Bestia cruza la mirada con Coyote. "La habitación está despejada". El guerrillero avanza con el dedo firme sobre el gatillo de su fusil HK G36 Comando. Les sigue Potro, que lleva las riendas de un malinois del Mando de Operaciones Especiales que respira agitado.
El perro, Monkey, un can de intervención de la unidad K-9, espera la orden de su guía. "¡Platz!", le grita en un susurro. Obedece. El silencio corta el aliento. Los casquillos de las balas rechinan bajo las suelas de goma de las botas.
"Hay movimiento", advierte Legolas a sus compañeros.
Con una mano, Potro agarra el arnés. Con la otra, coge una granada cegadora que lanza por el marco de la puerta.
"¡Attack!".
Así entrenan los guerrilleros del Mando de Operaciones Especiales
El animal, con el rostro cubierto por una máscara táctica y dopado de adrenalina, se lanza hacia su víctima.
Un grito de dolor. "¡Argh! ¡Quitádmelo de encima!", ruge el enemigo. "¡Al suelo! ¡De rodillas! ¡Ya!", advierte el equipo operativo del MOE, que en cuestión de segundos ha neutralizado a su objetivo.
Al tiempo que se desarrolla esta infiltración, a varios kilómetros sobre el desierto ruge el rotor de un helicóptero Cougar. Pese al estruendo de las hélices y las turbulencias desatadas por el vendaval, los disparos de los HK G28 de Mimosín y Monster reverberan en el pecho. Inyecciones de plomo y pólvora que se sienten como chutes de epinefrina y acicates de la sordera.
Las balas aciertan milagrosamente a sus objetivos pese a los 100 kilómetros por hora y los 300 metros de distancia. Perfecta sincronía entre tirador y piloto. Cualquier otro día estarían disparando sólo con un puf entre las piernas y con sus pies asomados al vacío, pero hoy los tiradores están probando un nuevo trípode.
Mientras las balas del .308 aún levantan pequeñas polvaredas tras atravesar a sus 'presas', sobre un árido descampado un camión medicalizado y varios paramédicos aguardan a que otro equipo operativo tome tierra tras deslizarse con técnica fast rope desde un NH90.
Mientras despliegan por una cuerda su carga de carne y hueso, los pilotos ven cómo a lo lejos un Chinook recoge a los soldados de una patrulla de combate en agua.
Todos los soldados pertenecen al GOE IV 'Tercio de Ampurdán', uno de los tres grupos de operaciones especiales en los que se divide el MOE.
Su teniente coronel está coordinando cada aliento, cada disparo, cada avance desde un Special Operations Task Group (SOTG) situado en el acuartelamiento Alférez Rojas Navarrete, en Alicante.
Un militar sentado tras una torreta en un helicóptero Cougar en el marco del ejercicio Empecinado '25.
El oficial al mando mira con semblante satisfecho un gigantesco videowall. El aparato traduce en mapas y coordenadas los avances de los 209 efectivos que hay desplegados sobre el terreno.
Decenas de hombres y mujeres que representan a las secciones de personal, de inteligencia y seguridad, de logística, de transmisiones, suma y sigue, emiten un breve briefing al teniente coronel.
Todo va según lo previsto. "Sin incidencias notables".
No obstante, el escenario bélico no responde a una misión real sino al Empecinado, el mayor ejercicio de operaciones especiales que realiza cada año la División San Marcial del Ejército de Tierra.
En la simulación, un enemigo ha provocado un apagón general o blackout mediante técnicas de guerra electrónica e invadido varias posiciones de un país OTAN. En respuesta, las tropas del GOE IV del MOE han sido desplegadas en diferentes localizaciones para capturar o neutralizar objetivos y hacer retroceder al enemigo.
Así se explica el combate en espacio cerrado o CQB en el que han participado Bestia, Coyote y Potro y las unidades caninas; las prácticas de tiro en helicóptero en las que se han integrado Mimosín y Monster bajo el pilotaje de helicópteros de maniobra o el ejercicio con SPIE RIG de extracción en alta mar desde un Chinook.
El Equipo Operativo de Apertura Manual (APM) del MOE posa junto a un perro malinois de la unidad K-9.
