Imagina empezar con una simple tarta para tu abuela en Nochebuena y acabar conquistando premios en toda la Península. Eso le pasó a Alberto Navarro, dueño de la Pastelería Cremoso - La Casa del Panettone en Moratalla: una pintoresca localidad de la Comarca del Noroeste y que atesora el Macizo de Revolcadores, el punto más elevado de la Región de Murcia.
La historia de Alberto es de esas que inspiran. Un negocio familiar que ha crecido paso a paso hasta ganar el título de Mejor Panettone de España, Portugal y Andorra. Además de ser declarado el Mejor Panettone Clásico 2025; Mejor Panettone Innovador 2025; Mejor Artesano del Panettone de la Península Ibérica y premio al Mejor Panettone de Fruta Innovador 2025, con otra obra maestra de repostería: "El perfume de mi madre".
Todo arrancó en 2014. Alberto venía de un mundo totalmente distinto al de la repostería. "Hicimos una tarta de fondant para el cumpleaños de mi abuela, que caía en Nochebuena. La subimos a redes sociales y gustó mucho. La gente empezó a pedirnos tartas parecidas”, según cuenta este maestro pastelero.
Así nació Cremoso Postres, una pequeña pastelería en un pueblo donde el trabajo escasea. No había grandes planes, sólo ganas de buscarse la vida. Poco a poco, el boca a boca y las redes hicieron el resto. Hoy, ese humilde comienzo se ha transformado en un referente navideño que envía sus dulces a todo el país, a Portugal...
El gran salto llegó en 2017 con el panettone. Alberto y su equipo viajaron a Milán y se enamoraron de ese bollo esponjoso, típico italiano, y que apenas se conocía en España: tierra de turrón y polvorones. "No teníamos ni idea de qué era. Lo vimos allí, nos gustó y empezamos a investigar. Compramos panettones de maestros italianos importantes, hicimos pruebas y nos lanzamos a comercializarlos", explica con sencillez.
Aquel descubrimiento lo cambió todo. Lo que empezó como una curiosidad se convirtió en algo increíble. Ahora, con tantos galardones, sus panettones no son solo un postre navideño: son un orgullo en Moratalla y en la Región de Murcia, para competir con los mejores pasteleros de Europa.
La Pastelería Cremoso - La Casa del Panettone de Moratalla.
¿Cuál es el secreto de estos panetones premiados? Alberto lo tiene claro: materia prima de calidad y cercana, mucho esfuerzo y, sobre todo, cariño. "Usamos lo mejor que encontramos, de proximidad cercana siempre que podemos. Cuanto más cerca, mejor. Luego hay que ponerle horas, sacrificio y amor", explica risueño. Cada pieza requiere un proceso largo y meticuloso: amasados especiales y un toque personal que se nota en el bocado.
Gestionar la Pastelería Cremoso - La Casa del Panettone no ha sido un camino de rosas, pero Alberto no lo ve como un reto insalvable. "Hemos ido reinventándonos. Empezamos como una pastelería normal y ahora estamos en otra liga. Vamos partido a partido, como dice el Cholo". "Montas un negocio para trabajar y el camino te sorprende", confiesa.
En Moratalla su pequeña empresa se ha convertido en un pilar de empleo, para evitar que algunos vecinos hagan la maleta para huir de esa España que se vacía. Dan trabajo a varias familias y eso les enorgullece. "Tenemos un equipo buenísimo. Podemos vivir de esto y eso ya es mucho". Su filosofía humilde ha sido clave para llegar al "punto más álgido en la historia de la pastelería", aunque asegura que "lo mejor podría estar por venir".
Navidad es la temporada alta, cuando los pedidos se disparan. "¿Cuántos vendemos? Depende de los clientes, pero con los premios esperamos vender mucho este año. Sea poco o mucho, si se vende es porque les gusta al cliente", expresa optimista este artesano. Ya tienen tres puntos de venta: la pastelería en Moratalla, otro en Murcia en la tradicional muestra de artesanía y en su web.
Las ventas online son un éxito: "Pides antes de las 2 de la tarde y lo tienes mañana antes de las 2 en casa. Servimos el 95% en 24 horas. No somos Amazon, pero funcionamos de maravilla", bromea el 'Rey del Penattone'. Así llegan a cualquier rincón de España, Portugal y Andorra, llevando el sabor murciano a rincones lejanos.
Alberto, trabajando en uno de sus panettone.
Los premios no son solo trofeos: validan años de dedicación. Obtener el premio al Mejor Artesano del Panettone Ibérico, entre otros premios, pone a Cremoso en el mapa, pero también a Moratalla y eso ayuda a evitar la despoblación. El subcampeonato que logró en 2023 ya vaticinaba que Alberto era un crack del obrador, pero este año ha arrasado.
'El perfume de mi madre' destaca por su innovación con frutas: "Es un guiño emotivo que conecta con quien lo prueba". Alberto no presume. Prefiere que hablen las ventas y el boca a boca. En Moratalla, su fachada colorida y el aroma que sale de su horno demuestra que este negocio está vivo, que genera empleo y orgullo entre los vecinos.
La Pastelería Cremoso se ha convertido en un lugar de peregrinación para oriundos y forasteros. Los vecinos de los pueblos de alrededor se organizan para ir a por panettones, roscones y otros dulces, sobre todo los fines de semana y cuando se acercan las fechas señaladas de estas fiestas de Navidad.
Punto de encuentro
Muchos aprovechan para tomar un café, charlar un rato con el equipo y llevarse alguna caja de regalo para la familia. En redes sociales, las fotos de sus vitrinas se comparten cada vez más y ya es habitual que algún cliente llegue diciendo que "lo ha visto en Instagram” o que se lo ha "recomendado a un amigo". Cremoso ya no es solo una pastelería: es un punto de encuentro donde se mezclan tradición, innovación y ese ambiente cercano del comercio local.
La pastelería está viviendo su mejor momento. "Tenemos clientes fieles, un equipo sólido y vivimos de lo que nos apasiona. No sabemos qué nos deparará el futuro, pero vamos con ganas", resume Alberto.
Para Navidad, invitan a probar sus panettones: clásicos, innovadores o ese especial de fruta que huele a hogar. Si pasas por Moratalla o pides on line, entenderás por qué han conquistado tantos jurados. En un mundo de productos industriales, Cremoso recuerda que lo bueno se hace con las manos y el corazón. Este diciembre, su historia endulza la Navidad de miles.
