En ese universo creado hace cinco décadas, las palabras han sido las guías para que Emma Suárez no zozobre. En los últimos meses, Carmen Martín Gaite es quien le está pavimentando su norte con El cuarto de atrás, que representa en el marco del Grec en el teatro Goya de Barcelona junto a dos monstruos escénicos, Alberto Iglesias y Nora Hernández. En definitiva, son un imperdible.
Pero en el pasado también se ha sumergido con Antonio Gala, Eugene O’Neill o Antón Chéjov. La lectura sigue siendo su salvación. Ha tardado una década en subirse a los escenarios, pero ha merecido la pena.
Ha estado liada con un sinfín de películas y series de televisión que le han hecho mejor actriz porque, al fin y al cabo, de eso se trata, de seguir aprendiendo. Y se lo han reconocido.
De ocho nominaciones a los Goya ha ganado tres, "los sigo teniendo en casa, al igual que todos los otros galardones que me recuerdan el trabajo, la dedicación, la pasión y el valor de la industria y el público", admite a EL ESPAÑOL.
Emma Suárez, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.
También posee tres premios Sant Jordi, dos Fotogramas de Plata, dos Medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos y como no podía ser menos, la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes.
Hay muchos más, pero la intérprete madrileña, posando la mano sobre su pecho, confiesa que "el premio es caminar por la calle y que la gente te salude, te felicite y que sientas ese cariño. Y luego hay una cosa muy bonita, yo soy madre, ¿sabes?, y poder entregarles a mis hijos esos momentos y compartirlos con ellos es algo que me llena de orgullo", admite.
También ha tenido la suerte de trabajar con grandes nombres de Hollywood como Rod Taylor, Britt Ekland o Willem Dafoe, con quien acaba de rodar The Birthday Party. Emma Suárez atraviesa un momento muy dulce. Y se nota.
Emma Suárez posa para EL ESPAÑOL.
Pregunta.— ¿Cuándo fue consciente de que era popular?
Respuesta.—Empecé a trabajar con 14 años. La primera vez que hice algo de televisión fue un dramático que se llamaba El próximo verano, con Héctor Alterio dirigida por Paco Abad. Lo pasaron un domingo en televisión y recuerdo que al día siguiente cogí el metro y, al entrar, todo el mundo me miraba.
Ahí fui consciente de lo que significaba la televisión, el poder increíble que tiene. Como empecé tan joven, la popularidad ha sido una amiga, una especie de compañera que ha estado siempre ahí y con la que en ciertas ocasiones me he llevado mejor o peor.
He convivido con esta popularidad y creo que he aprendido finalmente a manejarla porque he encontrado los lugares comunes. Y eso está muy bien porque significa, sobre todo, que estás trabajando, la gente ve tus películas, te reconoce y al hacerlo, significa que, en un momento, en un instante, se ha fijado en ti.
Emma Suárez.
P.— Ahora el poder más activo es el de internet.
R.— No soy muy de redes sociales porque al final son relaciones virtuales. Me da la sensación de que alimenta mucho el ego. No sé si me equivoco. El hecho de colgar constantemente una foto de ti mismo es darle prioridad a una imagen de ti mismo y tenemos que trabajar más nuestro interior.
P.— Y cuando ese ego va acompañado de una marca determinada se dispara, ¿no cree?
R.— Es una trampa. Hay que tener mucho cuidado. También estamos en una sociedad materialista, capitalista, y las marcas venden sus productos a través de la imagen de los actores. Hay una serie de intereses y eso me da un poco de miedo. Soy muy prudente en este sentido.
P.— ¿En qué medida los actores de hoy en día necesitan a la prensa o ya con las redes pensáis que es suficiente?
R.— No creo que sea una cuestión de necesitarnos, tiene que ver con compartir, comunicar lo que hacemos para mostrarlo. De la misma manera que la prensa necesita lectores, nosotros también os necesitamos para darnos voz.
Y las redes bueno, eso es otra cosa que pertenece al individuo, yo no soy muy de las redes, lo único que tengo es Instagram y trato de meterme lo menos posible. (Pensativa) No soy muy instagramera. ¡Te quita mucho tiempo! ¿Cuánta gente ha dejado de leer libros por estas vainas de las redes? Estamos muy enganchados.
Emma Suárez conversa con el periodista.
P.— Un estudio reciente afirmaba que el uso de redes sociales por parte de los adolescentes ha subido unas tres horas y media semanales.
