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Un bastón y un sombrero de paja. Cruje la maleza reseca, el viento sopla a 32 grados y las chicharras estridulan desatadas. Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo (Llodio, Álava, 30 de septiembre de 1939), XII marqués de Valdueza, camina por el encinar de su finca Perales de Valdueza, en Mérida, Badajoz. En otro momento estaría armado con su rifle calibre 270 Winchester Short Magnum. No obstante, hoy ha sido la prensa, no la perdiz ni el corzo, la que lo ha sacado de su aguardo.

El marqués, además de noble y banquero, es cazador, ganadero y empresario productor de vinos, aceites, vinagres y mieles. También es un terrateniente con miles de hectáreas en su poder. Por ser es hasta amigo del rey Juan Carlos. Del Emérito fue, y sigue siendo, uno de sus grandes camaradas.

Su amistad, rememora el aristócrata mientras se abanica el rostro con las alas del sombrero, comenzó en 1948, cuando el entonces príncipe, que no había pisado España, se convirtió en su compañero de pupitre en la madrileña finca de Las Jarillas, una residencia de recreo y caza –reconvertida en centro de estudios temporal bajo el régimen franquista– perteneciente al tío del entrevistado, Alfonso de Urquijo.

Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo, XII marqués de Valdueza, durante la entrevista con EL ESPAÑOL. Nieves Díaz E. E.

"Estudiamos juntos el Bachillerato. En Las Jarillas estuvimos un año. Después, nos fuimos a San Sebastián, al palacio de Miramar, donde estuvimos otros cuatro o cinco. El príncipe Juan Carlos y yo éramos parte de un grupo muy reducido de estudiantes. Fue una experiencia muy positiva para todos".

Su relación se forjó en los pupitres, creció en los entrenamientos deportivos de Miramar –"jugábamos mucho al fútbol y hasta montamos un equipo de hockey sobre patines"– y se consolidó en el campo en aquellas largas mañanas de montería empuñando escopetas de perrillo de calibre 28.

"Mi padre fue su profesor en la finca El Castañar, en Mazarambroz, donde hoy reside el duque de Pastrana. Allí Juan Carlos cazó su primer jabalí. Después, ya más mayores, hemos cazado juntos muchas veces".

PREGUNTA.– ¿Hay alguna anécdota que recuerde de aquellas jornadas de rececho?

RESPUESTA.– Sobre todo, su amor propio tirando perdices. Cuando fallaba... se cabreaba mucho.

El marqués, que ya suma 85 años, echa una risotada antes de volver a poner el semblante serio. "¿Sabes? Nadie le prohíbe venir. Mira las regatas. Si no lo hace más es porque cree que es mejor mantener esa postura. Nosotros, sin embargo, procuramos mantener la relación de amistad. Pero está lejos. La última vez que comimos fue hace un año".

Hace un parón y vuelve a colocarse sobre su pelo gris, echado hacia atrás, su panamá color crema. "A mí me molesta este exilio. Es tremendamente injusto. No hay motivo para ello. Si vuelve, tendrá que pedir unas condiciones y que estas se cumplan. Por ejemplo, saber dónde va a vivir. El problema es que, con el gobierno actual, no veo fácil su retorno. Es un tema muy delicado".

Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo, XII marqués de Valdueza. Nieves Díaz E. E.

Ganadero, agricultor y noble

A lo largo de su carrera, Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo ha conjugado su incursión en el mundo financiero-bancario –controló las inversiones industriales del Banco Urquijo y posteriormente trajo a España el banco británico Schroders– con su pasión por la agricultura, la ganadería y la caza.

Más allá de sus vinculaciones con la realeza y de ser titular de un marquesado con siglos de historia, es uno de los criadores destacados de ganado vacuno trashumante de raza avileña-negra ibérica, indicación geográfica protegida (IGP), de cuya Asociación de Criadores es presidente.

Entre 1985 y 1992 lideró la Federación Española de Asociaciones de Ganado Selecto, de la cual es vicepresidente, y entre 1999 y 2025 fue presidente de la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza.

