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En el seno de la élite cercana a Mohamed VI se gesta una auténtica película de espías. Las maniobras entre los asesores reales, los dos servicios secretos más importantes del país y ciertos círculos económicos y políticos han quedado al descubierto en un momento en que todos buscan consolidar sus posiciones o conquistar espacios próximos al palacio real marroquí.

Los dos servicios secretos más importantes de Marruecos llevan años rivalizando por obtener una mayor atención del monarca. Encabezan la pugna Abdellatif Hammouchi, dirigente de la Dirección General de la Policía Nacional (DGSN) y la Dirección General de la Vigilancia del Territorio Générale (DGST), encargado de la lucha contra el terrorismo, y Yassine Mansouri, compañero de la infancia del rey y director de la Dirección General de los Estudios y de la Documentación (DGED), dependiente de las Fuerzas Armadas Reales.

En 2022, el marco del escándalo Marocgate, el lobby que compraba a políticos y periodistas en el Parlamento europeo para defender las reivindicaciones de soberanía marroquíes sobre el Sáhara Occidental salpicó a Mansouri, responsable de la DGED.

Entonces llegó a decir que el chivatazo, remitido a la justicia belga, pudo venir de parte de Abdellatif Hammouchi (DGSN-DGST) con la intención de comprometer y dañar a Mansouri. Éste apareció en el sumario del juez belga y, acto seguido, cortó la cooperación migratoria y de seguridad con Bélgica para empujar al gobierno a que presionase a la fiscalía y ocultar la investigación.

Lo mismo sucedió con el famoso palacete en el centro de París que había comprado la casa real alauita en 2020 por 80 millones de euros. En el registro, figura como propietaria la sociedad civil inmobiliaria Deschanel, cuyo gerente es Mohamed Mounir Majidi, secretario particular del rey de Marruecos.

El rey de Marruecos, Mohammed VI, y el presidente francés, Emmanuel Macron. Imagen de archivo. Reuters

Con más de 1.600 metros cuadrados construidos, jardín, terrazas y lujosas estancias, la operación se realizó con la máxima discreción y su verdadera propiedad sólo trascendió al figurar Majidi como gerente en el registro. Las dimensiones del inmueble, su valor y la estructura de la operación reflejan tanto la influencia marroquí en la capital francesa como los intentos de la monarquía alauí de mantener sus actividades en Francia al margen del escrutinio público.

Al consultar la intencionalidad de esta compra por Marruecos, fuentes cercanas a la casa real aseguraron a EL ESPAÑOL que se trataba de una adquisición destinada a operaciones de los servicios de inteligencia del DGED. 

Al desvelar que era una propiedad para la DGED, la mansión parisina ya no se pudo utilizar con este fin. Se especula que fue una persona de la oligarquía marroquí quien descubrió esta adquisición y desmanteló el plan del servicio de espionaje marroquí en el exterior.

Hay que tener en cuenta que a Marruecos le interesaba tener controlada a Francia porque las relaciones bilaterales se habían deteriorado en los últimos años, llegando al punto más bajo cuando el presidente Emmanuel Macron señaló al país magrebí como responsable de su espionaje con el programa informático israelí Pegasus en julio de 2021.

Hammouchi, de hecho, no sólo ha impuesto su mano dura con los testigos de la represión, los disidentes, los activistas, los críticos y los periodistas libres, a los que ha sometido y encarcelado, sino que se le atribuye el caso internacional de espionaje con Pegasus.

Además, usurpa la imagen oficial del monarca entre las grandes masas. Cada vez es más frecuente contemplarlo controlando los campos de fútbol o recibiendo ovaciones en eventos multitudinarios a los que no acude Mohamed VI, como si se tratara del jefe del Gobierno o del Estado.

"¿Está el jefe de la seguridad marroquí dando un golpe de Estado, convirtiendo al país en un Estado fallido que Londres, París y Washington ya no pueden reconocer ni influenciar?", se preguntaba de manera retórica la web maghrebi.org, en mayo de 2024.

Según fuentes marroquíes, el actual director de la Policía y de los servicios de inteligencia internos, Abdellatif Hammouchi, estaría apostando por que sea Moulay Rachid, hermano del actual monarca, quien ocupe el trono en el futuro. Esta tendencia recuerda a la época de Hassan II, cuando el poderoso ministro de Estado e Interior, Driss Basri, también mostró su preferencia por Moulay Rachid frente a Mohamed VI en la carrera sucesoria. Mientras, el jefe de los servicios exteriores del actual monarca, Mansouri, prepara personalmente al príncipe Moulay Hassan, el primogénito del rey, para acceder a la Corona.

Detrás de Hammouchi se encuentra Fouad Ali el Himma, apodado el virrey marroquí. Él fue director del gabinete de Mohamed VI cuando este todavía era príncipe heredero. También es su asesor desde 2011. Fue la persona más allegada del monarca y continúa en su entorno cercano, aunque Yassine Mansouri le ha hecho sombra en los últimos tiempos. Y ahí está la verdadera disputa del poder.