R.— Eso es terrible, tremendo. Es un diablo que se ha colado por las rendijas en la juventud y adolescentes. Cuando estás comiendo en un restaurante y ves a niños de 4 o 5 con el Ipad…
P.— ¿Dónde sitúa el punto de exhibición y el de voyeur?
R.— Siempre he sido bastante discreta con mi intimidad. Por una cuestión de pudor, es algo instintivo y también de timidez. Sinceramente no soy una persona a la que le guste mostrarse demasiado en público.
Me sigue dando vergüenza hasta que me suelto, incluso hablar en público, es curioso. Y cuando salgo a un escenario no puedo pensar que hay 600 personas en el patio de butacas porque si lo hiciera, saldría corriendo.
Forma parte del vértigo y de la concentración que necesitas para conectar con tu interior, para poder salir al escenario e interpretar un personaje. De otra manera, no saldrías. Para eso sirve mucho el yoga (sonríe).
Detalle de las manos de Emma Suárez, durante la entrevista.
P.— ¿Siente que es un referente?
R.— Sinceramente, no. No me siento un referente. Es muy difícil para un actor sentirse así. Este es un trabajo que se va haciendo cada día, empiezas de nuevo cada vez, tienes ese vértigo, sientes que te faltan elementos y siempre estás aprendiendo.
Además, este oficio es también un territorio muy inestable e inseguro porque nunca sabes si seguirás trabajando el año que viene. Y que te lo diga yo que llevo tantos años… La inestabilidad y la incertidumbre forman parte de este oficio.
Uno aprende a vivir así, a no tener planes, yo no puedo sacarme una entrada a un concierto para dentro de un año. No sé lo que va a ser de mi vida, pero he aprendido a convivir. Contradiciendo todo esto, también te digo que no podría realizar un trabajo en el que supiera que el año que viene voy a estar haciendo lo mismo que este, o que el horario es el mismo.
Estoy tan acostumbrada a cambiar de lugares, de personas, de encuentros, países…. Mira, ahora mismo me acabo de mudar de casa, estoy más tiempo fuera que dentro, en Barcelona estoy viviendo en un apartamento y esta mañana me decía: "La verdad es que uno va haciendo el lugar en el que está según estás". Así se encuentra la paz interior. Estamos acostumbrados a mudar de piel y de espacio constantemente.
Emma Suárez.
P.— Desde que se creó el star system en Hollywood, los actores se convirtieron en mercancías porque formaban parte de una maquinaria de producción. Sin embargo, usted siempre se ha resistido a convertirse en mercancía desde un punto de vista publicitario, que su cara se asocie a una determinada marca. No sé si le han llegado a ofrecer algún contrato para promocionar algo.
R.— Bueno, vivo de esto, y lógicamente necesito tener inversiones y trabajar para poder mantener a mi familia. Lo más difícil de este trabajo es elegir, porque al hacerlo, se convierte en algo determinante.
En la vida, en general, tomar decisiones es lo más complicado ya que de alguna manera es donde estás siendo tú mismo. Van a determinar tu vida. Yo intento ser bastante coherente con quien trato de ser, esto a veces me supone darles muchas vueltas a las cosas, me ponen en encrucijadas morales, y a veces he tenido la suerte de que las cosas salen como tienen que salir.
Pero ojo, tampoco soy yo tan importante, no soy yo quién decide a veces las cosas, las situaciones se resuelven y se deciden por sí mismas. También es verdad que detrás de esto hay poderes, energías que influyen y que tú puedes alimentar, insistir o presionar.
En ese sentido saldrá una cosa u otra, pero la verdad es que trato de ser bastante coherente con mi manera de ser. En ese sentido, si haces un anuncio que a ti te gusta y crees que está bien, es algo honesto porque es algo en lo que realmente crees. No te estás engañando a ti mismo y, por tanto, no te estás engañando a nadie. Trato de ser coherente, pero no es fácil.
P.— Después de cinco décadas de trabajo, ¿le han comunicado en algún momento con aquella adolescente que empezaba, que no tenía vocación y que la encontró a medida que fue interpretando?
R.— (Sonríe). Esa niña sigue en mí. Gracias a ella sigo jugando. Es imprescindible para un actor porque a ese niño le rescatas cada vez que sales al escenario o interpretas personaje ya que es el alma mater del juego y de la transformación.
Emma Suárez, entrevistada por EL ESPAÑOL.
P.— ¿Dónde radica el poder del reconocimiento?