"La caza es algo que he vivido desde que tengo uso de razón. Mi primer bicho lo tiré con nueve años y una escopeta de 20 milímetros. Quizás era una lagartija, no lo recuerdo. Luego, mi padre [Alfonso Álvarez de Toledo y Cabeza de Vaca] me puso entre manos un calibre 28 de perrillos. Fue él quien me enseñó a manejar un arma y el peligro que eso conllevaba. Con nueve años ya estaba cazando conejos. A esa edad lo acompañé a Gredos, a los riscos de Villarejo, a cazar cabras montesas. Es uno de mis grandes recuerdos de la infancia".

El marqués de Valdueza camina por un encinar. Nieves Díaz E. E.

P.– ¿Cómo ha cambiado la caza? Hoy es casi un estigma para ciertos sectores.

R.– Ha evolucionado conforme lo ha hecho España. Que existan mejores comunicaciones logra que inevitablemente se pueda cazar en todos lados. No obstante, la despoblación del campo lo ha dañado. Antes, en todos los pueblos había cazadores. También estaba el conejo, pieza fundamental, base de la caza española, pero con la mixomatosis se vino abajo. Todo ha cambiado. Recuerdo que en Ávila, donde hoy casi no tenemos perdices, antes podíamos dar un ojeo y matar a ciento y pico. Eso, sumado a las políticas desconocedoras de lo que es el campo...

P.– ¿Se refiere a los movimientos contrarios a la caza?

R.– Sí. La anticaza es fruto del desconocimiento de lo que es la caza ética. Es una caza que no esquilma las piezas, sino que las mantiene. Mira el caso del lobo. Se extinguió de Ávila en los años 60. Cuando se dejó de cazar por los límites naturales, el lobo fue aumentando, pasó el Duero y hoy es donde más daño está causando. 1.600 cabezas anuales. En Ávila tenemos una reserva de caza de cabra montesa. En los dos primeros años aparecieron machos viejos muertos. Unos doscientos. Al valor de hace unos años son tres millones de euros.

P.– ¿Qué política aplicaría para salvar al campo?

R.– No lo sé, pero alguna que consiga rentabilizarlo, porque de lo contrario tiene mal futuro. Justo hace unas horas leía un artículo que explicaba que el cultivo del cereal en España ya no es rentable. Y, si no es rentable, la gente no seguirá cultivándolo y se irá de los pueblos. Lo mismo pasa con la ganadería. La PAC debe evolucionar favorablemente si queremos que subsista el campo.

P.– ¿Qué se ha ganado y qué se ha perdido?

R.– He sido 25 años presidente de la Junta Nacional de Homologación, cuyo gran tesoro es su archivo. Ahí hay trofeos del siglo XIX con los que puedes ver cómo han evolucionado las especies de caza, en qué territorios y en qué calidad. Hoy se ven espectaculares aumentos del ciervo, del venado, no digamos del jabalí y el corzo. Otras especies han dejado de ser cazables, como el oso, que está aumentando, o el lobo. Y el lince, que ha aumentado, al igual que el águila imperial.

Alonso Álvarez de Toledo (d) junto a su hijo Fadrique (i) durante la entrevista con EL ESPAÑOL. Nieves Díaz E. E.

P.– Tengo entendido que le tiene especial cariño a especies como el lince, que precisamente contribuye a estimular la caza de otras especies.

R.– Sí, porque se ha visto que en los territorios donde está presente, él mismo limita el número de especies contrarias a la caza, como el zorro, y eso hace que las de caza menor aumenten. Lo he visto en el Viso del Marqués, Ciudad Real, en una finca de unos parientes, donde las perdices se han multiplicado gracias a la presencia del felino.

Además de su implicación en el mundo cinegético, el marqués también es presidente de honor de la Comisión Regional de Homologación de Castilla y León y directivo de Alianza Rural, asociación que en 2024 le entregó el premio Salón Internacional del Campo (SICampo) en reconocimiento de su trayectoria en el mundo rural y su lucha contra el furtivismo, al que define como uno de los mayores males del campo. Hace sólo dos meses, el marqués le entregó el mismo premio a la reina Sofía, "una mujer que adora el campo y ha hecho mucho por ello".