"Existe una guerra desde hace mucho tiempo. Por un lado, están Hammouchi y el consejero real Fouad Ali el Himma, que son contratios al jefe de los servicios secretos exteriores, Mansouri", explica el periodista Ali Lmrabet en conversación con EL ESPAÑOL.

Lo cierto es que Fouad Ali el Himma ha perdido protagonismo en el círculo íntimo del rey en favor de Mansouri y hasta presupuesto de la DGED es sumo y superior al de la Dirección de Vigilancia del Territorio (DST), el principal servicio de inteligencia interior del país.

"También hay una guerra de influencias, porque Mansuri se da cuenta de que, si pasa algo, mañana se van a quitar del medio a Hammouchi. Es una buenísima cabeza de turco. Ha sido acusado varias veces de tortura", explica Lmrabet.

Mohammed VI de Marruecos, en el Palacio del Elíseo de París. Philippe Wojazer Reuters

Persecución a un exespía de la DGED

Estas rivalidades internas en los servicios en un período de transición vinculado a la futura sucesión al trono han quedado en evidencia con la huida y persecución de Mehdi Hijaouy, exmiembro de la DGED. Huyó a Francia y, en 2024, viajó a España, donde fue localizado y hasta estuvo a punto de ser extraditado a Marruecos. De hecho, tiene una orden de arresto internacional por "fraude" y facilitación de la "inmigración ilegal".

"Era el número dos de la DGED, que se escapó a un país democrático, como otra mucha otra gente, por miedo a sufrir represalias. En Marruecos, los servicios secretos meten a la gente así en la cárcel", precisa Ali Lmrabet.

Una fuente de seguridad marroquí informó al periódico Yabiladi de que se piensa que Mehdi Hijaouy se esconde en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), en las afueras de Madrid. Sin embargo, Ali Lmrabet lo desmiente: "Está en paradero desconocido, en otro país del norte de Europa. Es un ex de los servicios secretos y sabe dónde puede ir y dónde no".

Sus abogados franceses, William Bourdon y Vincent Brengarth, han solicitado la anulación de la orden de arresto por parte de la Interpol, argumentando que Mehdi Hijaouy está siendo procesado en el marco de un "procedimiento estrictamente político respaldado por un montaje judicial", según informó Le Monde. Además, han advertido que "el Sr. Hijaouy está en peligro y necesita protección".

Supuestamente, Hijaouy trabajó para la DGED entre 1993 y 2014, donde dirigió el Centro de Formación del Servicio de Acción, su estructura de adiestramiento altamente secreta y especializada. Posteriormente, fundó el think tank estadounidense Washington Strategic Intelligence Center (WSIC), que ha estado operando desde 2017 al servicio de la monarquía, el Reino de Marruecos y la causa nacional. La prensa marroquí oficialista asegura que Hijaouy fue "despedido de la DGED en 2010" y lo describe como un "falso experto y un auténtico delincuente".

Efectivamente, en el país magrebí se le intenta desvincular de su posición en la DGED. "No fue más que un funcionario civil, destituido dos veces, hoy prófugo y buscado por estafas internacionales [...] Cuando se eleva a un delincuente al rango de héroe, se traiciona la verdad", afirmó en su cuenta de X el exministro Lahcen Haddad, relacionado con el Marocgate.

La prensa oficialista marroquí, en concreto Le360, lo acusa de construir un "personaje ficticio": "asesor en inteligencia", "cercano al Palacio", "intermediario privilegiado". También afirma que "gracias a estos falsos títulos logró montar estafas a gran escala, prometiendo inversiones, autorizaciones, permisos de residencia y acceso a círculos de poder a cambio de sumas importantes, que luego hacía desaparecer".

Los motivos

Resulta paradójico que Mehdi Hijaouy, pese a no ser un opositor político y mantenerse siempre leal y disponible para el rey Mohamed VI, haya terminado marginado. Su relación con el monarca se consolidó gracias a su amistad con los hermanos Azaitar, tres conocidos luchadores germano-marroquíes de artes marciales mixtas que, tras alcanzar fama internacional, se convirtieron en habituales del entorno más cercano al rey e incluso abrieron negocios en Marruecos, especialmente en el norte del país.

Esta proximidad de Hijaouy a los Azaitar generó recelos en el majzén (la élite gobernante), ya que la popularidad de los luchadores comenzó a incomodar a figuras del palacio y de la seguridad, como El Himma y Hammouchi.

Sin embargo, ni siquiera una relación tan estrecha bastó para proteger a Hijaouy en un clima de recelo y rivalidad que reina en las altas esferas marroquíes, donde un allegado puede caer en desgracia de la noche a la mañana, algo que sólo se puede explicar en el marco del clima hostil que se respira en la altas esferas marroquíes.

