Amaya Uranga (Bilbao, 1947) la de Mocedades, la de Amor de hombre, la de Eres tú cuando Eurovisión todavía era Eurovisión... y su hermana Estíbaliz (Bilbao, 1952), la de Sergio y Estíbaliz, reagrupadas familiar y musicalmente bajo el paraguas del grupo El Consorcio, sacan en septiembre un disco/cofre que va a ser como pasar revista a la banda sonora de la Transición. Ellas y sus seis hermanos, más el difunto marido de Estíbaliz, fueron en los 70 lo que Mecano en los 80: una fábrica de himnos, de música que gira y gira en el vinilo más tierno del corazón. Eran otros tiempos pero algo queda de aquella ilusión, de aquella épica, aunque sea al coste de no meterse en política jamás. O casi. 

Estíbaliz: Sí, este va a ser un enorme esfuerzo recopilatorio, se van a unir cuatro discos de nuestra discografía, más un DVD con un pequeño recorrido de lo que hacemos en nuestra vida normal; maquillarnos, prepararnos para salir a cantar, por cierto, que yo todavía no lo he visto, hay dos canciones nuevas. ¿Que cómo se llaman? Uy, eso es secreto y no tenemos permiso para decirlo hasta septiembre. Creo que va a gustar a la gente que ha seguido siempre nuestra música.

¿La banda sonora de la Transición? Sí, claro, en cierto modo. En septiembre de 1973 Mocedades va a Eurovisión. Nosotros como Sergio y Estíbaliz fuimos en 1975, que es el año en que Sergio y yo nos casamos. Fue muy importante en nuestras vidas Juan Carlos Calderón. Creo que nosotros tuvimos la suerte de conocer su mejor etapa como compositor, y, aunque pueda parecer una bilbainada por mi parte, yo creo que somos los que mejor le hemos cantado. ¿Usted también lo cree, señorita Grau? Se la ve toda emocionadilla cuando se acuerda de los años de la gran canción melódica española, que además coinciden con los de su infancia. También es verdad que era una época en que se cuidaba todo mucho, la letra, el acabado musical... Calderón estaba en plenitud, fueron unas canciones fantásticas. ¿Más ingenuas, dice? Bueno, musicalmente yo creo que tenían más enjundia que las de ahora, que a veces son muy aburridas. Incluso cuando tienen su cosa, su pellizco, lo tienes que buscar. 

Amaya [recién llegando y debatiendo muy animada con su mánager algo a propósito del rabo de toro]: ¡Cómo va a ser verdad todo lo que dicen que es rabo de toro, no hay tantos toros, no puede haber tantos rabos! ¿Cómo dice usted, señorita Grau? ¿Que a lo tonto, a lo tonto, sólo la Feria de San Isidro son 35 corridas, a 6 toros por corrida, sin contar sobreros, etc?

El mánager: Pues que sepáis que al lado de la plaza de Las Ventas hay un restaurante, Casa Toribio, que tiene firmado hacerse con todos los rabos de todos los toros de la Feria…

Estíbaliz: Aquí la señorita entrevistadora apunta que a lo mejor esto es como lo del jamón ibérico, que si hubiera tanto como dicen, desde la Luna no se vería otra cosa que cerdos ibéricos. Bueno, pero eso es distinto, que no es lo mismo el jamón ibérico que el de bellota. En resumen, ¿que si hemos probado el rabo de toro? Yo no.

Amaya: Yo sí. Está buenísimo. Aunque normalmente si vas a comprarlo tú, por mucho que pidas rabo de toro, te dan un rabo de vaca y vas que ardes. O de ternera, incluso. Y claro, el sabor no tiene nada que ver.

Estíbaliz: Pues yo seguro que no lo sabría distinguir.

Amaya: Claro que vas a saber, ¿cómo no vas a saber?

Estíbaliz: Yo sólo he visto una corrida de toros una vez, en Quito, Ecuador, y creí que me mareaba. Además, hacía un calor…

Amaya: Yo también he visto una corrida y nada más, en Valencia. Y no, no me gustó. ¿Que por qué no? Pues porque no me gusta, directamente.

Estíbaliz: A mí el rejoneo un poco sí me gusta verlo.

Amaya: Pero eso de que pinchen al bicho así, con una pica, antes de torearlo, para quitarle fuerza… Dicen que el toro ya se sabe defender, y es verdad que es un animal enorme, pero el toro no le mete al torero así el rabo, perdón, digo el cuerno…

Estíbaliz: Bueno, si lo piensas el torero siempre está en peligro de morir… ¿Cómo dice, señorita Grau? ¿Que desde luego cualquier torero se la juega más que Cristiano Ronaldo?

Amaya: Evidentemente.

