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Los que antaño eran la familia paterna de Felipe junior, cuentan que “quería ser juez” porque “era un buen estudiante” de Derecho hasta el punto de conseguir “matrículas cum laude”. Sin embargo, en su vida personal, Felipe junior (1990) no respetó lo aprendido en esa carrera universitaria porque fue condenado por la Justicia, por una falta de coacciones contra su propio padre, Felipe Hernández Medina, por dejarle tirado en la calle tras quitarle las llaves de su piso en La Manga.

EL ESPAÑOL ha accedido a una sentencia del 12 de mayo de 2015, emitida por el Juzgado de Instrucción número 5 de San Javier que condena por tales hechos a Felipe: el hijo mayor de cuatro hermanos y que pone de manifiesto la presunta cacería que durante trece años soportó el difunto Felipe Hernández Medina a manos de la sangre de su sangre.

“Se declara probado que el 7 de septiembre de 2014, entre las 15.30 y las 16.30 horas, el denunciante estaba bañándose, cuando su hijo mayor, Felipe Hernández Ramos, registró sus pertenencias y le quitó las llaves de la vivienda del Edificio Alcazaba Playa en La Manga del Mar Menor. Después de ello se marchó a dicha vivienda y se negó a dejar entrar al denunciante [a su padre]”.

El juez le reprocha dos cosas a Felipe junior en su sentencia. La primera: acusó falsamente a su padre porque trató de eludir la condena, acusándole de ponerse violento con él en la vivienda, a pesar de que “no consta actuación alguna de la Guardia Civil en el domicilio” de La Manga.

El segundo reproche es por su actitud de no acatar una orden de los agentes de la autoridad: “Consta una diligencia de la Guardia Civil, llamando al denunciado, para que devuelva las llaves a su padre, negándose a ello, por lo que se considera acreditada una conducta intimidatoria de Felipe Hernández Ramos contra el denunciante, quitándole las llaves de su domicilio e impidiéndole entrar al mismo”.

Un altercado familiar protagonizado por Felipe, encarcelado por la muerte de su padre, junto a sus hermanos, en La Manga,

El castigo fue una multa de 40 euros solo para Felipe junior, a pesar de que en la denuncia presentada por Felipe padre, se relata a la Guardia Civil que su hijo mayor tuvo como compinches a dos de sus hermanos, para registrarle sus pertenencias y quitarle las llaves mientras se daba un baño. Incluso advertía de que le habían cogido el móvil, para inspeccionarle su cuenta de correo electrónico, y de que le faltaban 500 euros en la cartera.

“El hijo mayor cogió el rol de padre cuando Felipe se separó de Rosario”. “Hacía de macho alfa de la casa y sus tres hermanos le seguían en lo que hacía: Jesús [1994], Rosario [1996] y José [1998]”, según afirman los familiares sobre el perfil del primogénito.

Ese supuesto rol de líder de Felipe se aprecia en la denuncia que su pobre padre interpuso el 10 de septiembre de 2014, solo tres días después del episodio ocurrido en La Manga. En esta ocasión, el progenitor alertaba a la Policía Nacional de que su prole de vástagos le acosaba a diario en su tienda: Tejidos Hernández de Molina de Segura. Todo ello, a raíz de iniciar la separación de su mujer, Rosario, una subinspectora de Hacienda que dos años antes le notificó una demanda de divorcio.

“Estoy separado de hecho de mi mujer, encontrándome en trámites de divorcio y con cuatro hijos en común. Quiero hacer constar que desde el 1 de septiembre de 2014 hasta la mañana de hoy, se han presentado en mi comercio Tejidos Hernández, mis cuatro hijos: Felipe, Jesús, Rosario y José. Todos los días se personan, realizando relevos entre ellos, dos veces al día, una por la mañana y otra por la tarde. Las visitas suelen durar una hora, por lo que dificultan el desempeño de mi jornada laboral y la de mi empleada [...]”.

“La actitud que muestran mis hijos en el local es relajada y se alteran cuando les digo que se marchen”. Prueba de ello son los insultos que le dedicaban: ‘Esto es de mi madre y de aquí la única que puede echarme es mi madre’, ‘Eres un maricón, eres un cobarde, eres un hijo de puta’… Felipe estaba desesperado y sufrió un ataque de ansiedad. Intentó cambiar la cerradura de su tienda para evitar esas visitas de sus vástagos, pero literalmente le impidieron trabajar al cerrajero.

