"Nadie me ha escuchado. Cuando estaba en Italia hablando con profesionales tenía que decir lo que me dijera mi padre porque si decía algo malo de él me amenazaba de muerte".
Este es el aterrador relato que este martes hizo Daniel, el hijo menor de Juana Rivas, de 11 años, durante la entrega fallida a su padre, Francesco Arcuri, en el Punto de Encuentro Familiar (PEF) de Granada, según el informe que dos técnicas allí presentes remitieron al juzgado responsable del caso y al que ha accedido en exclusiva EL ESPAÑOL.
El enorme revuelo mediático y los momentos de tensión vividos en el punto de encuentro familiar obligaron al Juzgado de Primera Instancia 3 de Granada a aplazar a este viernes la entrega del hijo menor de Juana Rivas con la orden de que tenga lugar en condiciones de privacidad y seguridad.
El informe de las dos técnicas presentes en el primer intento de entrega del menor, que tuvo lugar el martes, relatan en su informe una descripción detallada sobre lo que ocurrió esa mañana en el PEF.
Francesco Arcuri llegó a las instalaciones poco antes de las 9:30 horas, media hora antes del horario establecido para la entrega de Daniel, acompañado de una psicóloga y de sus abogados.
El Equipo Técnico explicó al progenitor el protocolo y el plan de intervención que se iba a seguir. El progenitor se quedaba junto a la psicóloga, en una ludoteca, a la espera de la llegada de su hijo pequeño.
Una hora y media después, dos minutos antes de las once, hora límite para la entrega, llega la madre, Juana Rivas, acompañada de su abogado y de su "asesora jurídica", Paqui Granados, directora del Centro de la Mujer de Maracena. Pero ni rastro de Daniel.
Las técnicas le preguntan dónde está el niño. "No lo sé, venía detrás nuestra, se habrá quedado atrapado entre la prensa”, respondió Rivas. Entonces se le explica que el menor debe entrar a las dependencias para que puedan intervenir con él.
"Juana ya ha cumplido porque ha venido", interrumpe Paqui Granados. Las técnicas le explican que el que tiene que entrar es el menor, pero Juana Rivas señala que el niño, a las puertas del PEF abrazado a su hermano Gabriel (19 años), no quiere entrar.
En ese momento, Juana Rivas comenzó a sentirse mal. “Se muestra nerviosa, refiriendo no poder respirar”, tal y como refleja el informe. Su abogado alerta al 112 y se tiene que movilizar una ambulancia. Quince minutos después, la madre abandona el lugar en la ambulancia, a la que llega por su propio pie, aunque con un estado visiblemente malo.
Llegada de Juana Rivas al Punto de Entrega Familiar el pasado martes.
“La madre se encuentra mal de salud, tenía una operación en el día de hoy y ha tenido que aplazarla por acudir a entregar al menor”, tal y como aclara el letrado de Juana Rivas.
Pasados veinte minutos, Daniel accede a las dependencias acompañado de su hermano y una psicóloga perteneciente a la Asociación Damos La Cara. Las técnicas les explican que deben realizar una intervención con Daniel a solas en la ludoteca, a lo que se niegan tanto Gabriel como la propia psicóloga -excediéndose de su cometido-.
Finalmente, las técnicas consiguen quedarse con Daniel en la ludoteca bajo la condición de que esté acompañado de su hermano mayor. La psicóloga se marcha y el pequeño empieza a verbalizar sus sentimientos, los cuales demuestran que es la única víctima de esta historia.
"Nadie me ha escuchado"
Daniel, visiblemente nervioso, relata a las técnicas que "tiene miedo" y que "no se quiere ir con su padre" a Italia. "No pueden dejarme con mi maltratador, como vuelva me va a matar. En Italia lloraba todos los días, mi padre me pegaba, tenía pesadillas, me hacía pipí de miedo y mi padre me restregaba por el pipí", denuncia.
Tras esas afirmaciones, su hermano mayor asegura que él ha vivido situaciones similares, que sabe las agresiones que le está haciendo a su hermano porque a él también se las hacía.
En ese momento, las técnicas proponen a los hermanos que acceda a la sala Francesco Arcuri para que Daniel le exponga cómo se siente, ante lo que el menor comienza a gritar: "¡No quiero verlo!"
Gabriel pregunta cómo pueden hacer esa propuesta: "¿Cómo va a querer una víctima como mi hermano que entre a verlo su maltratador?"
Paqui Granados abrazando a Juana Rivas el pasado martes durante el intento de entrega de Daniel.
La reacción nerviosa de los hermanos provoca que un miembro del equipo técnico se dirija a la sala donde espera Arcuri para exponerle el panorama.
Durante aproximadamente una hora, se realiza una intervención con los dos hijos de Juana Rivas, tratando de facilitar el proceso para la entrega de Daniel, empleando las estrategias necesarias para que sea lo más adaptativo posible para éste. Pero ambos mantienen su negativa, incluso reiteran su relato sobre las supuestas agresiones vividas con su progenitor.
Gabriel, en diversas ocasiones, afirma que no va a permitir que se lleven a su hermano, que va a hacer todo lo posible porque quiere que tenga una infancia normal como la que él no pudo tener: "Daniel prefería ir al colegio antes que estar en casa con su padre por todo lo que le hacía".
