Antes del golpe del 19 de octubre, la opinión pública internacional no tenía ni idea de quién era Dominique Buffin, jefa de seguridad del Louvre. Sin embargo, tras el robo su prestigio está cayendo en picado, hasta el punto de que su capacidad para ostentar su cargo está quedando en entredicho.
Y es que se trata de la primera mujer que logró ser la máxima responsable de todo lo relacionado con la seguridad del museo más visitado del mundo.
Los sectores más críticos con lo ocurrido este domingo incluso especulan con que su contratación se basó en motivos de diversidad -es decir, por ser mujer- antes que por sus capacidades. Los colectivos de extrema derecha están siendo los más contundentes. Entre ellos está la líder del partido Identité-Libertés ysobrina de Marine Le Pen, Marion Maréchal.
"La ministra de Cultura, Rachida Dati, debe exigir la renuncia inmediata de la directora del museo, Laurence Des Cars, y de la responsable de seguridad, Dominique Buffin, a quien ella nombró por una política de feminización", escribió Maréchal en X. "Evidentemente, a costa de renunciar a las competencias y poner en peligro el patrimonio cultural de nuestra nación".
Y es que estos comentarios, aunque machistas, se basan en la política de la actual directora, que tenía entre sus objetivos aumentar el número de mujeres en la plantilla.
Sin embargo, las más de dos décadas de experiencia en seguridad de Buffin la presentaban como una mujer sobradamente a la altura del cargo.
Ahora, las consecuencias de los errores en el protocolo se estiman en 88 millones de euros: esta es la cifra que maneja la fiscal Laure Beccuau, en unas declaraciones que recoge RTL. Aunque el valor histórico de las ocho piezas perdidas se eleva hasta lo inestimable.
Un perfil bajo
Dominique Buffin cruzó las puertas del Louvre por primera vez como jefa de seguridad en marzo de 2024. Antes de ocupar el cargo realizó un aprendizaje acelerado durante seis meses como subdirectora del puesto que hoy ostenta, de la mano de su predecesor, Denis Fousse.
A sus espaldas cargaba una amplia experiencia como policía y funcionaria del Ministerio de Cultura francés que avalaban su nombramiento por parte de la directora del museo.
Así fueron los siete minutos del robo en el Louvre.
"Intrépida, pero no impulsiva". Así la describió Le Monde en un perfil posterior a su nombramiento. Aunque su figura siempre ha sido discreta y alejada de los focos mediáticos. Su carrera comenzó en 2001, cuando se incorporó como oficial de policía en los servicios de inteligencia franceses.
Posteriormente se integró en la Policía Judicial, y en 2009 pasó a formar parte de la Oficina Central de Lucha contra el Tráfico de Bienes Culturales (OCBC), la unidad de élite encargada de combatir el tráfico de obras de arte donde trabajó en un grupo de investigación sobre crimen organizado, aunque más tarde fue ascendida a responsable de relaciones exteriores.
De hecho, en este período Buffin se mostró como una pieza clave para resolver el sonado caso de los Cols Rouges del Hôtel Drouot: una banda de 38 ladrones que fue condenada por robar diversas piezas en una de las casas de subastas más importantes de Francia.
Esta experiencia le otorgó un prestigio que le permitió dar el salto al Ministerio de Cultura en 2013, cuando fue nombrada consejera de seguridad de los museos de Francia.
Desde este puesto inspeccionó cientos de sitios patrimoniales, desde pequeños museos regionales hasta instituciones nacionales, adquiriendo un conocimiento exhaustivo del sistema museístico francés.
Ya en 2017 ascendió a subdirectora de defensa y seguridad, donde trabajó en la formalización y mejora del sistema de gestión de crisis del ministerio y en la capacitación de los funcionarios involucrados.
Y de ahí, en 2024, dio el salto al Louvre. Su cargo exacto es directora de Recepción del Público y Vigilancia. Y su currículum, como salta a la vista, es amplio.
Un desastre anunciado
Desde hacía un tiempo, el Louvre venía arrastrando una serie de recortes en su estrategia de seguridad. Uno de los más importantes fue la "eliminación de 190 puestos de vigilancia en los últimos 10 años", según alertó en SUD Culture una de las responsables de seguridad del museo, Elise Muller.
Además, como consecuencia del robo ha trascendido un informe del Tribunal de Cuentas galo en el que se advertía de "considerables y persistentes retrasos" en la implantación de los nuevos equipos de vigilancia, que solo estaban instalados en una parte de las cámaras del museo. Además, también señalaba la "obsolescencia" de los equipos antiguos.
Dominique, ante esta crisis, mantiene un silencio absoluto. Todavía no ha ofrecido entrevistas ni declaraciones en relación a lo sucedido el 19 de octubre.
El gobierno, por su parte, reconoció los fallos sin señalar directamente a nadie. El propio ministro del Interior, Laurent Nuñez, habló de "una vulnerabilidad importante en los museos franceses".
Aunque la ministra de Cultura, Rachida Dati, aseguró justo tras el golpe que las medidas de seguridad "funcionaron". Aunque para cuando sonó la alarma del museo, los ladrones apenas tardaron un minuto en esfumarse y no ha vuelto a saberse nada de ellos.
La ministra insistió en que está previsto ajustar todos los dispositivos con los estándares fijados, pero la demora se debe a los procedimientos de las licitaciones públicas, que tardan más tiempo que en el sector privado.
Por su parte, la dirección del Museo del Louvre también defendió en un mensaje remitido a Europa Press que las vitrinas donde estaban expuestas las joyas robadas -instaladas a finales de 2019- supusieron "un progreso considerable en términos de seguridad" con respecto a la "obsolescencia" de los expositores previos, que planteaban problemas a la hora de mover las piezas o los laterales.
Hoy, mientras el Louvre intenta recuperar su prestigio y la investigación sigue en curso, Dominique Buffin permanece en su puesto. Sin embargo, su nombre quedará para siempre ligado a un suceso que mancha una impecable carrera de 24 años.