Estíbaliz: Pues quizá en ese aspecto haya una especie de buena lid, ¿no?

Amaya Uranga, cantante. Foto: Moeh Atitar

Estíbaliz: Volviendo a la música, comentábamos antes de que tú llegaras que quizá en nuestra época, cuando aparecimos, las canciones eran algo más naïf que ahora… Pero eran historias que le pasaban a la gente, y tenían un principio y un final.

Amaya: Era algo parecido a la copla, por un lado tan sobrevalorada y por el otro tan infravalorada. Había gente que decía ¡ay la copla qué horror, qué horterada! Pues no. Escúchalas con calma y te darás cuenta. Pero es más fácil darse cuenta cuando ya eres más mayor. ¿Que nosotros fuimos los últimos exponentes de la música popular española que no hacíamos seguidismo de la anglosajona, o no tanto como ahora? Bueno, a nosotros nos inspiraba mucho el folk. Nuestro padre se educó en Estados Unidos, porque los abuelos habían emigrado allí, y quieras que no eso lo hemos notado siempre, en nuestra casa y en casa de Sergio también. Éramos seguidores de Joan Baez, de Pete Seeger, de los espirituales negros...

¿Cómo dice? ¿Que yo soy lo más parecido que ha habido en España a una cantante de gospel? Pues, no sabría decirlo. Un gospel sí que canté. Ahora se pone usted seria, señorita Grau, y me pregunta que cuando se ha ido a Eurovisión en el plan que íbamos nosotros, y de repente pones la tele y ves a Manel Navarro, qué se siente. ¿Quién es Manel Navarro? ¿El del gallo, dice usted?

Estíbaliz: Pues mire, para mí lo del gallo es una anécdota. Vete a saber si Manel Navarro no tenía aquel día problemas en la garganta porque a lo mejor en ese país hacía un frío que pelaba. Pero sí entiendo yo que la canción en sí, su canción, era cortita.

Las dos a dúo: ¿Que cómo era el proceso de selección para ir a Eurovisión en nuestra época? ¡Las compañías discográficas!

Estíbaliz: Las discográficas mandaban sus propuestas a TVE, y TVE decidía. Apunta usted que no tiene pinta de haber sido un sistema demasiado democrático, pero por lo menos parece haber servido para haber seleccionado algún tema de calidad, no como ahora o como el año glorioso del Chiquilicuatre, que si eso no es reírse un poco del concurso…

Amaya: Pues a mí no me parece mal reírse un poco de todo ese montaje, de toda esa ampulosidad.

Estíbaliz: Pues a mí no me parece que haya que ir allí a reírse.

Amaya: Lo del Chiquilicuatre sería una chinchurretada, pero él era un actor que se limitaba a interpretar un papel y no tiene ninguna culpa.

Estíbaliz: Vale, pero sigue siendo una chinchurretada.

Las dos a dúo: Sí señorita, esto de chinchurretada se dice mucho en Bilbao para designar una chorrada, una tontería.

Estíbaliz Uranga, cantante. Foto: Moeh Atitar

Estíbaliz: Yo sigo pensando que estas cosas tienen que ver con la falta de respeto a la música, al final lo de menos es quién canta y lo que canta. Mire, a mí me encanta que este año haya ganado Eurovisión el portugués porque no era un guaperas, llevaba una buena canción, la cantaba bien, sin experimentos y sin bailarines ni leches, toda la atención puesta en él y sus circunstancias. Recuerda usted que en 1973 y 1975, cuando fuimos a Eurovisión nosotros, toda España se lo tomaba muy en serio y estaba pendiente. Además, hacía tanta ilusión entrar en Europa, que parecía un club tan exquisito.

Amaya: Eso nos querían vender, sí. ¿Ideales rotos? 

Estíbaliz: Qué va, nada está perdido, toda la ilusión que se vivió, vivida está. Es verdad que nosotros como artistas nunca nos quisimos meter en pronunciamientos políticos, y eso que aparecimos en plena eclosión de la canción protesta.

Amaya: Hay algo importante a tener en cuenta, es que no éramos un solista, éramos un grupo de cantantes, y un grupo numeroso, y los unos no teníamos por qué estar de acuerdo con los otros. Y lo primero que quedó claro es que nunca, nunca, nunca, haríamos campaña a favor de ningún partido político.

Estíbaliz: ¿Que si se nos pidió? Sí, claro.

Amaya: ¿Que si puede usted preguntar qué partido? ¡No! (risas) ¿Qué ahora hay artistas que se quejan de que si no se comprometen políticamente, no les contratan? Ay, mi niña, pero si ahora ya no te contrata nadie, ahora te lo tienes que hacer todo tú… ¿Es o no es así?

