Andrés vende coches seminuevos y de gerencia en Novocar, el concesionario en el que asesinaron a Carmen Martínez. Está nervioso e inquieto. No quiere hablar con nadie. “Llevamos unos días en los que, o se nos llena la tienda de policías, o la cristalera de periodistas. Y yo no voy a decir nada. Sólo que tenemos mucha incertidumbre y que tememos hasta por nuestro puesto de trabajo”. Tiene miedo porque la policía ha detenido a Miguel Ángel López, gerente de la empresa, y lo ha acusado de haber matado a tiros a su suegra, la dueña del grupo empresarial, en el lavadero del concesionario.

A Carmen Martínez la asesinaron en el lavadero de coches del concesionario Novocar David L. Frías

Los que conocen a Miguel Ángel López coinciden en que es un tipo sociable y extrovertido. “Conmigo siempre ha sido un buen tío” admite uno de los trabajadores. “Es un fantasma”, sentencia una fuente próxima a su entorno. Miguel Ángel López es un hombre que, gracias a su carácter y sus aspiraciones de escalar socialmente, siguió los pasos de su padre y se casó con una rica heredera, lo que le llevó a ingresar en el seno de una de las familias más pudientes de Alicante.

EL AFILADOR QUE SE HIZO RICO CON LAS SIERRAS

El abuelo materno de Miguel López era el afilador de Benetússer, un pueblo de tradición maderera. Es el pueblo de Valencia en el que históricamente se han fabricado, por ejemplo, gran parte de los pupitres de los colegios españoles. Ahora ya sólo quedan tres fábricas de muebles, pero antes de la llegada de las grandes multinacionales de la madera, el pueblo era un punto referente de la fabricación de mobiliario escolar e industrial.

La próspera industria maderera se convirtió en el caldo de cultivo ideal para que el afilador fuese ampliando el negocio. Montó una serrería y acabó consolidando una empresa casi hegemónica en la zona. Su hija Margarita se casó con Miguel, un chico de familia humilde de Valencia capital. Y de este enlace, en agosto de 1968, nació el pequeño Miguel, que el viernes pasó a disposición judicial acusado de asesinato.

NOVIOS DESDE LA UNIVERSIDAD

Estudiante de Empresariales, Miguel López conoció en la universidad a la persona que iba a cambiar su vida: una estudiante de farmacia que a la postre se convertiría en su esposa. Era Eva Fuensanta Sala, más conocida como Fanny e hija pequeña de la familia Sala, una de las más ricas y prestigiosas de Alicante. Tenían trato incluso con la familia real española. El barco en el que navegaba el Rey Felipe VI estaba patrocinado por la CAM, la caja de ahorros que dirigía Vicente Sala, el padre de familia.

Él fue precisamente el que empezó montando una pequeña fábrica de resinas que se acabó convirtiendo en un gran imperio empresarial. Junto a su esposa gestionaba un emporio que también participaba del sector de la automoción. Tenía en exclusiva la comercialización de Honda, Volvo y Porsche en la provincia. Porsche fue la marca de la que se tuvieron que deshacer posteriormente tras la ruinosa gestión del nieto del afilador. Porsche es también la marca del coche en el que le pegaron dos tiros en la cabeza a Carmen Martínez.

Carmen Martínez recibió dos tiros en el interior de su Porsche Cayenne EFE

Tras casarse con Fanny, Miguel entró de lleno a formar parte de la familia Sala y pasó a vivir en La Torre, una finca colosal en la que se concentran los chalets de toda la saga, además de la sede de cuatro de las empresas. Un condominio cerrado de película, situado en el 174 de la avenida de Denia, la zona alta de Alicante.

UN GESTOR RUINOSO

Una vez Miguel entró en la familia, pasó a ocupar un puesto en el entramado empresarial de sus suegros. Un grupo que facturaba cerca de 250 millones de euros anuales. El buque insignia seguía siendo la compañía de resinas, pero sus concesionarios de automóviles eran referentes en la provincia. Así, Vicente Sala decidió poner al frente a su yerno Miguel.

Lo nombraron gerente de Novocar, una empresa que cerraba cada ejercicio con beneficios… hasta que llegó Miguel. Fuentes del sector catalogan de “ruinosa” su gestión al frente de los concesionarios, lo que llevó a la familia Sala a cambiar la estrategia comercial. En 2012 tuvieron que desprenderse de Porsche, la joya de la corona. En 2013, Hersa Motor perdió su concesión Honda tras 18 años. Los Sala tuvieron que absorber y unificar las sociedades para evitar seguir perdiendo dinero.

Entrada a La Torre, la colosal finca que alberga los chalets de toda la familia Sala David L. Frías

Como los concesionarios habían entrado en caída libre, Miguel Ángel optó por adquirir una empresa de alquiler de coches con sucursales en Barcelona, Bilbao o Santiago de Compostela. Pero el resultado fue el mismo. En sólo dos años sumó unas pérdidas de casi dos millones de euros. “Vistos los números, es una persona que no servía para el negocio de la automoción por mucho que se empeñe” cuenta un empresario del sector.

En 2011 murió el patriarca, Vicente Sala. Ahí empezó la auténtica guerra. Su boda con Fanny ubicó de forma clara a Miguel López en uno de los dos bandos. Por un lado estaba la viuda, Carmen Martínez, y Vicente, su único hijo varón, al que ella quería al frente de todas las empresas del grupo. Por el otro, María del Mar, María Antonia y Fanny, las tres hijas del matrimonio y sus respectivos yernos. Hasta el fallecimiento del fundador de las empresas, los dividendos se habían repartido entre los cuatro herederos. Cuando el cáncer se lo llevó, su viuda dejó de distribuir las ganancias.