R.— El reconocimiento es algo que pasa, es efímero, son momentos de agradecimiento y lo disfrutas. Pero soy consciente, porque ya llevo unos años en esto, que no siempre es así. Por ello, eso hace que también lo valore mucho más. ¿Poder? Hay mucho esfuerzo, trabajo, muchos momentos duros detrás.
P.— ¿Qué es para usted la fama o la celebridad?
R.— ¡Hay tantos grados de fama! Yo prefiero pensar que soy popular, que viene del pueblo. Me gusta más pensar así porque significa ser alguien cercano y accesible a la gente de la calle.
P.— ¿Por qué ha tardado tanto en volver a subirse a los escenarios?
R.— Estaba comprometida con proyectos de cine y televisión muy interesantes. Han sido películas muy importantes como Julieta, La consagración de la primavera, Desmontando un elefante, La ternura…
P.— Ni tiempo para coger vacaciones.
R.— No, la verdad que no. Afortunadamente tengo un trabajo que me gusta y ya sabes que es muy inestable. Cuando hay trabajo a los actores nos cuesta muchísimo rechazarlo, pero feliz porque son propuestas maravillosas, magníficas y muy atractivas.
Cuando termine la temporada en el Festival Grec en el teatro Goya de Barcelona iré al Festival de Locarno para presentar The Birthday Party que grabamos el año pasado en Grecia con Willem Dafoe.
P.— Vaya, con su crush de hace años. Ha cumplido su sueño de trabajar con él.
R.— Siempre ha sido uno de mis intérpretes favoritos. Es un actor maravilloso, una persona muy divertida y todo el equipo hemos disfrutado muchísimo. A Willem le gustó mucho el personaje cuando le dieron el guion y quiso participar.
Hacemos de marido y mujer (sonríe). El director es Miguel Ángel Giménez, con el que ya trabajé en Grecia con Una ventana al mar. Después empezaré el rodaje de Hermanas de Ione Hernandez donde comparto pantalla con Elena Anaya. La agenda está completita y el año que viene ya veremos. Salud y mucha fuerza (risitas).
Emma Suárez conversa con el periodista.
P.— ¿Cómo definirías el universo Gaitiano?
R.— ¡Ufff, es que es inabarcable! Carmen es una mujer que surge como escritora en un mundo muy de hombres, es una chica de provincias de Salamanca que miguita a miguita va convirtiéndose en una gran escritora.
¿Cómo lo definiría? Me parece una mujer muy inteligente, muy fuerte, con muchísimo poder y sentido del humor, muy creativa, muy renacentista por abarcar muchos elementos a la vez, también muy actriz, cantante, poeta. Era muy social, pero muy misteriosa.
Quizá la palabra misterio sería buena para definirla porque te permite jugar. Vivió también un dolor muy fuerte como fue la pérdida de una hija y nunca se permitió hablar de eso. Era algo absolutamente íntimo y eso me pareció muy conmovedor.
Ella iba a los teatros, hacía recitales con Paco Pérez, cantaba…. En su libro De viva voz: Conferencias, con edición de José Teruel, habla de El cuarto de atrás como una de las obras más teatrales por esa cuestión de la fantasía.
P.— ¿Qué te ha supuesto interpretar a C?
R.— Hacer este personaje me ha servido para ese reencuentro con Carmen Martín Gaite, y aunque esté la excusa del centenario, me ha servido para sumergirme en su obra como Los cuadernos de todo, Retahílas, Ritmo lento, El cuento de nunca acabar, Los usos amorosos de la posguerra…
Hay tanta obra de esta mujer y luego las conferencias, ensayos, hay muchísimo. Siempre tengo al lado de mi mesilla algún libro de ella. Es una personalidad, una luz.
Emma Suárez, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.
P.— Al mirar tu filmografía uno puede pensar qué suertuda por haber empezado con la realeza del cine como Héctor Alterio, Fernando Rey, Paco Rabal, Irene Gutiérrez Caba, Encarna Paso… Pero también hay mucho esfuerzo, ¿no?
R.— Son ambas cosas. Todos los que has nombrado han sido mis maestros. No soy una actriz preparada en una escuela, empecé en el cine con 14 años y he tenido la suerte de tener esos referentes magníficos.
Son los que me han enseñado cómo comportarme en un set y en el teatro recuerdo sentarme entre cajas para ver a Irene Gutiérrez Caba y Encarna Paso. Fíjate que en mi primera película, Memorias de Leticia Valle, estaban con Fernando Rey, Héctor Alterio o Queta Claver.
