpa aún estaba, varios días después, la bolsa de basura con los manteles de los primeros auxilios

El personal del restaurante reaccionó con rapidez, dentro del poco margen de maniobra que tenían. El mal ya estaba hecho, por lo que procedieron a sacar manteles y botella de agua para intentar ayudar a los heridos. Desde lejos, horrorizado, se miraba la escena el pequeño Álex, que estaba sano y salvo de milagro. Se encontraba saltando en el castillo unos segundos antes del accidente. El niño, cuya madre falleció en su parto, sólo tiene a su padre y lo reclama constantemente. Bajó del castillo para pedirle que se fuese a jugar con él. En ese momento, Bob Esponja estalló.

CASTILLO SIN LICENCIA Y MAL SUJETO

Los Mossos d'Esquadra aún investigan las causas del siniestro. Las primeras hipótesis apuntaban a que el castillo tenía que estar sujeto mediante seis enganches al suelo. La policía sólo encontró dos.

La idílica terraza de Mas Oller se había convertido en un improvisado hospital de campaña. Madres que veían como su día se había convertido en una pesadilla. Nadie quería mover a los heridos del sitio en el que habían caído, por lo que los manteles sirvieron para dar algo de sombra a los chicos que habían caído en zonas de sol.

Mas Oller es un restaurante frecuentado por muchas familias con niños y tiene zonas infantiles

Las ambulancias llegaron a los pocos minutos. En algo menos de media hora, Arán estaba siendo trasladada el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, porque su estado era el más grave. A otro niño lo llevaban al Parc Taulí de Sabadell, y a dos niñas al Hospital Josep Trueta de Girona.

TERCER MUERTO EN CASTILLOS HINCHABLES

Los seis niños heridos consiguieron salvar la vida. No pudo hacerse nada por Arán, que falleció esa misma tarde. Se convirtió así en la tercera víctima de una macabra lista de niños fallecidos en castillos hinchables. En lo que llevamos de siglo, al menos tres menores han perdido la vida en España en este tipo de atracciones. El 15 de julio de 2003, una niña de 5 años murió al fracturarse una vértebra cervical en un castillo hinchable de Gran Canaria que, como el de Caldes, no tenía licencia. El 9 de abril de 2006, una niña de 4 años perdió la vida tras salirse de un tobogán hinchable en la Feria Mágica de Barcelona.

Son tres, pero el número de fallecidos en nuestro país en ferias, parques temáticos, acuáticos o de atracciones, supera la veintena en lo que llevabamos de siglo. Ninguno de estos accidentes, sin embargo, tuvo lugar en una fecha tan señalada como el día de la madre.

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