Por el ADN del marqués de Valdueza, en fin, discurren el olor a campo y a pólvora quemada y el sonido de las jaurías de las rehalas y los estruendos de las correderas, pero también el sabor del tanino y la uva y el de la hojiblanca, la arbequina, la morisca y la picual. Porque, además de ostentar altos cargos en instituciones nacionales e internacionales, el aristócrata tiene su propia empresa agroalimentaria, distribuida con el nombre de 'Marqués de Valdueza'.

"La fundamos en 2003, que es el primer año que sacamos nuestro aceite. Viajaba mucho y me di cuenta de que en todos lados había aceites italianos y ninguno español. Como teníamos todas estas fincas, empezamos a producir como marca 'Marqués de Valdueza'", explica el aristócrata.

Quien mejor conoce el negocio es su hijo Fadrique Álvarez de Toledo, vizconde de la Armería, que se une a la entrevista con EL ESPAÑOL para profundizar en el espíritu de este negocio que ambos dirigen desde Madrid. "En la finca de Mérida tenemos el olivar y la almazara. No compramos nada. Controlamos todo el proceso con el objetivo de obtener la máxima calidad del producto. Al final la excelencia es lo que te mantiene en el tiempo".

Su aceite de oliva, asegura Fadrique, "es superior desde el punto de vista organoléptico". ¿Por qué? "Porque nos importa mucho el fruto. Sin un producto sano y bien extraído, no haces buen aceite. Por ejemplo, si calientas la masa de más, tienes mayor cantidad, pero pierdes aroma en la botella. Queremos algo potente en nariz pero que en boca no sea excesivamente fuerte. Lo conseguimos mezclando las variedades que tenemos. Las marca de aceite Marqués de Valdueza es más verdes; la otra, que se llama Merula, un poco menos".

Fadrique Álvarez de Toledo con los aceites Marqués de Valdueza y Merula, en una imagen de archivo. Cedida

Bodegón con los principales productos de los Álvarez de Toledo. Cedida

Además de su AOVE, que sólo puede encontrarse en tiendas gourmet muy selectas, como la de El Corte Inglés, la marca Marqués de Valdueza también produce vinos de lujo. Sus caldos se elaboran en Perales de Valdueza, donde el marqués y su familia tienen tanto las bodegas como viñedos con cepas de merlot, syrah y cabernet-sauvignon.

"España está llena de tempranillo, pero en Extremadura no se da todo lo bien que nos gustaría. Se da en zonas más frescas", añade Fadrique Álvarez de Toledo. "Por ello tenemos tres estilos de vino: uno joven, donde predomina el merlot; otro intermedio, etiqueta roja, con un predominio de cabernet; y un 'gran vino de guarda' de syrah pensado para durar más en bodega. Unas 50.000 botellas anuales. Es una bodega pequeña, boutique, donde también hacemos vinagres y mieles".

P.– ¿Su tipo de producción se valora más dentro o fuera?

R.– Los países productores a veces son menos agradecidos porque dan por hecho que siempre va a estar ahí. El 70% de nuestra producción está dedicada a la exportación. Estamos presentes en más de 30 países. Llevamos desde 2003 creando una red que hoy está dando sus frutos de forma muy diversificada. Siempre orientado a tiendas gourmet.

P.– ¿Cómo reciben la amenaza de los aranceles de Trump?

R.– No tiene ninguna gracia, porque hemos invertido mucho en Estados Unidos. Pasamos por esto en el primer mandato de Trump, conseguimos capearlo, y vamos a ver ahora. Es un hombre imprevisible.

Fadrique Álvarez de Toledo y su padre, Alonso Álvarez de Toledo, durante la entrevista con EL ESPAÑOL. Nieves Díaz E. E.

Una raza de perros única

Por si el tinto y la aceituna supieran a poco, los Álvarez de Toledo también poseen una raza de perros. Su nombre, claro, responde al de valdueza. Blancos, grandes, de pelo suave y barba albina, cuyos machos son ideales para las rehalas.

