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No, España no tiene una crisis sanitaria por el fentanilo. Ni es esperable que la tenga en un futuro cercano. Pero en nuestro país hay personas que conocen muy bien la potencia de esta droga y los efectos tan devastadores que tiene.

Inma Fernández (46 años, Tarragona) fue diagnosticada en el año 2011 de cáncer. Un linfoma de Hodgkin que, aparte de obligarla a recibir quimioterapia, le hizo pasar por quirófano para recibir un tratamiento directo a la médula. Una intervención "entre vértebra y vértebra" que le dejó un dolor lumbar para siempre.

En conversación con EL ESPAÑOL, Fernández expresa que "fue horrible". "Yo siempre lo he descrito como contracciones de parto. El dolor me bajaba por la pierna derecha, hasta las rodillas. Me provocaba malestar y muchísima ansiedad, incluso náuseas", cuenta la catalana.

Pasó seis años tomando más de cinco pastillas diarias. Experimentando con diferentes fármacos que le mandaban sus médicos. Pero sin que cesara un dolor que le afectaba a su estado de ánimo en el día a día. Hasta que un día el hematólogo le dijo: "vamos a probar con parches de fentanilo".

Inma Fernández, paciente oncológica tratada con parches de fentanilo. Cedida

Nunca antes había escuchado la palabra fentanilo, pero confiando firmemente en su médico de tantos años, comenzó a ponerse estas pegatinas transdérmicas que liberan 12 microgramos en su dosis más pequeña. Es decir, 0,00012 gramos de fentanilo. Aquello, según reconoce Fernádez, "fue una maravilla".

"Podía trabajar 12 horas y después irme a correr una maratón. No me cansaba, no sentía dolor". Rápidamente empezó a experimentar los efectos de esta sustancia que, por primera vez desde su intervención quirúrgica, le permitía hacer vida con total normalidad.

Al tiempo que también empezó a sentir uno de los efectos secundarios más evidentes: la "felicidad extrema".

Como psicofarmacólogo experto en drogas, Antón Gómez conoce muy bien esta 'cara b' del fentanilo terapéutico. El divulgador de la web Drogopedia explica a este periódico que esta droga opioide sintética actúa sobre múltiples receptores nerviosos de nuestro cerebro. Encargados de funciones como la analgesia, es decir, la eliminación del dolor.

También tiene otro tipo de efectos como pueden ser la euforia o el refuerzo positivo. Que conlleva, por consecuencia, a la generación de hábitos. Por ello, Gómez no duda en referirse al fentanilo como "un arma de doble filo".

Porque por un lado, esta sustancia comercializada como analgésico desde la década de los 60 es "muy apreciada" en medicina por su capacidad para abordar dolores crónicos. Pero tiene el gran problema de que "siempre estamos jugando con el riesgo de generar una adicción en los pacientes", reconoce Gómez.

El fentanilo es tan adictivo porque el cuerpo se habitúa muy rápido a él en dosis muy pequeñas. "Incluso aquí en España, los médicos van prescribiendo más cantidad de los famosos parches. Al principio empiezan con dosis muy pequeñas y enseguida tienen que ir subiendo la dosis porque el cuerpo se acostumbra". Y esto es justo lo que le ocurrió a Inma Fernández.

"Cuando pasaron 4 o 5 meses del primer parche, te deja de hacer efecto y el cuerpo te pide más", comenta la catalana. Volvió a aparecer el dolor y Fernández acudió de nuevo al médico que le subió la dosis. Iniciando así un bucle que se repetiría durante tres años.

"El que empezó a recetarme el fentanilo fue el hematólogo, pero a él lo veía cada seis meses". "Entre tanto, la que me subía la dosis era la doctora de cabecera". Ella era quien tranquilizaba a Inma Fernández, indicándole que existían parches de 50, 75 y 100 microgramos en caso de que los necesitara.

Fernández necesitó de la dosis máxima de estos parches, y mucho más que eso. Ya que mientras una caja debía durarle para un mes, ella empezó a ver que cada una no le duraba más de dos semanas. Colocándose varios parches sobre la piel simultáneamente. "Sin que esto alarmara a los médicos" que siguieron recetándole más y más parches.

10 parches, confiesa Inma, que llegó a tener sobre la piel. 10 veces la dosis máxima recomendada. Hasta que un día, sin tener más en casa, tuvo que ser atendida por los servicios de atención al suicidio.