El Empecinado recrea la respuesta y la integración que el MOE tendría con otras unidades de las Fuerzas Armadas en un escenario de combate real.
Aunque una infiltración con inserción real se suele realizar con un equipo reducido y sería algo discreto, casi quirúrgico, aquí se realizan varios ejercicios al mismo tiempo, a lo grande, para demostrar las capacidades reales de los conocidos como guerrilleros.
"Hacemos inserción en paracaidismo, empleamos embarcaciones y vehículos, tenemos ejercicios con la unidad K9. Los tres primeros días son de toma de contacto; el resto para hacer ejercicios tácticos, la mayoría nocturnos", destaca el coronel Miguel Ángel Jiménez Parejo, jefe del Mando de Operaciones Especiales.
Este año, explica el Jefe del MOE, también se busca que el GOE IV renueve su certificación OTAN para que vuelva a estar listo –el examen es cíclico, cada tres años– para participar en los ejercicios internacionales en los que sea requerido por España y obtener luz verde para dar una 'respuesta rápida' e integrarse en la Fuerza de Reacción Aliada (ARF) de la OTAN.
Con ella relevarán a sus compañeros del GOE 'Valencia' III, el primero de los tres grupos del MOE, que actualmente se encuentra en Irak adiestrando a las tropas locales para combatir el terrorismo. Una de las muchas tareas que desempeña el Mando de Operaciones Especiales fuera de España.
El coronel Miguel Ángel Jiménez Parejo, jefe del Mando de Operaciones Especiales, será ascendido a general en los próximos meses.
Del islote Perejil a Kabul
El Mando de Operaciones Especiales es la unidad de élite del Ejército de Tierra. Situado en Rabasa, Alicante, está formado por más de un millar de efectivos que se dividen en tres grupos de operaciones especiales –el GOE 'Valencia' III, el GOE IV 'Tercio de Ampurdán' y la BOEL o Bandera de Operaciones Especiales de la Legión–, además de un Grupo de Cuartel General, que centraliza apoyos especializados como los K-9 o los drones de gran envergadura, y una Unidad Logística.
Entre ellos suelen decir que son "solucionadores de problemas". "Para aquellas situaciones que se encuentran definidas en los manuales ya tenemos a las brigadas convencionales. Sin embargo, para los problemas indefinidos, los extraños, estamos nosotros".
Si en las operaciones convencionales el planeamiento viene de arriba, del Estado Mayor de la Defensa, con unas directrices marcadas, en una operación especial todo se hace al revés. "Nos dan el problema y lo tejemos de abajo hacia arriba para ofrecer una solución ad hoc".
Cuando el Mando Conjunto de Operaciones Especiales (MCOE) se encuentra con un escenario para el que no hay una solución a la que puedan acudir fuerzas terrestres convencionales, como ocurrió con el rescate de civiles españoles en Kabul tras la toma de la ciudad por los talibanes, el MOE entra en acción.
Tras realizar un ejercicio fast rope, uno de los equipos operativos de movilidad del MOE despega a bordo de un helicóptero NH90.
"Operamos en tres tipos de misiones", señala el coronel Jiménez Parejo. "Las de acción directa, las de reconocimiento especial y las de asistencia militar". Las primeras son acciones ofensivas sobre una persona o un material. Las segundas buscan sacar información y poner cara o localizar al objetivo. La asistencia militar es lo que desempeñan actualmente en Irak con su adiestramiento a tropas.
También hay "otras" operaciones en las que el MOE tiene experiencia: rescate de rehenes, extracciones en caliente o labores de escolta.
Una de sus misiones más reconocidas data de 2002. Fue bautizada como Operación Romeo-Sierra y consistió en una intervención militar llevada a cabo para tomar el control del islote Perejil, ocupado por soldados marroquíes.
"Fue una acción directa", precisa Jiménez Parejo. No hubo bajas. Era un requisito indispensable del Gobierno para evitar una crisis diplomática.
Monkey, uno de los perros K-9 del MOE: estos pueden estar especializados en intervención (ataque) o detección de IEDs (artefactos explosivos improvisados).
"Nuestra huella logística es muy pequeña", añade el JEMOE. Su equipo de boinas verdes puede o bien extraer o eliminar un objetivo sin que nadie lo perciba o bien escoltar a personal VIP de forma discreta.
