22 de septiembre de 2025. Madrugada en Torremolinos, Málaga. El termómetro ronda los 20 grados y no llueve. Es una noche ideal para despedir el verano. Los últimos coletazos estivales aún se notan en la Costa del Sol y allí, apurando sus vacaciones, se encuentra el sacerdote Carlos Loriente, de 45 años, junto a tres amigos de origen argentino y venezolano.
Pasean en un coche de alquiler por las calles del municipio hasta que, de pronto, la Policía Nacional los detiene. Es un control rutinario, pero la sorpresa salta cuando los agentes le encuentran al padre Loriente (Toledo, 1980) una vasta cantidad de drogas. Concretamente, “una decena de papelinas con diversas sustancias estupefacientes, es decir, una cantidad que excede lo que se puede entender como consumo propio”, precisan fuentes policiales a EL ESPAÑOL.
Eso era sólo la punta del iceberg. Alarmados, los agentes deciden acudir al apartamento donde se alojó el canónigo de la Catedral de Toledo y director del instituto teológico San Ildefonso durante estos días vacacionales. Y al entrar con el permiso del párroco la sorpresa fue mayúscula: hallaron todo tipo de drogas.
El sacerdote Carlos Loriente, impartiendo misa.
Desde tusi, comúnmente conocida como cocaína rosa, hasta restos de MDMA o mefedrona. Allí se había consumido. Además, en el domicilio había una balanza de precisión, algunos utensilios para preparar droga y juguetes de índole sexual.
Bastaba eso para que la Policía Nacional llevara a cabo la detención del párroco por un presunto delito contra la salud pública. Se fue derecho al calabozo. Este martes, sin embargo, el Juzgado de Instrucción número 5 de Torremolinos decretó la puesta en libertad provisional del padre Carlos Loriente, quien se ha acogido a su derecho a no declarar. Entretanto, se están analizando todas las sustancias intervenidas por la Policía.
No es la primera polémica
Pese a todo, esta no es la primera polémica que protagoniza el padre Loriente. Hace dos años, en 2023, fue denunciado por la víctima de abusos sexuales de otro cura. El motivo: Carlos Loriente defendió la inocencia de su amigo, el sacerdote Pedro Rodríguez Ramos, destacando su “bondad de corazón” y alegando que tiene “un perfil nada compatible con el de un abusador”.
La Audiencia Provincial de León, un año después, en 2024, consideró lo contrario. Condenó a Pedro Rodríguez Ramos a siete años de cárcel y 40.000 euros de indemnización por un delito de abuso sexual continuado a un menor del seminario menor de Toledo entre los años 2005 y 2007.
Pero Carlos Loriente, el padre detenido en Torremolinos, no creyó lo ocurrido y puso el foco en la víctima. Como ha explicado El País, Loriente hablaba de la “falta de verosimilitud” de la denuncia y defendía que su “convicción subjetiva es la inocencia de Pedro”, además de propugnar que no se podían “juzgar con la sensibilidad actual cuestiones de hace casi dos décadas”.
Así se lo expresó por WhatsApp a varios curas de la diócesis de Toledo. Les llegó a decir que “la presión mediática infame que se ha estado ejerciendo sobre el instructor y el tribunal enjuiciador es ilícita e incluso podría revestir tintes delictivos”.
Pero la presunta víctima del padre Pedro Rodríguez Ramos se enteró de los mensajes que había vertido Carlos Loriente. Por ello, según el citado medio, el denunciante de los abusos envió un escrito al prefecto del dicasterio para el Clero de la Santa Sede de Roma, y denunció a Loriente “por calumnias, emisión y distribución de falsedad, abusando así de su poder y autoridad”.
Carlos Loriente, canónigo de la Catedral de Toledo, en una imagen de archivo.
Según la víctima de abusos, Carlos Loriente “difundió una carta de manera masiva al clero, a través de WhatsApp, que terminó en manos de la prensa y mi entorno, constituyendo actos delictivos”.
Pese a ello, lo cierto es que en 2024 el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León absolvió a Pedro Rodríguez Ramos de su condena. Lo hizo, eso sí, por errores judiciales en la instrucción que vulneraron su derecho a la defensa. Es decir, fue una cuestión formal.
Según el abogado de la víctima, esta sentencia no cuestiona los hechos probados de la condena por abusos sexuales, pero se anula el procedimiento por las formas. Ahora será el Tribunal Supremo el que dé la última palabra sobre la causa.
Entretanto, aunque Carlos Loriente fue denunciado ante la Santa Sede por dudar de la víctima de su amigo, Pedro Rodríguez Ramos, lo cierto es que el Vaticano, tras dos años desde que se emitió la demanda, no ha tomado ninguna medida contra el sacerdote toledano.
Fin de ciclo y vacaciones
De ahí que Carlos Loriente siguiera ejerciendo el ministerio con normalidad. Hasta el pasado 15 de septiembre era el Vicario Episcopal para el Clero de la Archidiócesis de Toledo, pero fue destituido en favor de Miguel Garrigós Domínguez. Lo cierto es que, hasta donde sabe este medio, fue el propio sacerdote el que dejó el cargo esgrimiendo un fin de ciclo que había empezado con su nombramiento en junio de 2021.
No obstante, Carlos Loriente seguía siendo canónigo magistral de la catedral de Toledo y director del instituto teológico San Ildefonso. Ordenado como sacerdote el 11 de julio de 2004, Loriente tiene una dilatada experiencia en el sacerdocio y la enseñanza.
Según ha informado este medio con anterioridad, había sido vicerrector del seminario de Toledo y secretario general del Instituto Superior de Estudios Teológicos San Ildefonso de Toledo; vicario de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de Corral de Almaguer; profesor de Religión de Secundaria y Bachillerato en el IES La Besana, de Corral de Almaguer; vicario de la parroquia de San Julián, en Toledo; y responsable del Departamento de Pastoral del Colegio Diocesano Nuestra Señora de los Infantes.
Ahora pasaba unos días de vacaciones con sus amigos en Torremolinos, pero jamás imaginó que acabarían con su detención por poseer “una cantidad [de droga] que excedía lo que pudiera entenderse como la destinada a consumo propio”.
Aunque está en libertad provisional, el padre Carlos Loriente deberá comparecer en sede judicial cuantas veces sea convocado. Su proceso por la presunta comisión de un delito contra la salud pública continúa. Al igual que su proceso por poner en duda la denuncia de una presunta víctima de abusos sexuales.
El final del verano para Carlos Loriente, por tanto, trae consigo la apertura de otro proceso. Ahora el párroco se verá ante los tribunales civiles y ante los eclesiásticos. Ante la Justicia humana y la de la Santa Sede.
De momento, el Arzobispado de Toledo, que expresa su “máxima confianza en la justicia”, ha abierto una investigación y ha apartado cautelarmente del ejercicio eclesiástico al sacerdote detenido.