El difunto Felipe Hernández Medina, feliz, con una moto que le regaló su nueva pareja: Toñi. Cedida

Ni la sentencia condenatoria por una falta de coacciones ni las denuncias posteriores disuadieron a Felipe junior en su aparente conducta de De forma que este sábado se convirtió en el brazo ejecutor del puñetazo que acabó con el hombre que se lo dio todo en su infancia, a base de trabajar al frente de Tejidos Hernández: desde grandes regalos el día de Navidad que además era la fecha de nacimiento de su primogénito, hasta buenos estudios en el Colegio Salzillo.

Prueba de ello es que el 22 de junio de 2021, siete años después de las primeras denuncias, Felipe aún seguía poniendo en la diana policial a sus hijos, en particular, a su primogénito, convertido en su azote. En aquella ocasión, Felipe junior iba acompañado de Rosario, la médico de profesión que este sábado también acudió a la tienda junto a su hermano mayor y que está investigada por no auxiliar a su padre tras presenciar cómo fue golpeado.

Esta fue la amenaza premonitoria que los dos hermanos le formularon al comerciante y que consta en aquella denuncia: “A las 10.45 horas del 22 de junio de 2021, se han presentado en mi tienda mis dos hijos mayores de edad: Felipe y Rosario”. “Han comenzado a chillarme para que abriera la puerta porque la tenía cerrada con el pestillo. Han empezado a gritarme que saliera fuera que me iban a pegar. Han empujado la puerta, la han golpeado y me han amenazado en todo momento con agredirme: ‘Te vamos a reventar la cara’”.

Cuatro años después ejecutaron esa amenaza, a pesar de que en las denuncias policiales a las que ha accedido EL ESPAÑOL consta que un lejano 12 de septiembre de 2014, este padre ya pidió una orden de alejamiento sobre sus hijos. Lo pidió expresamente: "Deseo solicitar a la autoridad judicial que adopte las medidas necesarias para que cese la situación que ocurre con mis hijos, para poder desempeñar con normalidad mi trabajo y mi labor comercial ”.

Felipe (c), junto a su hijo Felipe, detenido por la Policía Nacional por la muerte de su padre, en una foto cedida por sus familiares. Cedida

Llama la atención la reiteración de la supuesta conducta maltratadora de Felipe, y de sus tres hermanos, sobre su padre, a pesar de que su madre, Rosario, siempre los conminó a amueblar su cabeza con estudios superiores para ser funcionarios o situarse en un puesto top dentro del mercado laboral.

De hecho, Felipe, de 35 años, hacía unas semanas que había aprobado una oposición de técnico de Hacienda; siguiendo los pasos de su madre; su hermano, José, de 27 años, también aprobó en Hacienda; Jesús, de 31 años, es arquitecto, y Rosario, de 29 años, trabaja en un centro de salud de Orihuela tras terminar dos carreras: Enfermería y Medicina.

La esposa de Felipe era una mujer que tenía carácter”, según su antigua familia política. Algo heredado por su hijo mayor, para tener la fuerza de voluntad de “estudiar sin descanso” hasta aprobar una oposición tan complicada como la de Hacienda, pero también para prender los ánimos de sus tres hermanos. Así lo demuestra el vídeo que figura en este reportaje y donde Felipe junior es el único que insulta a sus familiares y da palmetazos rabiosos hasta que se produce una agresión.

Este episodio ocurrido en 2019 en la Gran Vía de La Manga, en la casa de verano de José, hermano del difunto Felipe, y a la sazón, tío de sus hijos, se saldó con una denuncia de José ante la Guardia Civil, donde acusaba a sus sobrinos de un delito de lesiones leves. El presunto acoso a Felipe y a su familia no tenía sentido porque este comerciante les cedió todo a sus cuatro hijos y a su mujer, Rosario, sin haber llegado a cerrar el trámite del divorcio. Es decir, de motu proprio, sin imposición legal.

Cuando Felipe junior solo tenía 14 años, tanto él como dos de sus hermanos, ya tenían una parte de la Sociedad Jopichusa, mientras que el resto era para su madre: Rosario. En esa sociedad hay un edificio de dos plantas, cuyo bajo alberga la tienda Tejidos Hernández, fundada en 1948 por el padre de Felipe, pero también incluye dos locales en la calle San Vicente de Molina de Segura; un solar urbanizable; un local en la calle Mayor; un piso con garaje en el paseo de los Rosales; un local en la calle Triunfo y dos plazas de garaje en el Edificio Royca.