"Ese día, gracias a que estaba mi hija en casa… Porque se empezaron a mover las paredes, el suelo. Sudaba muchísimo. Tanto, que tenía el pelo tan mojado como si hubiera salido de la ducha. Pero a la vez, tiritando de frío. Y vómitos. Parecía que me estaba muriendo", narra Fernández emocionada.

Según cuenta Antón Gómez, la dosis letal de fentanilo para el 50% de la población es de 2 miligramos, 0.002 gramos. Y aunque la cantidad parezca ínfima, Inma Fernández se quedó lejos de alcanzarla en su peor día con los parches terapéuticos. Con los que llegaría a los 0,0001 gramos al colocarse 10 sobre la piel.

La dosis mortal de fentanilo en comparación con la punta de un lápiz. Administración de control de drogas de Estados Unidos (DEA)

18 meses de baja de su trabajo como dependienta y 5 días encerrada en una habitación de hospital, que ella misma define como "los peores de su vida", necesitó Fernández para deshacerse del brutal síndrome de abstinencia. Un dolor y sufrimiento que "no se lo deseo a nadie", aclara.

Una tragedia en EEUU

El testimonio de la tarraconense ayuda a entender la "potencia farmacológica" tan bestial del fentanilo, aún en dosis microscópicas. Su riesgo es tal que, fuera de los controles médicos, su consumo es sinónimo de muerte asegurada.

Sólo en el año 2022, más de 76.000 estadounidenses sobrepasaron la cifra de los 2 miligramos de fentanilo, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades Estadounidense (CDC). 76.000 muertes por sobredosis de fentanilo, en un país inmerso en una profunda crisis sanitaria por la perversión de esta sustancia en el mercado negro, agravada por la desigualdad social en las calles.

Fue en ese año 2022 cuando la agencia CDC registró el máximo histórico de las muertes por sobredosis de drogas, más de 111.000 fallecidos con el fentanilo presente en más del 70% de ellas.

Los últimos datos de 2024 reflejan una primera caída considerable de las muertes por intoxicación de drogas, 80.000. Un descenso del 27% con respecto al año anterior. Gracias a la distribución sin receta del principal antídoto contra el fentanilo (naloxona), o de tiras reactivas para testar el opioide en otras drogas como la cocaína. Pero el problema sigue muy candente.

Muertes al año por sobredosis por de drogas en EEUU. Arte E.E Fuente: CDC

"Es 100 veces más potente que la morfina y 50 veces más potente que la heroína", aclara el psicofarmacólogo Antón Gómez. "Su gran efecto sobre los receptores opioides de nuestro cerebro repercute directamente en multitud de funciones fisiológicas".

De ahí que nos hayamos acostumbrado a ver a los adictos al fentanilo en Estados Unidos en un estado zombie, y que la muerte por intoxicación de las drogas opioides sea, normalmente, "porque se para la respiración de la persona".

Los narcotraficantes son conscientes de la potencia del fentanilo, y simplemente utilizan el opioide sintético como adulterante de otras sustancias. Es decir, en una búsqueda de optimizar al máximo el beneficio económico en el mercado negro, los narcos añaden fentanilo a otras drogas para abaratar su producción.

Porque como explica el doctor Gómez: "Teniendo en cuenta que las drogas de origen natural pueden tener más escasez a la hora de producirse, como es el caso de la heroína o de la cocaína que además, son muy caras… Si hay una sustancia que de alguna forma puede emular sus efectos, siendo más barata, lo normal es que empiece a aparecer como dentro de la dentro de la mezcla de estas drogas naturales".

De esta forma, efectivamente, el fentanilo se usa "para reducir el coste al camello", y "se mantenga el valor de mercado de la sustancia".

Un hombre afirma que se inyecta fentanilo en las calles de San Francisco. Shannon Stapleton Reuteurs

Este uso del fentanilo como adulterante de otras drogas es la principal forma que ha tenido el narco de introducir el opioide sintético en el mercado negro estadounidense. Pero esta práctica implica un riesgo devastador: las muertes accidentales.

En Estados Unidos se repiten muchos casos en los que jóvenes, en un contexto de ambiente festivo, deciden consumir drogas y se encuentran con que la sustancia que pensaban que estaban tomando en realidad es una aleación del fentanilo. "En personas que no están habituadas al consumo de drogas, esto es especialmente grave porque no distinguen los efectos adversos", lamenta Gómez.