"A El Himma y a Hammouchi no les gustó que defendiera a los hermanos Azaitar. También hizo un libro sobre los defectos de los servicios secretos. Quería acercarse más al sistema, a Mohamed VI, y no les gustó su informe", asegura el periodista Ali Lmrabet.

A estas tensiones se sumó el hecho de que Hijaouy defendió públicamente a los Azaitar en artículos como el publicado en la revista Challenge –donde los calificó como grandes talentos con "corazón" pero víctimas de "celos y odio"– y sus intentos de acercarse aún más al poder, por ejemplo, con la publicación de un libro sobre los defectos de los servicios secretos marroquíes y la entrega en 2023 de un Libro Blanco sobre inteligencia, defensa y seguridad al propio Mohamed VI. Atacar a los amigos del rey, añade Mehdi Hijaouy en su artículo, equivale a "cortar la rama en la que se está sentado".

Esto no fue bien recibido en ciertos círculos del régimen, preocupados por la información sensible sobre operaciones de la DGED en Europa y el uso del programa Pegasus por parte de la DST para vigilar periodistas y opositores.

El periodista Ali Lmrabet explica que, ante el temor de que Hijaouy pudiera filtrar datos comprometedores –como los vínculos de la inteligencia marroquí con el espionaje internacional–, su figura se volvió incómoda para el sistema. Si alguna vez las autoridades francesas o españolas le interrogaran, advierte Lmrabet, podrían reabrir investigaciones judiciales en Europa, como el caso Pegasus.

En aquel momento, los boxeadores fueron atacados en una campaña de prensa, instigada desde personal de palacio y de seguridad, preocupados por su creciente popularidad y sobre todo porque estaban restando oportunidades al majzén (el sistema gobernante), especialmente en el norte del país, donde los amigos del rey han abierto negocios propios.

Represalias contra familiares y amigos

"Hammouchi dio la orden de arrestar a cualquiera que esté relacionado con Hijaouy", denuncia una fuente que prefiere mantener el anonimato. Actualmente, están acosando y deteniendo a sus amigos y familiares. Es significativo el arresto del comisario Khaled Eit Alaui, hermano del jefe de seguridad del príncipe heredero Moulay Hassan; junto a otros cinco más, todos están acusados de terrorismo, un delito que garantiza prisión inmediata.

Han detenido a la empleada del spa de su esposa por "abrir el negocio con permisos falsos y haber construido un hammam (baño turco) en el sótano, que no figura en los planos arquitectónicos". Esto expone a sus clientes a peligros reales, "ya que no se respetan las normas de seguridad más básicas en su hogar", asegura la prensa marroquí.

Sin embargo, "ningún miembro de su familia que no esté implicado en sus crímenes está siendo investigado por los tribunales", asegura Le360. "Esto es lo que dice la prensa, pero no hay ningún comunicado de las autoridades", observa Lmrabet.

Por el contrario, quien difundió desde Canadá la persecución que sufría Hijaouy, el youtuber marroquí Hicham Jerando, fue denunciado por otros dos marroquíes y ha sido acusado por difamación y atentar contra el honor. "Estuvo en contacto con él bastante tiempo. Pienso que le ha dado muchas cosas, y él las ha ido publicando, y Marruecos está manipulando la diáspora marroquí en el extranjero para atacar a sus disidentes”, apunta Lmrabet.

Hijaouy, en definitiva, ocupó cargos estratégicos y manejó información muy delicada sobre operaciones clandestinas, redes de influencia, corrupción, manejo de fondos europeos y espionaje internacional, incluido Pegasus. Si llega a filtrar o negociar esta información con autoridades o prensa en Europa, no sólo dañaría la imagen del régimen, sino que podría implicar judicialmente a altos cargos, alimentar escándalos internacionales y minar la confianza de socios exteriores.

Su fuga, además, evidencia la profundidad de la crisis y la desconfianza entre los dos polos de la seguridad marroquí (DGED y DST/DGST) y las rivalidades palaciegas en torno a la sucesión. Además, el caso alimenta el clima de fuga y deserción de funcionarios estratégicos, señal de que el régimen está perdiendo control sobre cuadros cualificados y sobre el manejo de información estratégica.

Hijaouy tiene conexiones y canales abiertos en Europa, ha pedido asilo político y cuenta con abogados de alto perfil que denuncian motivación política y persecución personal. Esto amplifica el eco del caso en los medios europeos y posiciona a Marruecos a la defensiva ante posibles investigaciones, extradiciones o comisiones parlamentarias en la UE, lo que debilita aún más al monarca en la escena internacional.

Después de varios meses en disputa, la conspiración continua para encontrar y silenciar a Mehdi Hijaouy, que puede poner al descubierto el entramado de los servicios de espionaje en el país vecino.