LA EMPRESA PIERDE; ÉL SE DOBLA EL SUELDO

La maniobra de Miguel Ángel López no se hizo esperar. Si su suegra dejaba de pagarle los dividendos, él se subiría el sueldo aunque su gestión fuese deficiente. En 2014 y 2015, las empresas gestionadas por Miguel habían perdido cerca de 3 millones de euros. Él optó doblarse el sueldo. Pasó de cobrar 45.000 euros anuales a asignarse un salario 100.000 euros al año.

Miguel Ángel López se quejaba a sus allegados de que le habían dejado un salario de 'sólo' 3.000 euros al mes. Con eso no le llegaba para mantener un alto tren de vida, que incluía viajes a destinos exóticos, restaurantes de lujo, caros colegios en el extranjero para sus tres hijos, una nutrida colección de relojes de alta gama y, sobre todo, armas. Armas de fuego. Aficionado a disparar, consta como practicante de tiro olímpico, aunque en Alicante creen que este punto no era más que una argucia para mantener la licencia de armas. Sólo es necesario disparar una vez al año para conservarla. Pero no es un personaje conocido entre los alicantinos que practican este deporte.

Carmen Martínez suprimió a Miguel López de los consejos de administración de sus empresas, domiciliadas todas en La Torre David L. Frías

La guerra entre las dos partes irreconciliables de la Familia Sala se recrudeció a finales de 2016. La matriarca, Carmen Martínez, fulminó los consejos de administración de las empresas en las que estaban sus 4 hijos y nombró a su hijo Vicente como administrador único. Podía hacerlo. Cuando su marido murió, le legó la llamada “acción de oro”, que le otorgaba la potestad de nombrar o revocar cargos dentro de la empresa. Es decir: le quitó a sus hijas todo el poder de decisión en el grupo y convirtió a su hijo Vicente en gestor plenipotenciario. También quería transmitirle a él la “acción de oro”. Esto fue lo que desencadenó la batalla final, puesto que las hijas se opusieron frontalmente. Por último modificó el testamento, de modo que a las hijas sólo les correspondería el tercio de la legítima, que es el mínimo que estipula la ley, y el resto pasaría a su hijo varón. Se había declarado la batalla final.

SIN CÁMARAS Y CON BALAS TRUCADAS

Carmen no sospechaba que la iban a matar en el concesionario que regentaba su yerno. La tarde del 9 de diciembre cogió su Porsche Cayenne para ir a pasar la revisión. Alguien lo colocó en una zona en la que no había cámaras de videovigilancia. Quedaban pocos trabajadores en el recinto. Presuntamente, Miguel se acababa de marchar cuando sonaron los dos disparos que acabaron con la vida de su suegra.

A Carmen la mataron de dos tiros a bocajarro con balas trucadas. Según la policía científica, los proyectiles fueron manipulados para reducir la carga de pólvora y no dejar así restos de explosivo en las manos del asesino. La relación de Miguel Ángel con las armas de fuego lo puso en el foco de la sospecha desde un primer momento. Sin embargo, la prueba de la parafina, la que determina si una persona ha usado recientemente un arma de fuego (por la carga de bario, plomo y antimonio en la piel) dio negativo.

Ahí se abrió una nueva línea de investigación. La policía apuntaba que el asesinato podía estar relacionado con los negocios de resina que la familia tiene en Sudamérica. Se hablaba de un sicario latino a sueldo. Pero los investigadores nunca descartaron la hipótesis de que el asesino fuese Miguel.

SE MARCHÓ A SU CASA A LAVARSE

Ahora, el juez ha pedido la detención del nieto del afilador. Cree que preparó el crimen con premeditación, durante 4 días. Que trucó las balas para disminuir la carga de pólvora y que no quedasen marcas en sus manos. Que la ejecutó con una pistola con silenciador. Que después de matarla se fue a su casa a lavarse. Y cambiarse. Y que luego volvió, se hizo el sorprendido y colaboró con la policía, pero negó que tuviese mala relación con ella, extremo que era evidente para la policía.

Miguel lloró en el funeral de su suegra. De luto riguroso, se le vio compungido durante toda la ceremonia. Y a partir de ahí ha seguido actuando con normalidad, para no levantar ninguna sospecha. Tranquilidad, la misma con la que afrontó su detención, el miércoles a las ocho y media de la mañana, en la puerta de La Torre, la finca de película en la que vive. Ya antes, durante el velatorio de su suegra, declaró en el tanatorio que esperaba que lo detuviesen. Cuando el arresto se produjo, volvió a colaborar con la policía y lo único que declaró es que él no había matado a su suegra. 

Entrada a La Torre, ubicada en el 174 de la Avenida de Gandía, Alicante David L. Frías

Pero los indicios dicen lo contrario. Incluso las reacciones de sus hijos, que publicaron mensajes incendiarios en sus redes sociales tras el asesinato de su abuela. Uno de ellos, que vive en el Reino Unido, colgó una foto con una camiseta en la que ponía "Jaque Mate". Otro, menor de edad, la llamó "Maldita zorra" y la definió como "más falsa que sus propios bolsos". Ambos mensajes fueron borrados y el propio Miguel López regañó a su primogénito por la publicación, pero para la policía era un indicio claro del odio que existía en esa casa hacia la abuela asesinada. Una prueba más de que la guerra interna de "Los Kennedy de Alicante", del "Falcon Crest valenciano" era la clave del asesinato de la matriarca.                            

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