Este animal, que tiene algo de criatura mitológica, proviene de un cruce entre podencos andaluces y mastines extremeños de finca. Un juego biológico que su padre comenzó en los años 50 y que él prometió continuar mientras tuviera fuerzas. En 2020, mientras conducía desde su casa en Pozuelo a las oficinas de su empresa, en Madrid, recibió una llamada inesperada: el animal fue reconocido en el BOE como raza pura canina española. "Es algo único", confiesa el marqués.

"Se trata de un perro grande, de unos 70 centímetros, de montería, duro, que levanta la caza y no la apresa salvo que tenga que hacerlo. La mueve para que los cazadores puedan tirar. Eso sí: si se para el jabalí, va a por él. Además, es un perro tremendamente manso que puede convivir en una casa sin problema. Habrá unos 1.000 ejemplares y cada uno puede costar alrededor de 800 €, dependiendo de si es para montería o no".

P.– ¿Cómo se crea una raza de perro?

R.– Es algo que empezó mi padre para tener una rehala para las monterías de caza mayor. Cuando me hice cargo, vi que podía intentar hacer algo en ese sentido. Mantuve el cruce. Coincidió que fui a una feria importante de ganado en París. Allí vi unos perros que me gustaron por su tipo. Un can blanco que usaban para el jabalí. Grifón vandeano, se llama. Me traje un semental y lo volví a cruzar con los míos. Es algo verdaderamente extraordinario.

El marqués de Valdueza con una manada de perros valdueza. Fadrique Álvarez de Toledo Cedida

Un marquesado creado por Felipe IV

El marquesado de Valdueza, ilustra Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo, es un título indisociable de la historia de España. Fue creado en enero de 1621 por el rey Felipe IV y su primer titular fue Fadrique Álvarez de Toledo Osorio y Mendoza, hijo del V marqués de Villafranca del Bierzo, capitán general de las Galeras de Nápoles, general de Caballería de España y gobernador del Milanesado entre 1616 y 1618, Grande de España.

La concesión del marquesado fue una recompensa a los éxitos militares de Fadrique, quien llegó a ostentar el cargo de almirante de la Armada española. Este noble soldado jugó un papel clave en la defensa de los intereses españoles en ultramar, especialmente tras la victoria sobre la armada holandesa en la conquista de San Salvador de Bahía, Brasil.

"Ahora mismo hay una exposición en el Museo Naval, Annus mirabilis, en la cual el foco fundamental es un cuadro, que no está aquí porque está ahí, de la conquista de Salvador de Bahía", incide el marqués de Valdueza. "Fue uno de los grandes marinos españoles".

P.– ¿Cuál diría que fue el momento histórico de mayor gloria?

R.– Indudablemente, en su origen. Luego ha habido gente muy importante. En el siglo XVII dio un número de marinos importantes. El marquesado de Villafranca, el ducado de Alba; todos ellos eran Álvarez de Toledo. Luego hay otra persona importante, Leonor Álvarez de Toledo, que era hija de don Pedro de Toledo, un gran virrey de Nápoles que se casó con Cosme de Médici, Gran Duque de Toscana. El Palacio Piti, por ejemplo, lo restauró ella.

El marqués de Valdueza durante la entrevista con EL ESPAÑOL. Nieves Díaz E. E.

Desde el siglo XX, la familia ha sido referente en la caza y la conservación de la naturaleza. Alonso Álvarez de Toledo y Cabeza de Vaca, XI marqués, fue pionero en la gestión cinegética y la defensa de la montería, colaborando en la creación de reservas y en la protección de especies emblemáticas como la cabra montés en Gredos.

La familia ha mantenido una estrecha relación con la Casa Real española desde tiempos inmemoriales. De hecho, el abuelo del actual marqués fue el primer montero del rey Alfonso XIII, y su padre acompañó al rey Juan Carlos en sus primeras cacerías.

P.– ¿Qué implica para usted ser noble?

R.– Quien es noble no puede olvidar que tiene unos ascendentes históricos y una responsabilidad que debe demostrar mediante el buen espíritu y el esfuerzo. Es decir, debemos ser responsables de nuestros actos. El linaje es parte de la historia, y hemos de estar, de alguna manera, a la altura de lo que hicieron nuestros antepasados.