Ya nos quedan pocos de los de entonces, José Sacristán, Esperanza Roy… que no está en activo, pero la vi el otro día en una fotografía donde estaba maravillosa. Me encantaría reencontrarme con ella.
P.— ¿Se creaba un buen ambiente entre esos grandes maestros y los que empezaban en la profesión? ¿Estaban encantados de explicarles sus historias y vosotros dispuestos a escucharlas?
R.— No te creas que eran maestros de explicar. Eran maestros de ser. No venían con el libro de instrucciones, tú te convertías en un observador, en un oyente, la función de cada día se convertía en una lección, en una clase maestra.
Eran personas con una humildad sobresaliente y no se permitían la pedantería de enseñarte, aconsejarte o asesorarte. No eran así. Eran muy discretos y te decían que eso pertenecía a la labor del director.
De hecho, a mí me llamaba la atención que fuera así porque muchas veces, siendo tan niña y con tanta inseguridad, preguntabas, y sí recuerdo que, con toda la amabilidad y cariño, aquellos grandes me decían “coméntaselo mejor al director”. Eso me llamaba muchísimo la atención.
Emma Suárez.
P.— Justamente, eres una actriz muy de directores, mantienes un vínculo especial con ellos. De hecho, eres muy amiga de Jaime Chávarri.
R.— ¡Es que Jaime… le quiero tanto! La visión del director es muy importante porque es el que va a crear de una forma global el proyecto. Su mirada tiene que ver con el tono y el resultado final de la composición que vamos a crear. Yo me siento un vehículo, una nota musical dentro de esa melodía que va a crear el director.
Primero admiro y respeto muchísimo desde el primer momento a los directores y directoras con los que trabajo, me siento a escucharlos, participamos de ese algo y, en este caso en concreto, con El cuarto de atrás, la labor con Raquel Camacho ha sido un delirio de fantasía, ha habido muy buena química al igual que con María Folguera (adaptación).
Y todos esos miedos e inseguridades que arrastraba, que lógicamente aparecen después de tanto tiempo sin hacer teatro, gracias a un viaje tan divertido, lúdico, creativo, con tanta complicidad entre nosotros, desaparecieron por arte de magia y se convirtieron en elementos para jugar.
P.— Pilar Miró, Isabel Coixet y Gracia Querejeta han sido y son tres grandes mujeres directoras en tu vida. ¿Qué han significado para ti?
R.— Pilar ha sido fundamental, no solo como directora, sino como mujer, como persona comprometida, leal, honesta, íntegra y con unos valores muy auténticos. Era una maestra de vida.
Con Isabel hicimos juntas su primera película (Demasiado viejo para morir joven), es alguien que siempre ha sabido lo que quería y ha luchado por ello, es apasionada y muy lúdica. Está en París y no pudo venir al estreno de la obra.
Y Gracia es una mujer muy fuerte e inteligente con la que me gustaría volver a trabajar. También muy auténtica. Son tres referentes muy importantes para mí. Tres mujeres ejemplares.
P.— Leí en una de sus entrevistas que en el caso de una mujer actriz el hecho de que volviera a trabajar dependía de si su última película había sido éxito o fracaso…
R.— Bueno, no es tan así…
La actriz, Emma Suárez.
P.— Ok. También se ha comentado en multitud de ocasiones que muchas de sus compañeras no encuentran papeles pasados los 40 o 50 años…
R.— Es que eso es tan relativo. Es verdad que ahora hay más directoras, guionistas y quizá se escribe más sobre nosotras. Digamos que la industria ha reconocido que hay personajes interesantes a cualquier edad.
Lo que importa es que estén bien escritos e interpretados. Hay actrices, guionistas y directoras para hacerlo. Y también hay espectadores. Hace años iba al cine a la sesión de las cuatro y muchas veces la sala estaba llena de mujeres de 40 y 50. Y todavía sucede.
Afortunadamente la industria reconoce que esto está transformándose y ya no es solamente Pedro Almodóvar el que escribe personajes para mujeres. Hay actrices fantásticas como Carmen Machi.
P.— No sé hasta qué punto esa inestabilidad unida a lo impredecible ha llegado a provocar algún tipo de crisis de identidad.
R.— ¿Crisis de identidad? Eso lo tenemos todos. No tiene mucho que ver con el trabajo al que te dedicas, al contrario, quizás el trabajo de un actor te ayuda a conectar de forma instintiva con una identidad porque interpretas personajes, estás en constante búsqueda de una identidad.