Sin evidencias en España

EL ESPAÑOL ha contactado con diversas entidades públicas y privadas en España con el objetivo de buscar reportes de intoxicaciones por fentanilo.

Entre ellas, las consejerías de salud de la Comunidad de Madrid y Andalucía; servicios de emergencias; diversos centros de tratamiento a las adicciones; y la organización Energy Control, dedicada al análisis de drogas en ámbitos recreativos para la reducción de riesgos en los consumos.

Hasta el momento, no hay evidencias de que el fentanilo se esté usando como adulterante de otras drogas en nuestro país. O al menos, que esté significando un problema.

Así lo confirma además el Observatorio de Español de las Drogas y las Adicciones. En su Informe de 2024 respalda que, aunque el fentanilo está presente en los datos de consumo y mortalidad, su uso sigue siendo minoritario en comparación con otros opioides como la metadona o el tramadol.

Sin embargo, en octubre de 2024 la Policía Nacional, en una operación conjunta con la Policía Colombiana, la DEA de Estados Unidos y Europol, se incautó de dos maletas en el aeropuerto de Barajas que escondían 250.000 pastillas de droga procedentes de Colombia.

Un cargamento que tenía trazas significativas de ketamina (un anestésico veterinario utilizado como estupefaciente en humanos) y el temido fentanilo.

Y también, en marzo de este año, saltó la noticia de la detención de una mujer en Menorca por traficar, presuntamente, con parches de fentanilo que podrían haber causado la muerte de hasta tres personas.

Pero quitando estos sucesos que los profesionales de nuestro país tildan de "anecdóticos", los médicos están convencidos de que el balance beneficio-riesgo en el uso del fentanilo "es muy positivo". Especialmente en pacientes con dolores difíciles.

Incidencias terapéuticas

Inma Fernández tiene claro que tras su calvario con el fentanilo no quiere más opioides en su vida. Aunque cuando se le pregunta si hoy volvería a acceder a medicarse con los parches es incapaz de decir que no. Porque "vivir con dolor es muy duro", reconoce. Pero, "si hay algo peor que vivir con dolor, es vivir con dolor y dependencia".

Ella ha conseguido finalmente hacer vida normal gracias a una inyección tranquilizante que recibe cada mes. Y defiende que su caso fue una negligencia médica, principalmente por "falta de información".

"Pese a todo, no estoy en contra del fentanilo". "Yo eché de menos la ayuda de un profesional de la salud mental que me advirtiera de los efectos y me hiciera seguimiento. Pero creo que para mucha gente creo que puede ser esencial para tratar su dolor", manifiesta.

Inma Fernández en su último día en el hospital tras superar el síndrome de abstinencia por el fentanilo. Cedida

Es el caso de Rafael Tuñón (42 años, Madrid). Este ciberconsultor de profesión descubrió que en el año 2020, en plena pandemia, una llaga en su garganta le impedía tragar sin dolor. Por temor a que fuera una consecuencia de estar padeciendo COVID-19, acudió los médicos que rápidamente descartaron el virus para acabar diagnosticándole algo mucho peor, cáncer de garganta.

El tratamiento consistió en seis semanas de radioterapia. "Dicho así suena llevadero, pero la zona es muy delicada y pronto te advierten de que no podrás ni tragar tu propia saliva", comenta Rafael. De hecho los médicos, por protocolo, le colocaron una sonda directa al estómago para poder alimentarse en los peores momentos.

Tras varias semanas aguantando con analgésicos habituales como Ibuprofeno y Nolotil cada cuatro horas, "el dolor empezó a ser insoportable". También a él su oncólogo decidió tratarle con parches de fentanilo.

Rafael Tuñón, paciente oncológico tratado con parches de fentanilo. Pablo Danubio

Rafael también desarrolló una adicción a estos parches que le permitían pasar de estar en cama sin poder moverse, a jugar con sus hijos como si nada. En aquellos días se dio cuenta de que "cuando se acababa el efecto, aparecía una ansiedad física".

"Incluso pensé en conseguir la sustancia por otras vías, aunque ni sabía si era posible en el mercado negro y nunca llegué a intentarlo". Lo único que quería era que el oncólogo le permitiera cambiar el parche cada 48 horas. "Ahí eché en falta información y acompañamiento especializado."