El escaparate de Tejidos Hernández en Molina de Segura, este martes, precintado por la Policía Nacional y con velas en recuerdo del difunto Felipe. Badía

Para Felipe junior no era suficiente y por extensión, tampoco para sus hermanos, ya que la Sociedad Jopichusa denunció por estafa a su padre, justo el hombre que les cedió un patrimonio valorado en un pastizal y que en parte fue fruto de su trabajo, así como de lo que heredó de sus padres: Dolores y José, fundador de Tejidos Hernández, constructor del Edificio Doyca con 50 plazas de aparcamiento, de las que 13 las repartió en propiedad entre sus cuatro hijos.

Un auto de la Fiscalía decretó el "archivo" de esa demanda por estafa de Felipe junior y cía, después de hacer pasar el trago a su padre de prestar declaración como investigado en un juzgado de Molina de Segura, bajo la representación legal de Consolación Hernández. El 5 de mayo de 2022, al pobre Felipe Hernández Medina le leyeron sus derechos y declaró esto:

"Esta denuncia es un ataque de mis hijos porque no paran de acosarme desde que me separé de mi mujer porque ella me echó [de casa] y me fui con una mano delante y otra detrás, al domicilio de mi madre, aunque sigo casado. Mis hijos quieren que me muera, quieren hundirme, me odian. Están envenenados por mi mujer”.

El archivo de la demanda permitió a Felipe seguir alquilando dos plazas de garaje del Edificio Doyca, heredadas de sus padres, pero que figuraban en la Sociedad Jopichusa. De modo que ingresaba 50 euros mensuales por cada una, pero a sus hijos les tocaba pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles. Estas dos plazas podrían haber sido el detonante de este parricidio que ha estremecido a los vecinos de Molina de Segura que apreciaban a este comerciante, de 65 años, como defensor del tejido comercial y azote de los políticos del pueblo, mediante sus cuentas de X y Facebook.

Este viernes, Toñi, la actual pareja de Felipe, su pilar en los últimos ocho años para no ahogarse en el maltrato de sus hijos, denunciados una decena de veces por agresiones, amenazas o robos, y para los que pidió sin éxito tres órdenes de alejamiento, se topó con Felipe junior merodeando por las famosas plazas de aparcamiento. Tal extremo es corroborado por Consolación Hernández: la abogada de este comerciante hasta ese día: "Felipe me llamó asustado al despacho".

Toñi, este martes, contemplando desolada el retrato de su difunta pareja, Felipe.

- ¿Qué le dijo un día antes de morir a manos supuestamente de su primogénito?

- Consolación Hernández: Me contó que los hijos estuvieron merodeando por su tienda. También me dijo que los inquilinos de las plazas de aparcamiento le habían dicho que su hijo les estuvo pidiendo que no le pagasen la mensualidad a su padre porque esas plazas eran suyas. Desde luego, con ese dinero de los aparcamientos [100 euros al mes], Felipe no se iba a hacer rico.

El truculento final de la historia ya se conoce. Este sábado por la mañana, Felipe y Rosario entraron a la tienda, supuestamente discutieron airadamente con su padre por las plazas de aparcamiento, entre otros bienes patrimoniales. Después, su primogénito le pegó, su hija que es médico no le reanimó, y este comerciante murió en la calle pidiendo auxilio, mientras su amada Toñi esperaba a que regresara de trabajar para irse juntos de ruta en la moto que ella le regaló por amor.

- ¿Por qué su cliente no logró ni una orden de alejamiento contra sus hijos?

- En los diez años que le representé por las denuncias que formuló contra sus hijos, Felipe vivió con auténtico pavor y con mucho dolor, al verse constante amenazado por sus propios hijos. El acoso era constante, unas veces era los cuatro, otras solo uno o dos de ellos...

Creo que no se le daba importancia en el juzgado porque consideraba que eran discusiones familiares y aplicaba la excusa absolutoria de parentesco, del artículo 268 del Código Penal, que exige no criminalizar actos en el seno familiar para no perjudicar la reconciliación. Pero a veces, por una tontuna se le concede una orden a una mujer que denuncia. Ahora toca hacer Justicia para una gran persona como Felipe.