La nomofobia, aunque se usa como sinónimo de “adicción a los móviles”, realmente implica un miedo irracional a salir de casa sin nuestro preciado aparato. El término en sí mismo es una abreviatura inglesa de un concepto que se acuñó en el año 2008 tras un estudio encargado por la oficina de correos británica al instituto demoscópico YouGov: No-mobile-phone phobia o “miedo a estar sin el móvil”. España no escapa a este fenómeno, e incluso el presentador de Salvados, Jordi Évole, afirma estar sufriéndola.

En el estudio mencionado, donde se analizó a 2.163 personas, se llegó a la conclusión de que casi el 53% de los usuarios de teléfonos móviles sufren esta adicción en Reino Unido, llegando a sentir ansiedad por la preocupación de pérdida de su dispositivo, quedarse sin batería o sin cobertura. Además, se concluyó que hasta el 58% de los hombres y el 48% de las mujeres sufren esta 'fobia' (la cual aún no ha sido aceptada oficialmente en el manual oficial de trastornos psiquiátricos americano, el conocido DSM-V); asimismo, un 9% de la población siente estrés si su móvil está apagado, un nivel de estrés similar al que se sufre el día antes de una boda.

España, con gran riesgo de nomofobia

A pesar de que este estudio ha tomado como referencia a Reino Unido, España es precisamente uno de los países más propenso a esta 'fobia' no-oficial. Según datos del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA) para ABC, el 96% de los españoles tiene móvil (muchos más que en grandes países como Estados Unidos, China o Francia); entre ellos, más del 26% tiene incluso dos móviles y un pequeño pero curioso porcentaje del 2% de la población tiene hasta 3 móviles.

En total, según datos de 2016, los smartphones son los dispositivos más usados para acceder a Internet con un 93,9% de uso, las tablet destacan con un 59% y los televisores han llegado al 26,1%.

Adolescentes, lo más propensos a sufrir nomofobia

Según el estudio de YouGov y otros estudios posteriores, salir a la calle sin el móvil podría provocar a aquellos que sufren la llamada “nomofobia” síntomas como inestabilidad, agresividad o dificultad para la concentración; se trata de indicios muy similares a los trastornos de ansiedad, asociando también hipervigilancia, inquietud y temor al aislamiento.

Precisamente los adolescentes son los más propensos a sufrir esta adicción al móvil y temor obsesivo a su pérdida si tenemos en cuenta la sociedad hiperconectada en la que vivimos actualmente, dominada por las redes sociales, donde continuamente se reciben notificaciones o mensajes de una aplicación u otra. Una sociedad donde la comprobación constante de los mensajes es algo diario (tanto para los adolescentes como para los adultos). La preocupación aumenta, más si cabe, teniendo en cuenta que en 2015 hasta el 98% de los adolescentes de entre 10 a 14 años ya poseían un móvil de última generación con conexión a Internet.

En otro estudio similar, publicado en 2013 en Review of Progress, se analizó a 547 estudiantes universitarios. Ya en aquel entonces se llegó a la conclusión de que el 23% de ellos sufría nomofobia y el 64% estaba en riesgo de desarrollarla. Además, hasta el 77% de los encuestados comprobaba su móvil 35 o más veces al día.

Qué opina Jordi Évole sobre la nomofobia

En una entrevista concedida recientemente al periódico El Mundo, Évole ha llegado a afirmar que él mismo está pegado al móvil una media de 4 horas diarias (algo que sabe a ciencia cierta porque instaló una aplicación capaz de controlar su uso diario del dispositivo).

Como podremos ver este mismo domingo en el programa Salvados en La Sexta, Évole confirma que pasa gran parte de su día a día entre whatsapps, tuits y likes de Facebook. De hecho, en la entrevista póstuma realizada al sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman, el propio Jordi Évole afirma que acaba siendo “salpicado” por el mismo problema que denuncia en su programa, y que incluso le acaban haciendo terapia.

Bien es cierto que, a pesar de que hoy en día los adolescentes son los que tienen una dependencia extrema de las redes sociales, y que vivir para los “likes” llega a ser un modo de vida que roza lo obsesivo en algunos, la realidad es que incluso los adultos nos vemos salpicados por la problemática. Se intenta dar ejemplo a los más pequeños y no tan pequeños, pero en ocasiones despegarse de ese aparato portátil puede ser complicado.

Évole afirma que, al menos ha intentado no usar su móvil como despertador y ahora usa un radiodespertador para no tener que depender del teléfono nada más levantarse de la cama.