El ciberconsultor afirma que se curó antes del cáncer que de la adicción al fentanilo. Sin embargo, no duda en reconocer que el opioide "fue imprescindible para tolerar un tratamiento tan potente". Por eso nunca ha querido demonizar la sustancia que considera "una herramienta".

Muy probado en medicina

El fentanilo significa una solución para los 2 españoles por cada 1.000 habitantes que lo consumen diariamente, según los datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps).

No obstante, las últimas Encuestas Sobre Alcohol y Otras Drogas en España (EDADES) reflejaban un aumento en el porcentaje de personas entre los 15 y 64 años que afirmaban haber consumido fentanilo alguna vez en la vida.

En concreto, desde el 1,9% del 2018 hasta el 15% del 2022. Un repunte que, sin embargo, cesó el año pasado tras una caída hasta el 5,5% de la población.

Además, las incidencias en urgencias son mínimas. Con sólo 12 episodios de ingresos registrados por fentanilo, según el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA).

Todos estas cifras respaldan la postura de profesionales como Alicia Alonso, coordinadora del grupo de opioides de la Sociedad Española del Dolor. La doctora defiende en entrevista la "enorme utilidad del fentanilo", incluso para tratar a "dolores agudos de pacientes con lesiones bélicas".

Explica que medidas como el control electrónico de los medicamentos "son fundamentales" para garantizar un uso correcto de los mismos. Como también lo es la formación específica de los profesionales que ella misma imparte como coordinadora de la SED.

"Hacemos un gran esfuerzo todos los años para formar a los médicos. Porque es importante que, independientemente de la especialidad, todos tengan conocimientos sobre el dolor y cómo tratarlo con sus pacientes", dice la doctora.

Lejos de una crisis

Los expertos como Alicia Alonso señalan que España está lejos de experimentar una crisis como la estadounidense. Principalmente por un motivo: la sanidad pública. Así lo expone el Ministerio de Sanidad en su informe Fentanilo en España. Evidencias, percepciones y realidades.

El Gobierno defiende que la atención social que nuestro país ofrece universalmente a todos los ciudadanos previene en gran medida de epidemias como la que amenaza ser la del fentanilo. Y aunque el riesgo sea bajo actualmente, recomienda mantener e "incluso reforzar" los mecanismos de vigilancia sanitaria y control del mercado ilegal.

Pero hay una segunda razón, mucho menos evidente, por la que nuestro país no está en peligro de ser acechado por el fentanilo: la heroína.

Parece mentira que la droga que partió a la sociedad hace 40 años, ahora nos esté defendiendo de algo que amenaza con ser peor. Sin embargo, esto es así porque como explica el psicofarmacólogo Antón Gómez "la dosis eufórica de la heroína está mucho más lejos de la dosis mortal que en el fentanilo".

Esto quiere decir que si ambas drogas se consumen de manera lúdica, el efecto placentero de la heroína se alcanza antes y de una forma menos peligrosa. Por ello, el Ministerio de Sanidad tiene claro que mientras Europa esté abastecida con heroína procedente de Afganistán, no hay peligro de que el narcotráfico introduzca otras sustancias como el fentanilo.

El problema es que esta paz incómoda podría romperse en pocos años. Debido a que los Talibanes prohibieron el cultivo de adormidera en Afganistán desde el año 2021. El opio, que suponía el 7% del PIB del país, ha caído más de un 90%. Y se calcula que con las reservas actuales, Europa podría estar abastecida hasta 2028.

Rafael Tuñón, paciente oncológico tratado con parches de fentanilo. Pablo Danubio

Mientras ese momento llega, Rafael Tuñón tiene una cosa clara: "La información es poder". "No puede ocurrir que se llegue a consumir una sustancia tan potente sin que se tengan claros sus riesgos, independientemente del contexto". Ahí está el reto de profesionales como Antón Gómez o Alicia Alonso. Y de la sociedad en general.

"Sólo de pensar que pueda haber alguien que tenga que pasar por la agonía que yo pasé… Me duele en el alma", concluye Inma Fernández.

Pablo Danubio es alumno de la segunda promoción 2024-2025 del Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL/UCJC. Este reportaje es una actualización de su TFM.