A veces, incluso, lleva a cabo operaciones secretas que jamás salen a la luz. Por ello, su escalón superior puede ser el Ministerio de Defensa. Es decir, el Gobierno.
Anatomía de un equipo operativo
Cada uno de los tres GOE está formado por alrededor de 200 soldados y se divide en varios equipos operativos o EO. Los hay de movilidad táctica para vehículos ligeros, medios y pesados; equipos de agua; equipos de montaña y equipos de apertura manual (APM) especializados en salto en paracaídas HALO (baja cota) y HAHO (alta cota).
Otro equipo es el de tiradores, que pueden integrarse en un EO diferente como un binomio de precisión.
Los más utilizados, no obstante, suelen ser los de movilidad táctica, pues son los más versátiles. Son los que se desplegaron, por ejemplo, en el islote Perejil. En cambio, en Afganistán el MOE utilizó los de montaña debido a la climatología invernal.
Si una inserción se realiza por medios acuáticos helados, el MOE utilizaría a su equipo operativo de agua; si fuese a la Antártida, probablemente llevaría un equipo de montaña con embarcaciones. La versatilidad es clave: todos los guerrilleros comparten una base común de adiestramiento, pero cada equipo desarrolla competencias específicas adaptadas al terreno o la misión.
Detalle de uno de los parches personalizados de un soldado del MOE.
Dentro de cada EO, los soldados tienen unos conocimientos específicos que aportan valor al conjunto. Hay un tirador selecto que se encarga de velar por la seguridad de los compañeros; un responsable de transmisiones; un experto en breaching que maneja explosivos; un paramédico y hasta un piloto de drones.
Una de las señas de identidad del MOE es su capacidad para infiltrarse en territorio hostil utilizando cualquier medio y entorno. "Las infiltraciones las podemos hacer tanto por tierra, mar y aire", subraya el coronel Jiménez Parejo.
"Aunque tengamos equipos específicos de HALO y HAHO, todo soldado debe ser paracaidista, manejar embarcaciones de pequeño tamaño y tener conocimientos para cumplir su misión".
PREGUNTA.– ¿Qué debe tener un guerrillero en su espíritu para formar parte del MOE?
RESPUESTA.– Nosotros lo que buscamos es la 'c' de actitud, no la 'p' de aptitud. Podemos poner a alguien en forma físicamente, pero no hacer que sea maduro y tranquilo, que no se estrese, que ame lo que hace, que sea curioso y discreto. Eso es algo que viene de nacimiento.
P.– Parte del éxito viene del proceso de selección.
R.– Efectivamente. Los requisitos para entrar son muy duros. El curso es extremadamente exigente, tanto por su duración –nueve meses para cuadros de mando y seis para tropa– como por los requisitos físicos y psicológicos. Necesitamos a gente con madurez, autodisciplinada y autodidacta. Por eso creemos que hacen falta al menos tres años para ser un buen soldado de operaciones especiales.
Un tirador del Mando de Operaciones Especiales en el ejercicio Empecinado.
P.– ¿Cuál es su lema y qué significa su escudo?
R.– Nuestro espíritu es 'Honor, Deber y Patria'; el lema, 'Me Atrevo'. En esas dos palabras se resume el arrojo del MOE. No hay miedo a nada. Nuestro parche tiene un fondo verde que simboliza el campo y la esperanza en la victoria.
También es el color de nuestra boina. Suele llevar tanto una Cruz de Borgoña, símbolo característico del Ejército de Tierra español, como el emblema de las operaciones especiales, que son dos ramas de roble con un machete. El roble evoca a la fuerza y el machete es el arma del guerrillero, nuestra cruz.
P.– ¿Qué hay de los equipamientos con los que trabaja el MOE?
R.– Helicópteros, por ejemplo, no tenemos orgánicamente, ya que estos dependen directamente de las FAMET. Sin embargo, algunos de ellos cuentan con modificaciones específicas para las operaciones especiales. Sus tripulaciones también realizan cursos para trabajar en nuestras misiones. Por lo demás, trabajamos desde los Polaris hasta los NETON, los VAMTAC ST5 o los VMOE. Hay motocicletas, todo tipo de embarcaciones e infinidad de material para poder vivir y combatir en la nieve y saltar en paracaídas.