Por su parte, el menor asegura que su progenitor “no me dejaba decidir nada, no podía tener contacto con nadie”, incluso denuncia que “nadie me ha escuchado” y que “cuando hablaba con los profesionales en Italia tenía que decir lo que su padre le decía que dijera”.
Daniel respira agitado
El menor llegar a acusar a los servicios sociales italianos de mantener una amistad con Francesco Arcuri: “Hacen los informes que él les pide”. Gabriel, por su parte, reitera que “no va a permitir que se lleven a su hermano” a Italia. De hecho, se ha querellado contra su padre.
Tras varios minutos de silencio, Daniel comienza a respirar de manera agitada y manifiesta que se quiere ir a su casa y que llamen a una ambulancia porque se siente "mal". Una de las psicólogas se acerca para tratar de tranquilizar a este niño, de solo 11 años, pero este la rechaza y comienza a gritar: "¡Ayuda, ayuda, ayuda!"
También exige que entre un policía a la sala. Un agente accede a la ludoteca para tratar de mediar en la situación, interviniendo junto a las técnicas. Minutos después, logran que Gabriel colabore y les deje a solas con el menor quedándose en el pasillo junto a la puerta, acompañado de la psicóloga con la que llegó su madre.
El cambio de actitud de Daniel
Ya por fin a solas con Daniel, las técnicas logran generar un ambiente de confianza con el pequeño con preguntas como su equipo de fútbol favorito o de sus amigos en Italia. Es entonces cuando las profesionales aprovechan para indicarle que debe marcharse junto a su padre. Algo a lo que accede mostrándose tranquilo, aunque solicitando hablar antes con Gabriel.
Las técnicas le aseguran que podrá despedirse de su hermano antes de irse, pero que se va a invitar a Arcuri a acceder a la ludoteca. Esto provoca la brusca irrupción de Gabriel dentro de la sala, desobedeciendo las indicaciones, lo que causa un cambio en la conducta de Daniel. Tanto es así que empieza a exigir irse con su hermano y no con su padre.
Finalmente, las técnicas logran que Gabriel salga de la sala, pero la actitud de Daniel sigue siendo "hermética", reiterando que no se quiere ir con su padre: "Tengo miedo". "Me va a matar".
Ante la imposibilidad de llevar a cabo la entrega, se le propone a Daniel que su padre acceda para saludarlo, indicando en un primer momento que no, si bien, finalmente acepta, solicitando que su padre mantenga una distancia física durante el encuentro.
Cuando el padre está a punto de entrar en la ludoteca, la psicóloga de los menores, que también está dentro, “eleva el teléfono” para grabar y las técnicas “le recuerdan la prohibición de realizar grabaciones dentro de las dependencias”. Las técnicas piden entonces a la psicóloga y a Gabriel que salgan mientras ocurre el reencuentro, lo que no es posible.
El reencuentro con Arcuri
Finalmente, estos permanecen a la espera en una sala y Francesco accede a la ludoteca con el menor y el equipo técnico. El niño lo recibe serio y evitando el contacto visual, aunque permanece tranquilo.
"El padre lo saluda de manera verbal y afectuosa, no recibiendo respuesta por parte del menor. El progenitor le explica que no está enfadado con él y que podrán hablar las cosas en casa. Ante la falta de respuesta del menor, Arcuri se acerca y comienza a rememorar momentos compartidos por ambos en Italia, enseñándole fotos y videos", tal y como refleja el informe al que ha accedido este diario.
"El menor en un principio trata de evitar verlos, si bien, finalmente observa lo que va enseñando su padre, recordando que tiene un gato en casa de su padre, que le gustaría verlo, así como un barco con el que iba a pescar con sus amigos".
Francesco Arcuri, a su llegada al Punto de Encuentro Familiar de Granada el pasado martes.
Daniel le dice a la técnica que se quiere ir a su casa, pero se le indica que antes exponga lo que siente hacia su padre y el niño "se niega a mantener la mirada" con Francesco Arcuri.
"El padre se agacha, posicionándose a su altura del menor y trata de acariciarlo, pero aunque el niño se niega en un primer momento, su padre sigue rememorando momentos de la vida del menor en Italia. Finalmente, el progenitor solicita a su hijo poder acercarse y éste acepta el contacto físico, dejándose acariciar y abrazar".
"Durante el encuentro, Daniel se muestra tranquilo, no alterando la conducta y mostrándose más cercano con el progenitor conforme pasaban los minutos", relatan las técnicas en su informe.
El padre vuelve a “acariciarlo" y le solicita a Daniel que "se marche con él". Pero el menor "se niega, si bien, acepta las caricias, acercándose para abrazarlo cuando el progenitor se lo pide antes de abandonar la ludoteca”. Gabriel entra entonces en la ludoteca y abraza a Daniel.
Arcuri, alrededor de las dos y cuarto de la tarde de este martes, abandonaba el Punto de Encuentro, mientras Francisca Granados entraba a recoger a un niño cuya infancia está marcada por la batalla legal de sus padres, trufada con violencia de género y demandas mutuas.