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Al joven ingeniero Sergio Martínez Aznar (Elche, 2000) no le gusta el género cyberpunk, pero ha inventado algo que parece extraído de la película Blade Runner: un software que permite al usuario encender bombillas, activar el aire acondicionado y conectarse con sistemas de domótica usando solo la mente.

Este proyecto se llama Neural Analytics, y es el Trabajo de Fin de Grado que este graduado en Ingeniería Informática ha presentado en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), según explica en una entrevista con EL ESPAÑOL.

"He diseñado un software que utiliza una banda de electrodos para reconocer las señales en bruto del cerebro (que son enviadas al ordenador mediante Bluetooth) para procesarlas y poder realizar acciones concretas sobre dispositivos domóticos. En el caso del prototipo que diseñé, permitía encender o apagar una bombilla pensando en los colores rojo y verde respectivamente".

P.– ¿Qué tipo de acciones puede desarrollar al usuario utilizando este software?

R.– Se podría integrar con un sistema de domótica para que recoja lo que el usuario quiere hacer en una sala. Por ejemplo, 'quiero encender el ventilador'.

Pero sus potenciales aplicaciones son muy variadas. Con él, Stephen Hawking podría haber controlado su silla de ruedas.

P.– ¿Cómo son los pasos desde que una persona se coloca la banda de electrodos hasta que el software empieza a funcionar?

R.– Cuando te colocas la banda en el cuero cabelludo, el software empieza a medir la resistencia de los sensores, y cuando esta es óptima, empieza a funcionar. Para calibrarlo, el usuario tiene que pensar en lo que significa para él el color rojo y el verde.

Y es que cada persona te da una respuesta diferente cuando le preguntas qué se les viene a la cabeza cuando piensan en un color como el rojo: unos se imaginan un Ferrari, otros las luces rojas de un hospital...

Una vez que se calibra, el software empieza a funcionar. Este proceso tarda apenas unos segundos.

"Para que la silla de Stephen Hawking funcionara con este sistema, habría que añadir que cuando el usuario piense en ir hacia delante, atrás, izquierda o derecha, las ruedas respondieran. Aunque el que yo he construido es un prototipo, esto sería perfectamente factible", añade el ingeniero.

La banda que el usuario pone alrededor de su cabeza, como si fuera una visera, pesa como mucho 150 gramos y no tiene cables. Esto y un PC con el software instalado, además de los dispositivos conectados al mismo, como una lámpara inteligente, son los únicos elementos que hacen falta para que Neural Analytics empiece a funcionar haciendo su magia a través de Bluetooth.

Sergio Martínez, en el campus de Alcoy de la UPV. UPV

Pero lo más destacable es que ha desarrollado este proyecto con "materiales que están al alcance de cualquiera". El ilicitano detalla que si este dispositivo se pusiera a la venta con todas las mejoras que permite adoptar, su precio oscilaría "entre 500 y 1.000 euros, de forma aproximada".

Aunque Sergio Martínez no aspira a conseguir un beneficio económico directamente con ello, y la gran prueba es que ha publicado el código y los modelos que utilizó para desarrollarlo: "Si hay otros equipos de investigación que puedan beneficiarse de esto, ahí dejo mi contribución".

Mentalidad de genio

La creación de Sergio Martínez es mucho más que el resultado de una larga investigación: es el fruto de una pasión por la informática que viene desde su adolescencia.

Seis meses es el tiempo que le llevó desarrollar este software que ha puesto la guinda al brillante paso por el campus de Alcoy de la UPV de este genio. Y este término no es una exageración, tal y como demuestra su cociente intelectual de 158: muy por encima de la media española, que distintas encuestas sitúan entre 99 y 102.

Aunque Martínez no quiere que se le sitúe por encima de la población por este dato: "Me hicieron la prueba cuando era pequeño, puede haber variado. Y medir a las personas por su cociente intelectual es cerrar mucho el espectro: he visto a personas que sin tenerlo tan alto, han logrado ser tildadas de súper genios gracias a su esfuerzo".

P.– ¿Va a continuar desarrollando y mejorando este software, o se volcará en otros proyectos?

R.– Ahora estoy trabajando para Facephi, una empresa de biometría de Alicante. Respecto a Neural Analytics estoy en contacto con los amigos de biotecnología de la UPV, a ver si se animan a continuar con ello.

Además, hay algunas investigaciones en curso cuyos resultados podrían llegar a aplicarse a este software. Una de las más ambiciosas la dirige el famoso MIT: el Instituto Tecnológico de Massachusetts, y busca traducir pensamientos a palabras audibles.

P.– ¿Qué opina del debate ético que rodea las interfaces cerebro-máquina?

R.– Opino que desde el punto de vista de la privacidad, toda la información y datos personales de los usuarios que estos dispositivos puedan manejar debería quedarse en ellos, procesarse de manera local y no ir a ninguna nube.

Y luego soy fiel creyente de que las interfaces cerebro-computadora que no sean de implante pueden ser muy beneficiosas.

Sin embargo, en otros casos como el de Neuralink, el chip de la empresa de Elon Musk que se implanta en el cerebro, yo me hice en su día una pregunta: esa tecnología va a crecer en especificaciones, en nuevos modelos… Si el chip se te queda pequeño, ¿te vas a tener que volver a operar?

Entiendo que cuando pones los electrodos por fuera queda algo menos estético, más raro… Un poco más rollo cyberpunk. Pero al final, de la otra manera vas a abrirle el cerebro a la persona, y el 'hoyo' que le dejes será de por vida. No sé hasta qué punto eso es bueno.

Y por último, este tipo de sistemas abren muchas puertas, como por ejemplo, su uso en sistemas de defensa, como equipos de drones. A mí no me gustaría que estas tecnologías llegaran a este ámbito porque soy una persona que busca la paz.