Tenemos la suerte de que nuestro material a veces es especial, es decir, no necesariamente es el reglamentario del Ejército. Esto nos da capacidades únicas. Los fusiles suelen ser los HK reglamentarios pero tienen muchos añadidos, como las miras; contamos con armamento de apoyo, con todo tipo de ametralladoras ligeras y pesadas, con armas contra carro de largo alcance y con explosivos diversos.
Un soldado del MOE durante una inserción en CQB en el marco del ejercicio Empecinado 2025.
Historia del MOE
La historia del Mando de Operaciones Especiales arranca mucho antes de su constitución en el año 1997. En 1956, la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE) solicitó hacer cursos de Operaciones Especiales.
El primero llegó en 1957. Una vez alcanzado el número mínimo necesario de oficiales y suboficiales diplomados en Operaciones Especiales, se crearon las primeras Compañías de Operaciones Especiales.
En 1961 se crearon las dos primeras COE –la 71 y la 81–, operativas desde 1962. La Legión desarrolló las suyas propias, las SOE (la S proviene de 'Secciones'), en los Tercios Saharianos del norte de África. A lo largo de los años 70 y 80, la tradición guerrillera evolucionó hacia estructuras más complejas.
Ya casi en los años 80 se dio un salto cualitativo y se crearon los Grupos de Operaciones Especiales (GOE). En 1979 nació el GOE I; en 1984 se formó el GOE III; en el 85, la BOEL. Como todo necesitaba centralizarse bajo el paraguas de un mando único, con la llegada del nuevo milenio se creó el actual Mando de Operaciones Especiales (MOE).
Desde septiembre de 2020, el MOE se integra en la División "San Marcial" junto a otras unidades, como la Brigada Paracaidista (BRIPAC), las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET), el Mando de Tropas de Montaña (MTM) y Regimiento de Operaciones de Información (ROI), bajo la dependencia orgánica del Cuartel General de la Fuerza Terrestre.
Un tirador del Mando de Operaciones Especiales en una práctica de tiro en movimiento.
El coronel Miguel Ángel Jiménez Parejo camina frente a un Tigre del Batallón de Helicópteros de Ataque que ha acudido para el ejercicio. Está a punto de despegar. Una bandera de España ondea al viento del atardecer. El militar, que en breve recibirá su ascenso a general, se retira su boina verde y la enrolla sobre sí misma.
Su impecable hoja de servicios militares incluye un puesto como teniente en la Bandera de Operaciones Especiales de la Legión, donde ascendió a capitán.
Como comandante, realizó el Curso de Estado Mayor y, como teniente coronel, creó y lideró el Grupo de Operaciones Especiales 'Granada II' (GOE II), desplegado en Bagdad. "Lo llamo 'el breve', porque sólo duró cinco años", lamenta.
Cuando ascendió a coronel en 2022, fue destinado al mando del II Tercio de la Legión 'Duque de Alba', en Ceuta, donde permaneció hasta diciembre de 2024.
Además de su trayectoria profesional, el jefe del MOE también goza de un brillante palmarés deportivo: Jiménez Parejo es un ultrafondista de élite que ha sido tres veces campeón de España absoluto de 100 kilómetros.
El coronel Jiménez Parejo, jefe del MOE, en el acuartelamiento Alférez Rojas Navarrete (Alicante).
En 2008, logró su mayor hito deportivo al ganar la medalla de bronce en el Campeonato Mundial de 100 kilómetros de Tarquinia, y otra de sus hazañas fue batir el récord de la Subida al Pico Veleta, que ganó en tres ocasiones.
Jiménez Parejo sólo lleva desde septiembre de 2025 al frente del MOE, pero esta ha sido siempre su casa.
"He sido agraciado con un ascenso a general y se me ha dado este honor. Lo que hace grande al MOE es, sin duda, la calidad de la gente. Mandar esta unidad es un verdadero premio. Una lotería", asegura, orgulloso pero sabedor de que este será uno de sus últimos destinos; el broche de oro de una vida de entrega a las Fuerzas Armadas y a las operaciones especiales.