El antiguo mánager (que comparte tendido con el nuevo): ¡Sí, señora!

Estíbaliz: También hay que tener en cuenta que cuando nosotros salimos, ni siquiera había muerto Franco. Vamos, que había cosas que ni se nos ocurrían.

Amaya: Algunas canciones todavía nos llegaron a negar el permiso para cantarlas, nos las censuraron. Eso sin contar con que todos los inicios son duros, cuando Sergio y Estíbaliz se fueron por su cuenta, en parte fue porque en Mocedades éramos muchos, éramos ocho, y tocábamos muy poco a repartir.

Estíbaliz: Luego ya dieron el golpe con Eres tú y todo cambió. Sergio y yo habíamos dejado Mocedades para que Sergio acabara el servicio militar y los estudios. Hasta nos habíamos planteado dejar la música, pero Juan Carlos Calderón nos recomendó que si queríamos volver un día a la música, no debíamos postergarlo demasiado. Entonces sacamos un disco y, a partir de ahí... Pero que quede claro que de forrarse, nada, aquí sólo se forraban las discográficas.

Amaya: El artista no vive de los discos, vive del concierto, del bolo. ¿Cómo dice usted, señorita? ¿Que si antes nos pirateaban las discográficas y ahora los piratas de la piratería, los piratas de verdad?

Estíbaliz: Bueno, es que la piratería se volvió mucho más fácil con la aparición del CD, dónde va a parar. 

Amaya: Por suerte a nosotros nunca nos ha faltado el apoyo, el buen rollo con el público, porque sin eso, m… , perdón, no vamos a expresarlo así, para todos nosotros.

Volviendo a lo que hablábamos antes, del expresar o no expresar un sentimiento político: yo nunca me he significado políticamente en público. Pero desde luego no soy apolítica. Sólo que, insisto, yo nunca quise que una opinión mía comprometiera a todo un grupo de gente. ¿Cómo dice usted, señorita Grau? ¿Que hay en cambio quien no se priva jugando en un club de fútbol, o incluso en la selección española? 

El mánager, que resulta ser del Barça: ¡Si eso va por Gerard Piqué, niego la mayor! ¡Piqué nunca ha hecho una sola declaración independentista, se diga lo que se diga!

Amaya: ¿No lo ha dicho clarísimo?

Mánager: ¡No! Y estoy harto de leerlo en todas partes. Piqué nunca ha pedido la independencia de Cataluña. Otra cosa es si hablamos de Guardiola.

Amaya: Lo que ha dicho Piqué es por qué no puede haber un referéndum en Cataluña

Mánager: Eso sí.

Estíbaliz: ¿Hablamos de Piqué o de este otro, de Guardiola?

Mánager: ¡De Piqué, de Piqué! ¡Y no es justo acusarle de eso!

Amaya: No se da por vencida usted fácilmente, señorita Grau, y menos a la vista de este último diálogo… Insiste usted en que donde hay un español hay un seleccionador nacional de fútbol y dos o tres presidentes del gobierno. En fin, que le parece tan raro que un español, artista famoso además, renuncie a expresar opiniones políticas, se las pregunten o no… Pues mire, yo no sé qué decirle, yo miro a mi alrededor y veo tal grado de pasotismo, sobre todo entre la gente joven. A veces es también un problema de ignorancia. Pero es terrible. 

Estíbaliz: Pues yo estoy mucho más politizada ahora que cuando era joven. Me interesa más la política ahora que antes.

El antiguo mánager: Mire, yo les he acompañado muchos años, aunque ahora esté jubilado felizmente, y sé lo que hay: entre ellos hay de todo, hay las diferencias de opinión política más extremas, les salen más grupos distintos que al Congreso de los Diputados. 

Estíbaliz: Nosotros, en resumen, ni hablamos de política ni nos dejamos hacer photoshop (risas), siempre salimos como somos, con la edad y el aspecto verdadero que tenemos.

El antiguo mánager otra vez: ¡Es que es peor que eso! Es que de repente te viene Amaya y se queja de que estamos poniendo una foto suya de cuando todavía se teñía el pelo, y que si con el photoshop no se lo podríamos cambiar para que le saliera el pelo completamente blanco, como lo lleva ahora.

Amaya y Estíbaliz. Foto: Moeh Atitar.

Amaya: ¿Y lo orgullosísima que estoy yo de mi pelo blanco? Estoy contenta no, lo siguiente. Me veo guapísima, y se acabaron los picores que el tinte me provocaba en la cabeza, con una dermatitis que a veces me sentía como si tuviese la sarna.

Estíbaliz: ¿Queda claro que hemos llegado hasta donde hemos llegado, hasta aquí, sin hacer demasiadas concesiones a cosas raras? 

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